La semana pasada la terminamos conociendo que el banco en la sombra chino Zhongzhi cuyo valor asciende a 3 billones de dólares (2,7 billones de euros) se declaraba en quiebra.
La banca en la sombra, un término que suena casi como sacado de una película de espías, es en realidad un componente complejo de nuestro sistema financiero global. Aunque su nombre pueda sugerir algo clandestino, en realidad se refiere a un conjunto de actividades y entidades financieras que operan fuera del sistema bancario tradicional.
La banca en la sombra incluye actividades financieras realizadas por entidades que no son bancos tradicionales, como los hedge funds, fondos de inversión, compañías de seguros, y otras estructuras no bancarias. Estas entidades participan en operaciones de intermediación crediticia, pero, a diferencia de los bancos convencionales, no están sujetas a las mismas regulaciones o supervisión.
Las actividades de la banca en la sombra pueden incluir:
El peso de la banca en la sombra en la economía mundial es relevante. Según el Consejo de Estabilidad Financiera (FSB), el sector representaba aproximadamente el 49% del total de activos financieros globales en 2018. Su tamaño y alcance hacen que su impacto sea considerable, tanto en términos de contribución al crecimiento económico como en su potencial para generar crisis financieras.
La banca en la sombra, lejos de ser una mera curiosidad financiera, es un actor importante en la economía mundial. Su capacidad para innovar y proporcionar financiación alternativa es valiosa aunque eso conlleva sus riesgos como hemos visto en China.
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