Christine Lagarde, la figura al frente del Banco Central Europeo (BCE), recientemente participó en el famoso simposio de Jackson Hole, en el que se reúnen anualmente los gerentes de los Bancos Centrales, allí no perdió la oportunidad para hacer una radiografía económica tanto de Europa como del mundo entero. Lagarde advirtió que la situación actual es propicia para lo que llamó “shocks de precios relativos mayores” en comparación con los que se vieron antes de la pandemia de COVID-19. ¿Qué significa esto? Bien, podría traducirse en una fuerte presión sobre los precios de bienes como los metales y minerales clave para tecnologías limpias, que están en alza.
Ha recalcado la intención de “fijar tipos de interés en niveles suficientemente restrictivos durante el tiempo que sea necesario para lograr un retorno oportuno de la inflación” al objetivo del 2%.
Para controlar la inflación ha destacado la importancia de “mantener firmemente ancladas las expectativas de inflación incluso cuando haya desviaciones temporales” de la meta del organismo, “como puede ser el caso en una economía más propensa a shocks”.
“Y también será clave para mantener la confianza pública en que, incluso en un entorno nuevo, no perderemos de vista nuestro objetivo. Debemos y mantendremos la inflación en el 2% a medio plazo“, ha manifestado.
Entonces, ¿qué podemos llevarnos de todo esto? Básicamente, el BCE está dispuesto a ajustar los tipos de interés para controlar la inflación, pero también hay un reconocimiento de que el paisaje económico ha cambiado. Y en este nuevo escenario, la inflación y los precios son aspectos que podrían estar más en movimiento que antes, algo que tanto los ciudadanos como los inversores deberían tener en cuenta.