Axel Weber, expresidente del Bundesbank alemán (2004-2011) ha apuntado hoy en un encuentro con medios españoles que la posible normalización de los tipos de interés de los bancos centrales de Estados Unidos y de Europa podría situarse en niveles en torno al 4% y el 5%.
Weber, que también fue miembro del consejo de gobierno del Banco Central Europeo (BCE) y dirigió durante una década al banco suizo UBS, ha expresado sus dudas en torno a las previsiones mayoritarias del mercado de que los tipos de interés se normalizarán en el 2-3%, fruto de hacer la media del periodo con los tipos negativos y los altos de ahora, y ha apuntado que no se verá, por tanto, una reducción muy rápida de las tasas de interés.
En ese sentido, el expresidente del Bundesbank ha remarcado que, en contra del sentir del mercado de que los tipos bajarán relativamente pronto, la Reserva Federal (Fed) de EEUU -ahora están en el 5,25-5,5%- y el BCE -ahora en el 4,5%- han lanzado mensajes de que mantendrán los tipos altos durante un tiempo prolongado porque es la manera de expulsar los problemas inflacionistas.
Con todo, Weber ha apuntado que estamos prácticamente al final del ciclo actual de subidas de tipos y que, de producirse una otra nueva alza a ambos lados del Atlántico, sería a final de año, cuando los organismo dispongan de las previsiones más cercanas al próximo ejercicio y los siguientes.
LOS BANCOS CENTRALES HAN REACCIONADO TARDE
En cuanto al análisis de los últimos años marcado por las altas tasas de inflación, de hasta doble dígito, Weber ha señalado que los bancos centrales “tardaron” en reconocer la amenaza inflacionista y que se podría haber detectado en otoño de 2020, cuando hubo un estímulo fiscal y monetario que se traduciría en inflación a lo largo de los meses.
Precisamente, por reconocer tarde ese problema y empezar más tarde a actuar con el endurecimiento monetario, Weber avisa de que los efectos de este veloz ciclo de alzas -en apenas de un año se han elevado los tipos entre 400 y 500 puntos básicos- podrían ser más complejos de lo que el mercado llega a prever.
En ese contexto, ha constatado que, si bien la situación actual no es como la de la gran crisis financiera de 2008, no se pueden descartar episodios financieros de fragilidad -como ya se han visto-, como ocurrió en aquel entonces con las hipotecas subprime y el sector Real State (inversión inmobiliaria).
Además, ha insistido en que están por ver los efectos de este rápido ciclo de subidas, que se verán dentro de un año y más allá, dado que se han incrementado los tipos a una escala y una velocidad mayor que, por ejemplo, la del periodo posterior a la crisis de las ‘puntocom’ a principios de este siglo, cuando la Fed elevó los tipos del 1% al 5,25% a lo largo de cuatro años.
“Lo que hemos visto son algunos signos tempranos de fragilidad y creo que deberían tomarse en serio”, ha añadido Weber. Estos frenos impuestos ahora en la economía como consecuencia del alza de tipos causarán el descenso de la inflación y el aumento del desempleo, algo más tolerable en países como Estados Unidos o Alemania, que rozan el pleno empleo.
LAS CONSECUENCIAS DEL ALZA DE TIPOS AÚN CONTINUARÁN
En consecuencia, Weber ha avisado de que las consecuencias a largo plazo de la política monetaria tienen que ser “muy bien medidas” y que los bancos centrales deberán adaptarse a escenarios tanto de aterrizaje suave como brusco de la actividad económica.
Asimismo, Weber ha señalado que el BCE irá reduciendo su balance de manera lenta y progresiva durante los próximos cinco o seis años y ha considerado que debates sobre el balance y su tamaño no serán el “próximo campo de batalla” en el seno de la institución presidida por Christine Lagarde.
De igual modo, el exbanquero central ha advertido de que los organismos monetarios no deberían caer en el debate de si el objetivo del 2% es demasiado y habría que conformarse con un 3% porque eso alimenta la ambigüedad y falta de credibilidad de los mismos, un asunto que por el momento, ha señalado Weber, está más circunscrito y comentado por los círculos académicos.
Por otra parte, Weber ha instado a pensar sobre la complejidad del terreno en el que entra la eurozona en los próximos años, con la guerra de Ucrania de fondo, y en el que habrá que pensar sobre el desempleo, las reglas fiscales y de déficit, entre otras cosas, y en cómo integrar una estructura y objetivos de manera común cuando se trata de estados diversos y diferentes en términos económicos, como pueden ser Alemania y Rumanía.
En este cambio de ciclo, marcado por el paso de una política monetaria cómoda a una agresiva, Weber ha apuntado que se produce un trasvase de una época de hasta 15 años de buen hacer por parte de la renta variable, especialmente la estadounidense, a una en la que los bonos ofrecen retornos “atractivos”.
“Lo que vemos ahora es que los inversores en bonos están esperando que quede claro que los bancos centrales han terminado, porque si ahora compras bonos y las tasas siguen subiendo, los compraste a una tasa que no es la mejor que podrías obtener”, ha agregado.
En cuanto lleguen los tipos al nivel más alto, los inversores empezarán a invertir durante períodos de tiempo más largos, ha apuntado Weber, que ha recordado la inversión de la curva de deuda en Estados Unidos, dado que se paga más la deuda a corto plazo que a largo plazo.
Weber ha indicado, en cuanto a la inversión en la deuda de empresas -cuyos beneficios se verán verdaderamente afectados al tercer año del ciclo de subidas, ha dicho- que ahora será relevante discernir entre las compañías que son de calidad y las que no; las que tienen una posición y estructura de referencia y las que no, y que todo ello requerirá de una gestión activas por parte del sector.
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