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Lo que ya empezamos a ver del “Brexit”

brexitEl tiempo, que nunca se para, aunque a veces se adelante o se retrase una hora por cuestiones que empiezan en lo económico y acaban siendo políticas, sigue corriendo. Como así lo estamos viendo con el asunto de la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea.

Ya hay una fecha a partir de la cual será activado el artículo 50 del Tratado de la Unión: antes de que finalice marzo del 2017. A partir de esa fecha, se comenzará el proceso por el cual Gran Bretaña renunciará al mercado libre europeo a cambio de retomar el control sobre su política de inmigración; el gran caballo de batalla que impulsó el “no” a Europa en el referéndum llevado a cabo hace ya más de cien días.

Los todavía socios europeos ya han dejado claro que no negociarán nada antes del paso previo de Gran Bretaña, comunicando formalmente su intención de abandonar la Unión, y han prevenido contra la ilegalidad de perseguir acuerdos bilaterales con terceros países mientras Reino Unido siga en la UE. Por eso, al anunciar la fecha de activación del proceso de salida, Theresa May pierde un arma negociadora.

Las exigencias de la señora May hacen imposible cualquier solución intermedia, como las que usan Noruega y Suiza, y abocan hacia una salida dura. Unas fórmulas intermedias exigirían concesiones por parte de Gran Bretaña en la aplicación de las normas de la UE, la aceptación de la libertad de circulación de personas por la Unión, y la contribución al presupuesto de la Unión, algo, a día de hoy, inaceptable para los británicos.

Cuando se active, se abrirá un plazo de dos años para que Gran Bretaña abandone la UE. Aunque todos los expertos coinciden en que en ese tiempo es difícil acordar algo más que los términos de salida. Siendo así que el proceso se alargará al menos cinco años siendo uno de los primeros pasos firmar un acuerdo de comercio entre Europa y Gran Bretaña al estilo del recientemente firmado con Canadá, que no incluye los servicios financieros y que ha tardado en cerrarse 7 años.

Mientras tanto los efectos se están dejando sentir ya con fuerza. Sin ir más lejos, Apple ha incrementado sus precios un 20% de media en todos sus productos de un día para otro. Microsoft ya ha anunciado una subida del 22% en sus precios y Electrolux un 10%. Lo que significa que las multinacionales están trasladando a los consumidores británicos el efecto de la devaluación de la libra. Ésta lleva una depreciación acumulada del 17% desde que el pasado 23 de junio el electorado británico diese luz verde a la salida.

Por su parte, el gobierno británico no lo oculta. Sabe lo que viene, lo reconoce y anuncia que poco pueden hacer sino aguantar hasta que lleguen tiempos mejores. De hecho, los partidarios de la permanencia ya advirtieron en la campaña de los efectos terribles que en la economía británica podía producirse. Estos avisos fueron llamados por los partidarios del “Brexit” como “Proyecto Miedo” y apelaron a la necesidad de liberarse de la UE para recuperar la soberanía nacional y, sobre todo, se centraron en el rechazo a los inmigrantes.

A día de hoy, muchos de esos efectos catastróficos anunciados aún no se han producido. El PIB ha crecido un 0,5% desde junio, la bolsa mantiene el tipo y la tasa de paro está en un 4,9%, con un record de ocupación (para nosotros quisiéramos esos problemas). Sin embargo, según postulan los expertos, estos números tan benignos bien podían deberse a la esperanza de los mercados de una salida negociada con un acuerdo al estilo de Suiza o Noruega.

Las declaraciones de la dirigente británica han roto el sueño y, de pronto, la libra ha iniciado un descenso vertiginoso: la paridad libra-euro es ya un hecho. Según Tesco (algo así como el Mercadona inglés), se estima que la cesta de la compra aumente su precio un 3%. Además, los bancos Goldman Sachs, City y JP Morgan han anunciado que sus cúpulas de ejecutivos dejarán la City y se irán a la Europa. La mayoría de las empresas reconocen que han paralizado sus previsiones de inversión. La confianza de los consumidores ha caído. Todo a pesar de que en agosto el Banco de Inglaterra adoptó medidas de estímulo de emergencia, con una histórica bajada de tipos del 0,5% al 0,25%.

