Durante este mes pasado de agosto la selva amazónica estuvo ardiendo en lo que pareció una escalada de incendios sin precedentes. Grupos de activistas ecologistas se movilizaron por todo el mundo en contra de un jefe de Gobierno brasileño, cuando menos, controvertido. Tras toda una serie de dimes y diretes entre Jair Bolsonaro y la comunidad internacional, que instaba al Gobierno brasileño a poner fin a los incendios, el silencio se impuso, como si la selva hubiera dejado de arder.
En 2018 Brasil, hogar de la mayor parte del Amazonas, encabezó la lista del país que más bosques tropicales primarios o nativos perdió. Ese año, según el informe de Global Forest Watch, del Instituto de Recursos Mundiales, desaparecieron más de 1,3 millones de hectáreas. Lo curioso del caso es que Bolsonaro aún no estaba en el gobierno entonces. Sin embargo, desde su llegada al poder, según fuentes del cuerpo de funcionarios del país (por lo visto anónimas), la situación ha empeorado, ya que la política actual del gobierno brasileño favorece el desarrollo sobre la conservación.
El Presidente brasileño llegó al poder con una agenda populista respaldada por empresas agrícolas y pequeños agricultores, muchos de los cuales creen que es muy grande el área protegida de la región del Amazonas y que el personal de medioambiente tiene demasiada influencia. Él mismo, ha afirmado en varias ocasiones que quiere reducir la legislación que salvaguarda la selva y ha atacado a funcionarios cuyo trabajo es proteger los árboles e incluso ha llegado a invitar a su homónimo estadounidense a ser socio en la explotación de los recursos del Amazonas.
Saber qué cantidad de recursos atesora el Amazonas es ahora mismo muy complicado de siquiera imaginar, pero las prospecciones mineras y petrolíferas abundan cada vez más. El caso es que el mayor recurso reconocible podría ser la gran cantidad de carbono acumulado en sus miles de millones de árboles. Estos árboles, en su crecimiento, absorben una gran cantidad de dióxido de carbono que ayudan a compensar las crecientes emisiones de este gas a nivel mundial. Además, es también el hogar más rico de la biodiversidad del planeta, hábitat de quizá una décima parte de todas las especies de plantas y animales. Sin contar con las comunidades indígenas que viven allí.
Sin embargo, para un país que necesita crecer, aprovechar sus recursos y crear empleo, la presión social está provocando una relajación de la política medioambiental mantenida hasta ahora. Así, en los últimos meses se ha registrado una caída dramática en la confiscación de madera y las condenas por delitos ambientales.
De hecho, diversos sectores de la economía brasileña, llevan décadas protestando contra lo que ellos consideran una política medioambiental demasiado restrictiva. Consideran que si otros países que en el pasado han talado sus árboles para la agricultura ahora quieren que Brasil no haga lo mismo, deberían pagar por ello. Y que ellos no se meten con las políticas de conservación de los países desarrollados, por lo que consideran una injerencia en su política interna el que otros países sí lo hagan con respecto a Brasil.
En este sentido, lo cierto es que se puede acusar de un cierto grado de hipocresía a los países desarrollados, que después de haber arrasado con sus bosques, su biodiversidad y todo aquello que abogan por proteger en el Amazonas, sólo ahora, que han logrado un cierto nivel de desarrollo, se han convertido en firmes defensores del medio ambiente. Y aun así, aun no comprenden que, para los países ahora afectados puedan proteger los espacios naturales y preservarlos, deberían ocurrir varias cosas:
A día de hoy, la moda parece haber pasado. En los medios de comunicación ya no aparecen los incendios. Lo curioso, con respecto a esto, es que todo parece ser parte de una campaña, como tantas otras, en contra de unas ideologías políticas en las que se alinean dirigentes como Donald Trump, Boris Johnson o ahora Jair Bolsonaro.
Así, es un hecho que los incendios continúan a día de hoy. A pesar de su posición en la que alegaba cuestiones de soberanía, y tras haber rechazado una ayuda de 20 millones de dólares, Bolsonaro decidió tomar medidas. Por eso, el ejército brasileño hasta ahora ha realizado 571 procedimientos por tierra y 250 operaciones por aire para controlar los más de 17.000 focos de incendios. Esto ha significado el arresto de 63 personas y multas por valor de 8,7 millones de dólares.
Por otro lado, los incendios del Amazonas han afectado a todo el Amazonas, incluido Perú, Paraguay o Bolivia. De esos países no hemos oído gran cosa. Y aunque se dice que los incendios de este año son los peores registrados, lo cierto es que no es así, por focos y por superficie quemada, el año 2.010 fue mucho peor que este.
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Arde el Amazonas, arde África, arde El Mundo...
https://images.app.goo.gl/iSiMxp7nXH9Lv7Ji6
https://elpais.com/sociedad/2019/08/28/actualidad/1566978341_414043.html
https://www.elimparcial.com/mundo/Reportan-incendios-tambien-en-Africa-aunque-piden-no-comparar-con-el-Amazonas-20190827-0059.html
Si duda es un tema espinoso.. desde el desconocimiento......
Curioso es saber que en estos momentos en Catalunya (porque lo sé, sin temas políticos por medio) hay el % de área boscosa más alto de la historia..... lo dejo como dato.
Los temas "vegetales" ya se me escapan.... también es el momento en que se alimenta más gente y más a menudo en la historia..... cuando ves urbes con 10 millones de habitantes que comen cada día, no deja de ser sorprendente.......
A partir de aquí, entre los intereses políticos, económicos (empresas versus Ong's, que no viven precisamente del aire) a mi ya me despista todo...
Los incendios del amazonas son debidos al amigo Evo Morales.
Y este año se le ha ido de las manos y han traspasado la frontera.
Luego le echamos la culpa a Bolsonaro y tan anchos.
Vale ya.