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Actualizado el 18 de octubre de 2024

Categorías: Articulos

El año del record del turismo

El año del record del turismo 1Cuando a la multiplicación de las quejas ciudadanas acerca de la saturación de nuestras ciudades, sobre todo costeras, se le une la opinión del mayor grupo turístico del mundo, la cosa debería empezar a percibirse como preocupante.

TUI Group, uno de los pricipales touroperadores del mundo, considera que España está “bastante llena de turistas”. Esto conlleva saturación y precio altos en nuestros pricipales zonas de atracción turística, por lo que dicha empresa sugiere a los turistas europeos que nos visitan que podrían viajar a otros destinos más asequibles económicamente y menos saturados. Esta afirmación ha sido realizada por el consejero delegado de la la empresa alemana, Fritz Joussen, tras presentar las cuentas del tercer trimestre del ejercicio fiscal de la compañía.

Entre los destinos que se perfilan como recomendables, según la compañía, que no hay que olvidar que también busca su propio provecho, se encuentran Bulgaria, Croacia o Cabo Verde.

Esto es así desde que destinos como España se están viendo saturados ante la bajada de afluencia de turistas en paises como Turquía o Egipto debido a sus propios problemas internos. En consecuencia, España lleva varios años batiendo records de afluencia de turistas y, debido a esto también, se empiezan a notar síntomas de hartazgo entre la población, sobre todo en lo referente a las subidas de precios, la saturación en los servicios en según qué zonas o las molestias que, según qué tipo de turistas, ocasionan.

Lo cierto es que los datos económicos asociados al turismo no dejan de arrojar cifras de récord. Sin ir más lejos, los datos de ocupación hablan de 2.886.581 trabajadores (a cierre del segundo trimestre), lo que muestra un aumento del 1,8% respecto al año pasado, que ya fue espectacular. Esto significa que los ocupados en el sector turístico supusieron el 13,4% del empleo total en la economía española. Esto es algo lógico, si se quiere dar servicio a los más de casi 36 millones y medio de turistas que visitaron nuestro país hasta el mes de junio y aún más cuando las previsiones son llegar a los 80 millones este año, con lo que estaríamos por desbancar a la autoridad mundial en visitas turísticas, que es Francia.

Las cifras económicas no desmerecen los datos anteriores el turismo genera el 11% del PIB español y que es uno de los grandes creadores de empleo directo e indirecto y un factor clave de nuestra balanza comercial. Sólo en el primer semestre del año ha generado ingresos superiores a los 37.000 millones de euros.

Y, aun así, lejos de que esa riqueza genere bienestar, el espíritu de los años 60 y 70 con respecto al turismo se ha desvanecido y el descontento y el rechazo al turista va aumentando paulatinamente. ¿El por qué? Posiblemente todo venga derivado de dos factores principales, aderezado con una serie de elemento circunstanciales:

  • En primer lugar, la democratización del turismo, gracias precisamente a compañías como TUI, que hace que la oferta sea accesible para casi cualquier persona. Esto permite, tanto la saturación de los mercados de sol y playa, con la afluencia de turistas de bajos recursos económicos, como que el hecho de que la inmensa mayoría de estos turistas tienen como motivación hacer sus vacaciones inolvidables a costa de excesos sobre su salud y la paciencia de sus anfitriones.
  • En segundo lugar, quizás derivado también de los ajustes que los grandes turoperadores ejercen sobre los precios, o de las posibilidades que, en cuanto a contratación y salarios, se ofrecen a las empresas relacionadas con el sector hostelero, lo cierto es que las condiciones de trabajo, en muchos casos rozando la explotación laboral, motivan el descontento de los afectados. Y aún éste es liviano por el hecho que muchos agradecen simplemente el hecho de poder trabajar, después de tanta crisis, a pesar de la dureza de las condiciones.

Como circunstancias agravantes de la situación se pueden citar una mayor concienciación de la sociedad acerca de los excesos sobre el medio ambiente, sobre los excesos constructivos o sobre la contaminación en todos los sentidos.

El caso es que las protestas, por suerte no demasiado virulentas, se extienden en todos los ámbitos. Los conflictos de los taxistas se extienden por todas las ciudades turísticas, en respuesta a la expansión de las empresas de alquiler de coches con conductor, protestas, por otra parte, en pleno proceso de radicalización.

Las protestas por exceso de trabajo de los empleados de los controles de seguridad del aeropuerto en el Prat han propiciado incluso la intervención de la Guardia Civil, que ha tenido que intervenir para descongestionar las kilométricas colas y reasumir, como no hace tanto tiempo, el control de seguridad de los pasajeros.

Evidentemente, esto se une a las protestas, digamos tradicionales, que como las fiestas aparecen cada verano, como pueden ser las huelgas de trenes, aun suaves, pero con opciones de radicalizarse.