En lo referente a nuestro país, las consecuencias pueden también ser muy negativas. Para empezar, en lo referente a los movimientos de personas, hay, según Eurostat, unos 306.000 británicos viviendo en nuestro país, cifra que aumenta hasta el millón de personas si contamos los que sólo viven una parte del año en nuestro país. Recíprocamente, según el INE, hay uno 100.000 españoles residiendo en el Reino Unido, aunque la realidad puede ser aún mayor. El qué hacer con la vivienda, permisos de trabajo, atención sanitaria, etc. será uno de los grandes problemas.

En lo relativo a la balanza comercial, los datos del 2014 muestran que nuestras exportaciones fueros de 24.000 millones de libras, por 14.800 millones de importaciones, lo que nos dejó un superávit de más de 9.000 millones de libras. Favoreciendo a sectores como automóvil, máquina herramienta, productos químicos, metales, minería y verduras.

Pero, sin duda, uno de los sectores que más lo van a sentir es el del turismo. Casi 16 millones de turistas británicos visitaron nuestro país en 2015, convirtiendo al país en el mayor importador de servicios turísticos españoles. El encarecimiento de la factura vacacional puede ser determinante para que el turismo inglés se resienta en nuestro país.

¿La única ventaja que nuestro país puede aspirar a corto plazo? El desmembramiento que la City puede tener en cuanto a su estructura financiera puede quizás hacer que muchas entidades deseen trasladar su sede a nuestro país con tal de no perder su pasaporte comunitario.

¿La duda? Qué va a pasar con Gibraltar. ¿Aceptará Gran Bretaña la soberanía compartida?

De momento, en Gran Bretaña ya se habla de un segundo referéndum en cuanto el empeoramiento de las condiciones económicas otorgue el gobierno a la actual oposición. Quizás todo quede en flor de un día.

Manuel González

Ver comentarios

  • Como no todo va a ser malo, cada día resulta que es más "atractivo" comprar en Amazon UK, por ejemplo, que en Amazón España.

    De hecho lo ha sido casi siempre, sobre todo si buscas algo de 2ª mano; pero ahora, con la devaluación de la libra, incluso más.

    Con respecto a Gibraltar, se abre un período muy "interesante" con lo bueno y malo que ello implica. De momento Picardo no quiere ni oir hablar de una co-soberanía, y mucho menos de un Gibraltar Español; pero si se consuma el Brexit, lo mismo él, o su sucesor, se muestra más receptivo...

    Creo que en la última cumbre Iberoamericána se trataron los temas de Gibraltar y Las Malvinas. Un frente común Hispano-Argentino, con el apoyo del resto de países latino-americanos en la ONU, podría hacer que el tema se pusiera encima de la mesa para darle una solución +/- "definitiva"...

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  • Los indicadores de que la cuestión catalana estará muy presente en la agenda del nuevo mandato del presidente Rajoy no han sido muy explícitos en el debate de investidura, por más que los independentistas Francesc Homs, Gabriel Rufián y en menor medida Joan Tardá, dramatizasen (o melodramatizasen) la urgencia e importancia del asunto. Aunque las fuerzas constitucionalistas (PP, Cs, PSOE) se ocuparon de esa agenda un poco ‘pro forma’, su atención la tenían puesta en el drama que está desgarrando al partido socialista, dividido entre pro-sanchistas y abstencionistas.

