Dicen que lo barato a la larga sale caro y en el caso de una hipoteca al ser un producto con el que vas a estar atado durante muchos años cualquier error se paga carísimo. La oferta hipotecaria es tan grande y rodeada de tanta terminología que hay préstamos que pueden parecer baratos pero que una vez analizas sus condiciones la cosa cambia.
Por tanto conviene hacer un pequeño análisis con al menos estos tres puntos.
Lee la letra pequeña.
Sé que es un rollo pero merece la pena, es de los pocos contratos en esta vida que deberías leer sí, o sí y en el caso de que tengas dudas, preguntar a alguien que sepa. Lo que hay que hacer es pedir al banco la Ficha de Información Precontractual (FIPRE), en donde estarán todas las características de la hipoteca: importe y plazo máximos, tipo de interés, comisiones de apertura, de amortización anticipada. Además deberías estudiar si te exigen contratar productos adicionales y conocer su precio, si realmente te la están colando por ahí. Las hipotecas suelen estar bonificadas si contratas con ellos, por ejemplo, los seguros. Además deberías preguntar por comisiones de novación (cambiar las condiciones de la hipoteca) o subrogación (llevarte la hipoteca a otro banco)
Realiza un cálculo de cuánto te costará realmente la hipoteca.
Esto aunque parezca obvio luego nos trae muchas sorpresas ya que la hipoteca no es solo la cuota mensual, hay que sumarle la comisión de apertura, tasación y los productos asociados (seguros). Hay multitud de calculadoras de hipotecas en la web para ayudarte y recuerda que al final el coste de tu hipoteca es lo que pagas cada mes y no el interés que anuncian.
Compara, compara y después, compara.
Existen muchos comparadores en Internet que te facilitan la vida para al menos realizar un filtrado con aquellos bancos que ofrecen mejores condiciones. Merece la pena comparar las mejores ofertas más allá del TIN o TAE que anuncien, como hemos dicho antes hay que sumar todos los gastos para conocer la oferta real.