Una forma de ver el mercado es como una multitud desorganizada de individuos cuyo único común propósito es determinar el estado de ánimo futuro del mercado (el equilibrio de poder entre alcistas y bajistas) y por lo tanto el beneficio que obtendrán a partir de una decisión correcta en el momento presente. Sin embargo, es importante darse cuenta de que la multitud está compuesta por una variedad de individuos, cada uno de ellos propenso a competir y emociones en conflicto. El optimismo, el pesimismo, la esperanza y el miedo son diferentes emociones que pueden convivir en un mismo inversor en diferentes momentos.
El primer ejemplo en la historia del mercado en el que las emociones se llevaron todo atisbo de razón fue la conocida como Tulipomania, que comentamos en el artículo “Tulipomanía: Historia de una burbuja desmesurada“. En el que la la euforia generada a partir de 1630 en Holanda, dio como consecuencias casos tan escandalosas como que un mercader intercambiara un bulbo de tulipanes por 4.600 florines (con 1.000 florines una familia vivía todo un año) y un carro con sus dos caballos incorporados. Y quizá el último que a día de hoy conocemos lo hemos visto en algunas criptomonedas, especialmente las “meme coins”
La clave de estos fenómenos generalizados radica en la naturaleza psicológica del público. La forma en que las personas que por lo general deberían tender a ser tranquilas y racionales puede ser abrumadas por tanta emoción , mientras que las cotizaciones se mueven para un lado y para otro. Los que estudian el comportamiento humano han encontrado repetidamente que el miedo a perder una oportunidad (el FOMO, “Fear Of Missing Out”) de ganancias es un motivador más perdurable que el miedo al riesgo de perder los ahorros obtenidos en su vida. En su nivel más fundamental, este miedo es dinamitado, cuando sus amigos, parientes y vecinos parecen estar haciendo su agosto.
Otra fuerza motivadora detrás de comportamiento de las masas es nuestra tendencia a buscar el liderazgo en la forma de la balanza de la opinión o de un par de personas clave que parecen estar impulsando el comportamiento de la multitud, en virtud de su extraña habilidad para predecir el futuro. En tiempos de incertidumbre, solemos mirar a líderes fuertes que guíen nuestro comportamiento.
Debido al poder de las masas, tiene como consecuencia que los periodos tanto alcistas como bajistas se dilaten en el tiempo sobre la base de esta fuerza. Pensemos que aquella demanda que por ejemplo “compra porque sube”, no es en sí una demanda convencional, con pendiente negativa. El público que compra porque ha subido está dispuesto a adquirir más cantidad de acciones a mayor precio lo que hace que la demanda tienda a ser con pendiente positiva, lo que es el verdadero catalizador de mercados alcistas y de burbujas bursátiles.
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