    No obs­tante, la agenda ca­ta­lana en­trará en la nueva le­gis­la­tura a través de al­guna o al­gunas de las si­guientes vías: 1) la crea­ción de una sub­co­mi­sión par­la­men­ta­ria, como la pro­puesta por el PSOE para exa­minar las reivin­di­ca­ciones ca­ta­la­nas; 2) una reunión o con­fe­rencia de pre­si­dentes de las au­to­no­mías, como la pro­puesta en su día por Rodríguez Zapatero; 3) la aper­tura de una ne­go­cia­ción del go­bierno con el ‘govern’ de la Generalidad, en torno a las 46 reivin­di­ca­ciones pre­sen­tadas el pa­sado abril por el ‘president’ Puigdemont a Mariano Rajoy; y 4) las re­so­lu­ciones que tome el Tribunal Constitucional, de acuerdo con las nuevas fa­cul­tades coer­ci­tivas y san­cio­na­doras que le atri­buye su úl­tima re­forma, en contra del lla­mado ‘procés’ hacia la in­de­pen­dencia em­pren­dido por el par­la­mento ca­talán por pro­ce­di­mientos ‘sui ge­ne­ris’, desde fi­nales de julio de este año, con pasos de­ci­didos hacia una pre­ten­dida ‘desconexión’ uni­la­teral con España, es de­cir, con las ins­ti­tu­ciones es­paño­las.

    Cada una de esas vías tiene un grado mayor o menor de pro­ba­bi­li­dad. El examen de las tres pri­me­ras, sin em­bargo, no es del todo inútil para ayudar a re­con­ducir el con­flicto, aunque nin­guna de las cuatro sea su­fi­cien­te­mente re­so­lu­tiva.

    Entre lo tran­si­table y lo in­ve­ro­sí­mil

    La más ‘transitable’ es la crea­ción de una sub­co­mi­sión par­la­men­taria para el examen de las reivin­di­ca­ciones ca­ta­la­nas, pero ésta es la que tiene me­nores po­si­bi­li­dades de sa­tis­facer las de­mandas de las fuerzas ins­ta­ladas en el go­bierno de la Generalidad y en el ‘parlament’. En todo caso, este foro ten­dría la ven­taja de so­meter a examen las de­mandas de los na­cio­na­listas bajo el prisma de su com­pa­ti­bi­lidad con reivin­di­ca­ciones si­mi­lares que los dipu­tados que pro­ceden de otras co­mu­ni­dades puedan exigir o pedir para las su­yas. Se me­diría así el grado de co­li­sión o ar­mo­ni­za­ción que se daría con los in­tereses eco­nó­micos y so­ciales de las otras partes de España. En este con­traste po­drían iden­ti­fi­carse con­fluen­cias de in­tereses en cues­tiones bi­la­te­rales o glo­ba­les, sin ne­ce­sidad de ahondar los fac­tores de di­vi­sión.

    Pero ocurre que el ‘conflicto’ de los na­cio­na­listas con el es­tado, como tal con­flicto, no es ‘conducible’ a su tra­ta­miento por el Congreso, desde el mo­mento en que los in­de­pen­den­tistas niegan que el par­la­mento es­pañol pueda re­pre­sentar o in­ter­pretar la so­be­ranía in­he­rente a una na­ción lla­mada Cataluña. Los na­cio­na­listas están en él so­la­mente por fines uti­li­ta­rios, como foro donde ob­tener ren­di­mientos pre­su­pues­ta­rios, tejer alianzas y com­pro­misos con otras fuerzas y ob­tener in­for­ma­ción de uti­lidad ope­ra­tiva para sus pro­pó­si­tos.

    La vía de una con­fe­rencia de pre­si­dentes de Comunidad, tal como pa­rece va a pro­poner el pre­si­dente Rajoy, puede estar muerta antes de na­cer, porque el pre­si­dente Puigdemont ya ha anun­ciado que no asis­tirá, por su su­puesta ca­lidad de re­pre­sen­tante de lo que hoy es un pro­to-es­tado, pero que el año pró­ximo se pro­cla­mará re­pú­blica in­de­pen­diente. De todos mo­dos, su ‘govern’ pre­tende estar re­pre­sen­tado en esa con­fe­ren­cia, para atender sus in­tereses fi­nan­cieros y reivin­dicar una mayor cuota en las in­ver­siones del es­tado, sobre todo en re­la­ción con los re­trasos que el go­bierno cen­tral ha te­nido res­pecto de pro­gramas ya com­pro­me­tidos y no desa­rro­lla­dos. En lugar del pre­si­dente ca­ta­lán, quizás éste de­le­gase su re­pre­sen­ta­ción en el con­se­ller ti­tular de Hacienda u otro cual­quiera.