En cuanto a las previsiones de TUI respecto a los próximos años, nada que no se sospeche: que vivimos un momento dulce más por debilidad de nuestros competidores, como son Turquía o Túnez, que por nuestros méritos como destino turístico. Y que la incertidumbre por el mercado británico tras el “Brexit” está desapareciendo: cada vez es más evidente que la devaluación de la libra esterlina afectará al coste de las vacaciones de los británicos que, optarán en años sucesivos, por destinos más económicos.

Manuel González

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  • el turismo es una buena cosa y si hay excesos en agosto se debe a que todo el mundo se coge vacaciones el mismo mes, incluidos los españoles, pero se aguanta y ya está, quien algo quiere algo le cuesta y hay mucho empleo detrás del turismo

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  • Señores, tenemos la gallina de los huevos de oro y todavía nos quejamos.
    Por problemas en nuestros competidores o por el motivo que sea, tenemos la oportunidad de generar unos ingresos adicionales, pero si no somos capaces de digerir ese aumento en la afluencia de turistas acabaremos siendo descartados como opción vacacional.
    Es el momento de plantearnos qué tipo de turismo queremos, para especializarnos como cualquier otra industria. ¿Nos conviene más el turismo de alpargata (por no decir de borrachera) o el de hoteles de 4 y más estrellas? Pues eso. Analicemos pros y contras de cada uno de ellos y pongámonos las pilas cuanto antes.

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  • La tra­gedia de La Rambla nos ha con­vo­cado junto al mo­nu­mento a los “caídos de Atocha”, tra­ba­ja­do­res, es­tu­dian­tes, de todos los rin­cones de nuestra geo­grafía y de otras la­ti­tudes que acu­dían a sus pues­tos. Las víc­timas de ahora son sobre todo tu­ris­tas, tam­bién tra­ba­ja­dores en su ma­yo­ría.

    La explosión en Alcanar, último enclave tarraconense lindante con Castellón, fue demasiado estrepitosa. Una advertencia descomunal. Ningún bolardo o parapeto disuasorio en La Rambla; ninguna advertencia sobre un Imán con conexiones en las poblaciones muy radicalizadas de Bruselas y alrededores.

    Probablemente son cosas que pasan o le pasan a un cuerpo de seguridad distraído por las exigencias de una doble fidelidad. Una fidelidad que, según el Confidencial Digital, niega al Tedax de la Guardia Civil explorar el origen de la explosión.

    Éstas, en suma, han sido las reflexiones de unos jubilados sentados a la sombra de un banco en El Retiro próximo a los cipreses que recuerdan el atentado de Atocha. Entonces el gobierno de Aznar equivocó su juicio. No fue ETA. Ahora parece que la lección está aprendida. El gobierno y la Generalitat así como sus cuerpos de policía están colaborando. Un buen ejemplo para ensanchar el diálogo en todos los campos….y hay muchos.

    Lorca había escrito, lo recuerda en su carta el director de la Vanguardia, que La Rambla era “la calle más alegre del mundo”. Calle que fue torrentera, rambla convertida en bulevar durante los años de Ilustración que trajo la monarquía borbónica en el siglo XXIII (La Vanguardia).

    La alegría que vio Lorca en aquella Rambla se ha convertido en llanto y también en preocupación a consecuencia “tanto del quietismo del Gobierno Central, como de la actitud de un Govern que con apoyos insuficientes y postergando su obligación de servir por igual a todos los catalanes, ha tomado parte y rebasa los límites del orden legal” (La Vanguardia 19-08- 2017.Editorial).

    La gran lección que se desprende de lo sucedido es que las Administraciones, la del Estado y la de la Generalitat, lejos de radicalismos, populismos y centralismos, saben actuar con honestidad y transparencia, cuando se ponen a ello.

    Celebramos este 2017 los aniversarios de la Revolución Rusa y la Partición de la India, pero también el 11 de septiembre será otra efeméride del ataque a las Torres Gemelas. La pasada semana quien fuera jefe del servicio secreto de Reino Unido, Jonathan Evans, decía que el terrorismo islamista será difícil de erradicar antes de que hayan transcurrido 20 años. Un virus que exige la colaboración de todos, por encima de todo.

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  • Desde los Estados Unidos hasta los con­fines de la Unión Europea en el Báltico y el Mar Negro, se re­gistra en esas so­cie­dades na­cio­nales que han abra­zado el mo­delo de desa­rrollo so­cia­l-­li­beral un runrún de alar­mas, de­nun­cias y lla­madas a tomar me­didas para neu­tra­lizar lo que se ha dado en llamar la “guerra hí­brida” que Rusia es­taría lle­vando a cabo contra Occidente. Dándole la vuelta a Clausewitz, se tra­taría de “la guerra por otros me­dios”.

