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La curva de Laffer en la economía española

La curva de Laffer en la economía española 1A día de hoy se debate la necesidad de subir el salario de los trabajadores. No está el horno para bollos como para pedirle a las empresas que, por ley, suban los salarios un tanto por ciento concreto. Aunque quizás muchas pymes y grandes empresas podrían absorber este incremento de costes laborales sin problemas, también es cierto que para otras tantas podría suponer su extinción.

Sin embargo, quizás sí se podría aplicar sin problemas una subida de salarios vía bajada de impuestos. Si, por ejemplo, le bajamos el IRPF a los trabajadores, sus nóminas aumentan. Por otra parte, una reducción de las cotizaciones sociales que soportan las empresas fomentaría la contratación. Son todo ventajas.

La otra cara de la moneda es que una medida así reduciría los ingresos del Estado. Sin embargo, esta situación no tiene por qué darse si, como efecto colateral, el incremento salarial se traduce en un aumento del consumo, que a su vez mejoraría la contratación y, por efecto pieza de dominó, aumenta la recaudación pública vía impuestos directos e indirectos.

La explicación a cómo, a pesar de reducir impuestos, se pueden mantener o incluso aumentar los ingresos fiscales la ofrece la llamada curva de Laffer, que defiende que cuando la presión fiscal es muy alta, la rebaja de impuestos introduce incentivos en la economía, que se traducen en que la gente trabaja más o se pasa de la economía sumergida a la legal, con el consiguiente aumento de la inversión, el empleo y el consumo. El Estado además recauda más, al mismo tiempo que aumenta la renta disponible de los ciudadanos.

Esta teoría parte del siguiente concepto teórico: si a un tipo impositivo del 0%, los ingresos fiscales no existen, y a un tipo del 100% tampoco porque nadie ofrecería ni demandaría bienes, ha de existir entonces una función continua entre ambos extremos con, al menos, un valor máximo. Es decir, un tipo impositivo con el cual se maximice el ingreso para las arcas públicas.

El problema, que matemáticamente es impecable, es aplicarlo a la realidad. De hecho, los antecedentes en su aplicación, lejos de demostrar su validez, parecen demostrar lo contrario. El ejemplo más claro es en los Estados Unidos de los 80, de la mano de Reagan. Se vio que, a pesar de que se bajaron los impuestos alrededor de un 9% entre 1.980 y 1.984, la renta del país aumentó un 4%, pero también se inició un periodo de fuertes déficits fiscales.

A día de hoy, Laffer sigue defendiendo la validez total de su modelo a pesar de que la mayoría de los países estén aplicando lo contrario.  Para Laffer “cuando reduces los impuestos, controlas el gasto, no inundas el mercado de dinero, tienes libertad comercial y suprimes regulación innecesaria, las economías crecen más rápido”.

Así pues, el concepto es muy goloso y de vez en cuando algún país emprende un ambicioso plan, curva de Laffer incluida, con el fin de fomentar el crecimiento y sanear las arcas públicas a un tiempo. Como España.

En 2014 el Ejecutivo de Mariano Rajoy dio un paso al frente al anunciar una reforma fiscal que giraba en torno a una bajada de impuestos, cuyo peso recaía en el IRPF, el que más impacto tiene en la vida de los ciudadanos y, también el que más contribuye a las arcas del Estado.

La reforma se haría en dos partes, una en 2015 y otra en 2016, y dejaría el tipo más bajo en el 19% frente al 24,5% que estaba en vigor, mientras que el más alto bajaría del 52% al 45%. Es decir, las rentas más bajas y las más altas serían las principales beneficiadas de una reducción que, según el gobierno, era posible hacer ante la mejora de la economía y el empleo.

El año 2.016 comenzó con una caída de los ingresos del estado del 4,2% respecto al mismo periodo del 2.014. Sin embargo, Montoro se justificaba diciendo que, aunque la recaudación había disminuido en los primeros compases del año, ésta iría aumentando progresivamente conforme la recuperación de la actividad económica se fortaleciese. Por otro lado, no hay que olvidar que, para reducir déficit público, no sólo se pueden aumentar los ingresos, sino que también se puede reducir gasto. Algo que se ha podido hacer estos años gracias a los irrisorios tipos de interés a los que se coloca la deuda pública.

Lo cierto es que, bien gracias a la contención del gasto (que no lo ha sido demasiado), bien gracias a la subida de los ingresos debido a la mayor actividad económica, el déficit público de las Administraciones ha pasado de ser un 4,54% del PIB en 2.016, al 3% (a falta de confirmación oficial) en 2.017, en todo caso lejos del pesimista 3,5% que se avanzaba a principios del 2.017, que nos hubiera dejado fuera del objetivo marcado por Bruselas del 3,1%.