    Si los otros pre­si­dentes de co­mu­nidad acep­tarán o no una de­le­ga­ción ca­ta­lana de in­fe­rior re­pre­sen­ta­ti­vidad ins­ti­tu­cional que la de ellos mis­mos, es algo que queda por ver. En todo caso, el examen de las reivin­di­ca­ciones de la Generalidad en ma­te­rias de fi­nan­cia­ción siempre ha en­con­trado su foro ade­cuado en el or­ga­ni­grama ins­ti­tu­cional del es­tado, aunque ra­ra­mente a sa­tis­fac­ción de los na­cio­na­lis­tas.

    Falta por ver si sería más con­du­cente, desde el punto de vista po­lí­tico, que el nuevo go­bierno diese res­puesta a las 46 reivin­di­ca­ciones pre­sen­tadas por el ‘president’, en su en­cuentro con Rajoy del pa­sado 20 de abril. Estas de­mandas am­plían las 23 pre­sen­tadas en su día (julio de 2014), casi como un ul­ti­má­tum, por el an­te­rior pre­si­dente de la Generalidad, Artur Mas, cuya dis­cu­sión fue re­cha­zada por el go­bierno de Rajoy. Mas pidió re­cien­te­mente (artículo en La Vanguardia del día 23), que el go­bierno no des­per­di­ciase la opor­tu­nidad de dis­cutir su pro­puesta al ob­jeto de “mejorar el clima” entre la Generalidad y el go­bierno del es­tado, y tam­bién la más re­ciente de Puigdemont.

    La uti­lidad de las re­duc­ciones fe­no­me­no­ló­gi­cas

    Las po­si­bi­li­dades de que el go­bierno acepte dis­cutir una de estas pro­puestas son muy li­mi­ta­das. La de Mas ca­rece ya de re­pre­sen­ta­ti­vi­dad, al no os­tentar su pa­tro­ci­nador po­si­ción ins­ti­tu­cional al­guna. La de Puigdemont, cuya dis­cu­sión po­dría ser teó­ri­ca­mente más con­du­cente, se pre­senta, sin em­bargo, bajo una con­di­ción di­fí­cil­mente asu­mible por un pre­si­dente del go­bierno es­pañol. El ‘president’ en­ca­beza su pe­ti­ción con la exi­gencia de “una res­puesta po­lí­tica al man­dato de­mo­crá­tico” del 27 de sep­tiembre de 2015, cuando se eligió el ac­tual par­la­mento, el cual logró formar una ma­yoría (exigua) so­be­ra­nista, bajo la con­di­ción de con­vocar un re­fe­réndum de au­to­de­ter­mi­na­ción.

    Sin em­bargo, el examen de las 46 reivin­di­ca­ciones o pro­puestas de Puigdemont po­dría ser de uti­lidad para es­ta­blecer el grado de jus­ti­fi­ca­ción o de inad­mi­si­bi­lidad de esas pe­ti­ciones o pro­pues­tas. Sería un ejer­cicio de cla­ri­fi­ca­ción de lo que está jus­ti­fi­cado o no, y de lo que es me­re­cedor de ser sa­tis­fe­cho, dentro del largo me­mo­rial de agra­vios con que la Generalidad, y los par­tidos que la res­pal­dan, ali­mentan las cam­pañas de mo­vi­li­za­ción y pro­pa­ganda se­ce­sio­nis­tas. La su­puesta y con­tinua frus­tra­ción de esas reivin­di­ca­cio­nes, por culpa del go­bierno es­pañol, es uno de los ‘ritornelos’ cons­tantes de los na­cio­na­listas ante las ins­ti­tu­ciones y la opi­nión eu­ro­peas, así como ma­teria de de­nuncia ante los go­biernos amigos y alia­dos. Examinarlas, para des­pués re­cha­zarlas o re­co­no­cerlas como reivin­di­ca­ciones in­jus­ti­fi­cadas o ge­nui­nas, es en todo caso un deber de cual­quier go­bierno atento a atender de­mandas que, en mu­chos o pocos ca­sos, po­drían ser jus­tas.

