Cuando un fondo de inversión es atractivo para los inversores, suele aumentar el volumen de patrimonio gestionado. A medida que más y más inversores se sienten atraídos por un fondo de inversión en concreto, el gestor se presenta con una considerable cantidad de dinero en efectivo que administrar. El riesgo que surge en esta situación es que para poner el dinero a trabajar tan pronto como sea posible, algunos gestores pueden encontrarse ante una falta de eficiencia para desarrollar su filosofía de inversión que les ha llevado al éxito cosechado, lo que podríamos denominar como la muerte por éxito.
Para un fondo de inversión de pequeño tamaño patrimonial, una vez analizado un valor y observar que el precio es atractivo, quizá le lleve tres días en llevar a cabo la incorporación del valor en cartera. No obstante, para un fondo de inversión de gran tamaño, la incorporación del mismo valor suele ser más dilatada en el tiempo, llegando a abarcar un período de treinta días y en ese tiempo es más difícil llevar a cabo con éxito la planificación de compra del valor al precio adecuado. En el supuesto de venta ocurre lo mismo, si el fondo pretende sacar un valor determinado en cartera, la inmediatez de un fondo de inversión de pequeño o mediano tamaño será siempre superior frente a la venta de un fondo de inversión de gran tamaño.
Otro punto a destacar dentro de la problemática de los fondos de inversión de gran tamaño es que la cartera empieza a parecerse al Benchmark. Esto se es debido a que como activos se hacen más grandes, los gestores de los fondos de inversión tienen que acaparar valores de elevada capitalización porque invertir grandes cantidades en un valor de baja o mediana capitalización puede alterar sustancialmente la cotización de la acción y desvirtuar su análisis. Como resultado, el inversor puede ver como con el tiempo, los resultados del fondo tienden a asemejarse a los del índice de referencia, mientras la comisión se mantiene constante.
Para determinar cuando el tamaño comienza a obstaculizar el rendimiento, tenemos que preguntarnos en qué momento de la relación positiva entre el tamaño del fondo y eficiencia de la gestión se vuelve negativa es decir, el punto en el que los efectos negativos del tamaño de un fondo anula los efectos positivos de un fondo de rendimiento de rentabilidad total. Es difícil determinar con exactitud en qué momento esto ocurre, pero en general, cuando el gestor del fondo es incapaz de mantener la estrategia de inversión del fondo y de producir rendimientos comparables a los registros históricos del fondo, el fondo se ha vuelto demasiado grande.
Aunque para la sociedad gestora ostentar niveles patrimoniales excesivos supone un “bendito problema”, por los elevados ingresos por las comisiones, ante la muerte por éxito, los gestores del fondo de inversión se encuentran ante tres opciones mayoritarias que llevar a cabo. En primer lugar, pueden continuar con la misma estrategia que fue efectiva cuando el fondo era menor, con el riesgo para los partícipes de reducir la rentabilidad futura del fondo. La segunda opción sería cambiar el enfoque de inversión del fondo, lo que puede menguar la motivación de los inversores que compraron en el fondo debido a la filosofía de inversión establecida. En tercer y último lugar el fondo puede limitar el acceso a nuevos inversores lo que se conoce como cierre blando (soft closure) para no comprometer el tamaño del fondo a la política del fondo y proteger a los partícipes del fondo.
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