La discutida burbuja del bitcoin

El comportamiento del bitcoin en los últimos 3 años, en los que se ha revalorizado un 1.800% y cuya rentabilidad en 2.017 se ha instalado en el 600%, ha llamado la atención de los reguladores financieros de medio mundo, que han comenzado a ver esta divisa como una amenaza sobre el control que ejercen sobre la oferta monetaria y sobre las finanzas de sus países.

El Bitcoin es una moneda digital descentralizada que ningún banco ni gobierno controla, transferible de persona a persona a través del protocolo P2P y que pretende ser utilizado como medio de pago y reserva de valor. Al estar la oferta limitada y tener valor, existe un precio de mercado. Pero ese precio de mercado depende de la confianza de la comunidad en que efectivamente este activo vaya a perdurar en el tiempo y se hace una apuesta a que tendrá valor futuro. Sin embargo, un alza del 5.000% desde 2013 y pasar de los 1000 dólares de enero a los 6800 de hoy parece ser una revalorización excesiva.

Su elevada volatilidad (un 65% de media anual, lo que significa que su precio medio puede subir o bajar un 4% a día) ha propiciado que sea un activo demandado por los especuladores, que acuden a este mercado en busca de dinero fácil, a pesar de los riesgos.

Otras dos características de esta moneda son, por un lado, el que no existe más regulador de control que las reglas de mercado y, por otro, que, según howmuch.com, el 4,11% de los usuarios poseen el 96,53% de los bitcoin que hay en circulación.

Por otro lado, al margen de ideologías antisistema o de operaciones de mercado negro de mayor o menor calado, el principal motivo para adquirir bitcoin es hacer dinero: comprar barato, esperar y vender caro.

Cuando muchos participantes acuden a un mercado, atraídos por la euforia y la avaricia, se termina produciendo un ajuste de precios. La capitalización actual de todo el mercado de criptomonedas es superior a los 200.000 millones de dólares, y el volumen no ha dejado de crecer en lo que llevamos de año. Al estar la oferta limitada, toda presión compradora lleva los precios al alza y se va creando la burbuja. Por tanto, según estas premisas, lo del bitcoin es una burbuja financiera a la que sólo hay que darle el tiempo necesario para explotar.

Pero hay otra visión del asunto, la que considera que, por su naturaleza, el bitcoin es inmune a las burbujas, ya que se mueve por unas reglas distintas a las del mercado.

Por un lado, el que el bitcoin sea ajeno al sistema fiduciario conduce a que no se pueda crear deuda con él. No tiene banco central que lo regule ni autoridad monetaria que tenga la tentación de emitir moneda contra deuda. Además, el número de Bitcoins que se pueden emitir, definidos en su protocolo, es de 21 millones. Esto significa que no se crearán más y que esas reglas no pueden ser alteradas y por tanto la moneda digital es totalmente previsible, lo que constituye algo fundamental para un sistema monetario. Esta base monetaria puede ser dividida hasta en 8 decimales y eso si puede ser modificado, con lo que el abastecimiento de Bitcoins está garantizado. Por tanto, un sistema como el de Bitcoin evita el efecto inflacionario que supone el dinero tradicional.

Por otro lado, el Bitcoin puede ser considerado como un perfecto elemento de cobertura frente al riesgo sistemático. Dada la correlación nula que tiene el Bitcoin contra las acciones, los bonos o el petróleo supone un activo válido para llevar a cabo esas posiciones de cobertura.

Lo que está claro es que el precio de esta moneda se basa en la confianza entre los usuarios, y debe su operatividad a que su mercado esté desregulado. Hasta el momento, la consigna de los principales reguladores es alertar sobre los riesgos. Porque su actividad “sigue sin estar definida”. Algunas firmas, en cambio, alardean de operar con un código de buena conducta, por ejemplo, las cláusulas Bittrex, propias de casa cambiaria, de obligado cumplimiento para sus clientes y que tienen el visto bueno del Departamento de Servicios Financieros de Nueva York. De hecho, muchos expertos inciden en que le gustaría poder clasificar a las divisas virtuales como valores, pero no encuentran los argumentos legales para ello.

Sin embargo, lo cierto es que los organismos de supervisión se moverán necesariamente hacia una solución regulatoria, pero será lenta hasta reconocer el valor jurídico de las criptomonedas, aunque cuando llegue lo hará con significativas sanciones por evasiones y delitos financieros. Sin embargo, en el futuro inmediato, la impunidad parece asegurada.

En Estados Unidos se valora iniciar una cierta base regulatoria que permita a las autoridades emprender las tareas fiscalizadoras de estas firmas. Igual que en países como Corea del Sur. Por ahora, tan sólo les afecta las normas contra el lavado de capitales, incluidas en la ley de Seguridad Nacional y amparada bajo la amenaza de que estos flujos pueden financiar a movimientos terroristas internacionales o a grupos de narcotráfico.

Por su parte, reguladores de China, Rusia o India han mostrado su disconformidad sobre la influencia que ejercen las divisas digitales sobre la economía. Pero ha sido el primero de esos países el que más contundencia ha demostrado al prohibir que las empresas de su país realice colocaciones de criptodivisas para financiarse, primero y luego dejar bien claro su disposición a prohibir cualquier operación con activos digitales.

Esta persecución sobre las divisas digitales ha obligado a BTC China, una de los mayores broker online del país, a anunciar que dejará de realizar operaciones a finales de este mes y que no aceptará de forma inmediata a nuevos registros de usuarios que pretendan comerciar con bitcoin.