    Dado que las 46 reivin­di­ca­ciones vienen ‘empaquetadas’ en un solo do­cu­mento, quizás val­dría la pena hacer con ellas lo que en fi­lo­sofía se llama ‘reducción fe­no­me­no­ló­gi­ca’, con­sis­tente en apro­xi­marse a los datos de la realidad de­pu­rán­dolos de todo psi­co­lo­gismo, o idea­lismo, y des­po­ján­dolos de toda pre­sun­ción de que las reivin­di­ca­ciones del na­cio­na­lismo, por el mero hecho de ser pro­fun­da­mente sen­ti­das, pueden jus­ti­fi­carse por algo que está más allá de la es­tricta sa­tis­fac­ción de las ne­ce­si­dades ma­te­riales y mo­rales de los in­di­vi­duos, así como las de los grupos en que estos se reúnen para ma­xi­mizar el bien co­mún. Se trata de hacer po­lí­tica, y no de cum­plir una mi­sión sa­grada. Habrá, pues, que exa­minar cuánto po­lí­tica se puede hacer con al­gunos o mu­chos de esos 46 pun­tos. Y nada más.

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  • Los indicadores de actividad repuntan en el inicio del 4T. El índice PMI compuesto de la eurozona aumentó en octubre hasta los 53,7 puntos, sitúandose en zona claramente expansiva (por encima de los 50 puntos). Esta mejora estuvo liderada por Alemania, cuyo índice PMI alcanzó los 55,1 puntos. En la misma línea, el índice de sentimiento económico de la eurozona alcanzó máximos anuales al situarse en los 106,3 puntos en octubre (+1,4 puntos respecto a septiembre). La mejora de los indicadores de actividad publicados en octubre compensan el ligero deterioro experimentado tras el referéndum sobre el brexit y apuntan a que la recuperación de la eurozona seguirá a una velocidad moderada en el último trimestre del año.

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  • Las tasas internas de rentabilidad de los bonos soberanos repuntaron con fuerza en los países desarrollados, de la mano de datos macroeconómicos positivos que refuerzan la expectativa de una pronta subida de tipos por parte de la Fed, y en medio de múltiples rumores sobre la fórmula que adoptará el BCE para finalizar su programa de compras de activos en 2017. La yield del bono soberano de EE. UU. a 10 años alcanzó el 1,85%, el mayor nivel desde mayo. En Europa, el bund terminó cerca del 0,17% y el bono español, en el 1,23%. En este sentido, las previsiones de CaixaBank Research sitúan la rentabilidad del bono soberano de EE. UU. A 10 años por encima del 2,75% a finales de 2017, por encima del 1% la del bund y por encima del 2% la del español.

    La temporada de beneficios del tercer trimestre se inicia con buen pie. La semana pasada estuvo marcada por una avalancha de presentaciones de resultados empresariales, que, en general, sorprendieron al alza. Los beneficios de las 276 compañías del S&P 500 que han publicado sus cuentas registran una subida del 3,4% interanual. En Europa, donde un poco menos de la mitad de las empresas del Eurostoxx han reportado sus resultados del 3T, los beneficios subieron cerca de un 33%, gracias, sobre todo, a la fuerte mejora en el sector del consumo y al buen desempeño del sector bancario. Las bolsas de la periferia de Europa fueron las que más se beneficiaron de estos resultados.

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