Miguel Ángel nació en Santiago de Cuba hijo del dueño de un aserradero y una tendera. Siendo un niño llegó Castro al poder y las relaciones entre su país de origen y los EUA empezaron a torcerse (así como el entusiasmo de sus padres ante la figura de Fidel Castro en cuanto su gobierno les expropió el aserradero). Fruto de aquella confrontación el gobierno norteamericano, la iglesia católica y los cubanos en el exilio diseñaron una operación clandestina para que padres cubanos que prefirieran que sus hijos no fueran educados en la Cuba comunista, pudieran trasladarse a los EUA. Vuelos de Pan Am sacaron de Cuba a 14,048 niños desde finales de 1960 hasta octubre de 1962. Como el nombre en clave del destino (Miami) era Neverland, a la operación se la acabó llamando “Peter Pan” o “Pedro Pan”. El objetivo original se torció cuando surgió el conflicto de los misiles y la invasión de Bahía Cochinos ya que la posterior reunión de los padres con sus hijos en tierra norteamericana, ya con los vuelos comerciales entre ambos países prohibidos, se hizo en muchos casos imposible.
Miguel Ángel Bezos, ante la preocupación de sus padres por la situación, fue uno de esos niños y aterrizó en Miami solo y sin saber inglés en julio de 1962. Aún conserva la chaqueta que llevaba ya que se la confeccionó su madre. Dado que la crisis de los misiles fue en octubre, tardó años en volver a verla. Acabó temporalmente en un campo de refugiados pero, por suerte, le concedieron una beca para estudiar secundaria en Delaware y con otra beca siguió sus estudios en la universidad de Albuquerque (Nuevo México) graduándose en Matemáticas aunque también estudió ingeniería. Esto le hizo ser un gran defensor de la escuela pública y de hecho desde el 2000 dirige la Fundación Familia Bezos para facilitar la educación a los jóvenes. El caso es que en la universidad conoció a Jackie con quien se casó, adoptó al hijo que ella había tenido con 17 años (se había divorciado cuando su vástago tenía 17 meses), le cambió el nombre a Jeffrey en lugar de su Jorgensen original y en 1968 comenzó a trabajar para Exxon donde estuvo durante 32 años.
En una de sus frecuentes estancias por trabajo en el extranjero, estando en Sudamérica (su mujer también habla castellano, lo aprendió tras casarse con él), recibió en 1994 una llamada de su hijo mayor (la pareja tuvo dos hijos más): “Estoy pensando en abrir una librería en internet, y necesito un poco de dinero”. Esto desconcertó a “Mike” Bezos y a su mujer porque no querían que su hijo renunciara a su (buen) empleo en Wall Street pero se lo dejaron. Jeff Bezos, cuyo padre biológico parece que tenía problemas con el alcohol (un periodista cuenta AQUÍ -en inglés- que le encontró en 2013 y dijo que había dejado la bebida y que no sabía que el famoso multimillonario era su hijo), nunca habla de otro padre que no sea “Mike”, el cual nunca volvió a Cuba aunque sí se dice que Jeff viajó a Villafrechós (Valladolid) buscando los orígenes de la familia de su padre adoptivo.
El caso es que el 16 de Julio de 1995, con una inversión inicial de 1,300,000 $ echó a andar cadabra.com con un catálogo on line de libros y una oficina (¡cómo no!) en un garaje de Seattle. Al poco tiempo cambió el nombre a Amazon, que aunque lógicamente parezca motivado por el nombre del río, también tenía más sentido en una época en la que los posicionamientos webs eran por orden alfabético. Su éxito fue grande y ya en 1999 fue nombrado persona del año en la revista Time pero… eran los tiempos de la burbuja “.com” y ésta tenía que estallar. De eso no se acuerdan los que dicen del enorme beneficio que hoy tendríamos si hubiéramos acudido a la OPV de Amazon en 1997. Lo vemos fácilmente con un gráfico de la evolución del precio de la acción en aquellos años:
Cuando en 2002 las acciones de Amazon cotizaban un 95% por debajo de sus máximo muy pocos –y yo me incluyo- confiaron en el futuro de una “librería por internet”.
Como vemos, es muy diferente al gráfico completo que pese a la severa corrección de lo que llevamos de año cotiza por encima de los 2.000$:
Sólo estos gráficos ya merecen muchas reflexiones y creo que la historia de Miguel Ángel Bezos, un refugiado cuyo hijo se convirtió en uno de los hombres más ricos del mundo y un revolucionario del sector retail… muchas más. Sólo quiero hacer un par de apuntes propios: siempre se dice –y en parte es con razón- que en Europa es mucho más difícil emprender que en los EUA, que hay demasiadas regulaciones y que ese motivo está detrás de la escasez de grandes empresas de la “nueva” economía en nuestro continente pero… no hay que olvidar que el que el padre de Jeff pudiera tener una educación que le permitió acceder a una clase media lo bastante alta como para pagar los estudios de su hijo en Princeton y apoyarle en el origen de Amazon, fueron las becas. Fue la educación pública accesible que sí que es un rasgo europeo. Es decir, para mi no es malo que Jeff Bezos tenga mucho dinero y otro muchos no lo tengamos (eso que algunos llaman “el problema de la desigualdad”) pero sí lo es que haya países (y los EUA son famosos por eso) donde la igualdad de oportunidades sea tan complicada porque la (buena) educación sea tan poco accesible. El ascensor social existe, si no existiera no estaríamos ante una nueva generación de ricos que no existían hace unas décadas pero es obvio que para que funcione bien la igualdad de oportunidades (si no la ideal y utópica –porque el hijo de un rico siempre tendrá más recursos que el hijo de un pobre- sí al menos la que ocurre en la Europa actual) debe existir desde la infancia. Personajes como Jeff Bezos hacen la Historia pero esta historia no existiría sin su padre, que no hubiera llegado a ninguna parte sin becas (ayuda social al fin y al cabo).
No quiero entrar en la polémica de quien piensa que Jeff Bezos es malo porque debería pagar más a sus miles de empleados o quien piensa que es bueno por las enormes donaciones que hace (de hecho, él y su exmujer -que por el acuerdo amistoso de divorcio se ha convertido en una de las féminas más ricas del mundo- se han comprometido a donar en vida la mayor parte de su fortuna), porque como nos pasa a la mayoría, nadie somos ni del todo buenos ni del todo malos y vivimos en un gris más o menos intenso. Pero sí que me gustaría comentar que es muy fácil criticarle porque tiene “demasiado” dinero (conseguido por otra parte gracias al éxito entre los consumidores que son los que lo han hecho rico) cuando tiene un gran mérito no sólo por su idea original, no sólo por su capacidad de recuperarse de un varapalo tan enorme como el de la crisis de las “.com” que dejó fuera a tantas y tantas empresas, no sólo por su habilidad para expandirse y convertir un catálogo de libros en lo que es hoy, es sobre todo por su ambición (motivada por lo que sea, me da igual, él sabrá), su afán en hacer su empresa más y más grande (nunca paga dividendos a los accionistas, reinvierte en crecer más y más) y no rendirse. Yo en su lugar con unos cuantos millones en el bolsillo ya habría desistido de seguir trabajando pero las personas como él no, no se conforman. Por suerte sus abuelos cubanos eran de la misma pasta y por eso quisieron que su hijo tuviera un futuro mejor a pesar de todos los riesgos y sinsabores que suponía dejarlo marchar solo a otro país. Ahí también hay otra posible reflexión sobre cómo debemos valorar como sociedad a emigrantes y refugiados…
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La universalización del derecho de educación es lo que proporciona igualdad de oportunidades. Relativamente.