Manuel González

Ver comentarios

  • El problema de esa curva es que un economista al uso supone la función recaudación R en función de los impuestos I estática y universal, aunque nadie la haya calculado. Bien, seguramente nadie la ha calculado porque no es una función R(I), sino que tiene toda la pinta de ser un proceso estocástico no estacionario, es decir, de media variable en el tiempo t R(I, t), y me atrevería a afirmar que el lugar L en el que se intente aplicar, como en la pícara España o la disciplinada Alemania R(I, t, L).

    Si la propuesta de Laffer es matemáticamente impecable y las condiciones de contorno son precisas, entonces necesariamente tiene que ser correcta, pero los economistas no se destacan por conocer las suficientes matemáticas como para afirmar que de alguna forma no se plasma en la realidad, y los matemáticos tienen un historial de no equivocarse bastante más extenso que los economistas.

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  • El Ibex toca los 10.600 puntos por primera vez desde agosto http://dlvr.it/QCGdPg

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  • Esto de la reforma fiscal es mentira porque bajan los tipos pero los tramos en que se aplican son diferentes con lo cual el resultado es minima bajada para las rentas muy bajas, subida grande para rentas medias-bajas y medias los de 24000 para arriba y una fuerte bajada para las rentas altas que les bajan 7 puntos. Así que fijate si varía el cuento articulista.

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  • A más renta disponible, más consumo... a más consumo más impuestos indirectos y más impuestos de beneficios.... que pueden compensar la baja de impuestos general y florecer parte de la economía sumergida...

    Si se aumentan los impuestos, más "rentable" es la economía sumergida...

    Y partiendo de la base que 100.000€ ocupan poco espacio, pues uno puede ir gastando tranquilamente.... y comprar coches de "segunda mano"... pagar hoteles al contado.... restaurantes... entradas de compras inmobiliarias... etcétera, etcétera...

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  • # 1, S.

    Decía un profesor, creo, que la economía es "orgánica no mecánica".

    Puedes afinar al máximo una fórmula para predecir el consumo o cualquier otra variable; pero la reacción de las masas no siempre es "lógica"...

    De ahí que en econometría empezásemos con el "mundo feliz", donde todo se cumple, todo es exácto, todo es "matemático", y luego el tema se fuese complicando conforme nos aproximábamos a la "realidad"...

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  • Manuel Conthe (en un artículo titulado “Recetas monetarias”), explica la velocidad de circulación del dinero, poniendo como ejemplo el afán de muchos camareros por retirar el plato al comensal apenas lo juzgan vacío. En otras ocasiones, el camarero atribuirá imperiosamente a uno de los comensales esa última croqueta que la educación había dejado huérfana. Pero ese afán expropiatorio es comprensible: si el stock de platos es escaso (M3), cada plato tendrá que utilizarse varias veces (V) para poder servir todas las comidas (PIB nominal). Los camareros se tendrán que esforzar, pues, por aumentar su “velocidad de circulación” (V = número de veces que se usan los platos). Si multiplicamos el stock de platos (M3) por su “velocidad de circulación” (V), nos saldrá inexorablemente el flujo de comidas servidas al día. Ahora bien: si el propietario del establecimiento, optimista, decide aumentar la vajilla (M3) ¿hará eso que aparezcan automáticamente nuevos clientes (o que cada cliente pida ahora más platos de los que puede encontrar en el menú)? Así, si cada plato se venía usando 4 veces al día y la vajilla se duplica ¿se duplicará también el número de platos servidos? Parece que no.

    Así, si llamamos:

    M3: número de platos
    V: el número promedio de veces en que se utiliza cada plato
    T ( y) al número de comensales; y
    P número de platos por comensal
    PxT (Pxy) número total de platos servidos
    Entonces: M x V = P x y

    En el caso del restaurante, la crítica keynesiana de que V no es constante tiene su trasunto práctico en la avidez con la que los camareros en días de mucha actividad recorren las mesas en busca de platos vacíos o incluso te lo arrebatan –o fuerzan a los comensales a repartirse la última croqueta- tan pronto consideran que uno ha acabado.

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  • Subir salarios vía bajar impuestos
    ¿Quien paga la Seguridad Social?
    Al final llegarían a la conclusión de Sanidad Norteamericana solo para ricos y sin techos..los demás... si enferman se arruinan

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  • si se pudiera hablar de dinero que va a más velocidad que otro, se podría decir que el dinero que se utiliza para gastos corrientes va mucho más rápido que el que se dedica al ahorro. Por tanto, si los individuos de una colectividad deciden ahorrar menos y consumir más, la velocidad de circulación tenderá a aumentar.

    Las expectativas de inflación también influyen en V. Las expectativas de precios elevados aceleran la demanda de materias primas u otros inputs por parte de las empresas y la compra de bienes de consumo por parte de las familias. Se produce, por tanto, un aumento de V.

    Yo deduzco, que cuantas mas manos manejen dinero, al menos en la cantidad suficiente para satisfacer las necesidades basicas, y porque no, algún "capricho" mejor para la capacidad de generación de riqueza de un país.

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