    La lista de incidencias es larga. Están los indicios (bastante bien documentados, por otra parte) de interferencia de los servicios de la inteligencia rusa en la campaña presidencial de los Estados Unidos, cuyas consecuencias aún no han sido sustanciadas, aunque una de ellas es evidente: el rápido cambio de rumbo del presidente Trump, desde que se abrió a Rusia y descalificó la OTAN como una alianza desfasada, para pasar en pocas semanas a enviar refuerzos militares a los confines territoriales más extremos de la Alianza, en coincidencia con la presión del sistema judicial y congresual de su país, empeñado en debelar las conexiones del equipo de Trump con la Rusia de Putin. Esa ‘conversión’ sería una forma de darse golpes de pecho después de cometido el desliz de buscar apoyarse en Rusia. Golpes de pecho que, por cierto, también debería darse Putin, pues sus maniobras norteamericanas han sido recompensadas por el Congreso con otra tanda de sanciones económicas y personales, contra él y sus aliados.

    Ítem más: están también las denuncias de apoyo financiero a la campaña electoral de Marine Le Pen, quien aunque perdió obtuvo un resultado espectacular para ser representante de una fuerza considerada anti-sistema.

    La ciber-guerra rusa contra Occidente merece capítulo aparte. Aunque no existe todavía un memorial sistemático de los ataques rusos a los sistemas informáticos de los países occidentales (la German Marshall Fund acaba de iniciar un programa para ese fin), sí queda demostrada la alarma que crean, gracias al número de medidas tomadas en varios países para neutralizarlos. Un centro de ciber-seguridad creado por Estonia recibe el apoyo institucional de veinte miembros de la Alianza. También la Unión Europea ha creado un centro caracterizado como “herramienta de ciber-diplomacia”. Agrupaciones de periodistas alemanes, junto con las de otros países, colaboran en denunciar y neutralizar los intentos rusos de sembrar desinformación en sus sistemas de prensa y TV, y en las columnas de opinión.

    Todas esas alarmas son respuestas a respuestas. Es decir, son medidas destinadas a neutralizar el modo que tiene la Rusia de Putin de responder a los obstáculos puestos a sus ambiciones y fines, éstos últimos ejemplificados en el apoyo de Moscú al detestado régimen ucraniano de Yanukovich cuando el país se disponía a asociarse a la Unión Europea, a lo que siguió la anexión de Crimea a Rusia en 2014, la incitación a la guerra civil y la secesión en dos provincias orientales de Ucrania, que repite el comportamiento de Rusia con Georgia en 2009, cuando le arrancó por la fuerza de las armas dos provincias con parte de su población pro-rusa, así como su retención ilegal del territorio moldavo de Transdnistria.

    Rusia anda desde hace decenios a la busca de un norte que guíe sus pasos, después de la caída del régimen soviético. No podrá emprender esa singladura si no se desancla de las estructuras socio-políticas heredadas de aquel régimen. Si entonces el poder estaba monopolizado por el partido comunista, la Rusia actual está condicionada por las estructuras del putinismo, una coalición de intereses entre élites de los negocios y élites del poder encarnado en el Kremlin y su mayoría parlamentaria. Un régimen que se sigue justificando ante el pueblo mediante planes de resistencia a los intentos de las plutocracias occidentales por dominar los inmensos recursos de Rusia, a los que ya dieron, en el pasado reciente, tremendos ‘bocados’ territoriales tras la disolución de la URSS.

    Nada hiere más la mentalidad irredentista de Rusia que la independencia de los países bálticos, alcanzada tras la disolución de la federación comunista, y su ardiente pertenencia a la OTAN, así como la salida de Polonia del bloque soviético y, otra vez más, su entusiasta adhesión a la Alianza. Todos esos movimientos geopolíticos pusieron en evidencia la carencia de Rusia, como antiguo corazón del sistema soviético, de los instrumentos socio-económicos para ejercer de metrópolis de un bloque internacional capaz de medirse, como socio o competidor, con el bloque euro-americano.

    Aunque la disolución de la URSS fue caracterizada por alguien como “la ·mayor catástrofe geopolítica de la historia”, lo sigue siendo en sentidos no previstos por ese perspicaz observador. Recientemente se ha conocido que el programa de misiles nucleares de Corea del Norte contaba, desde hace muchos años, con la ayuda de elementos criminales y políticos vinculados a la industria militar rusa (y también la ucraniana), que entregaron a Pyonyang no sólo la tecnología, sino motores enteros para los propulsores más avanzados de los misiles con que hoy Kim Jong-un amenaza los Estados Unidos, poniendo en peligro la paz mundial.

    Con todo, el ojo geopolítico occidental empezará pronto a enfocarse en las grandes maniobras militares que Rusia, junto con Belorrusia, llevará a cabo desde primeros de septiembre en su enclave territorial sobre el Báltico, el territorio de Kaliningrad, incrustado entre los territorios de dos de los aliados más recientes de la OTAN, Polonia y Lituania. ¿Participarán sólo doce mil efectivos humanos como asegura el Kremlin, o cien mil, como temen los aliados bálticos? Veremos. .

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