La ansiada bajada de tipos parece que cada día está más lejos y a los hipotecados les va a tener que seguir apretándose aún más el cinturón. Según la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, la determinación de los principales bancos centrales ha permitido avanzar en la lucha contra la inflación, por lo que las instituciones deberán considerar cuidadosamente la cuestión de “cuándo y cuánto reducir las tasas de interés este año”, aunque subraya la necesidad de evitar flexibilizar “demasiado pronto o demasiado rápido”.
En un artículo publicado con motivo de la reunión que celebran esta semana en Sao Paulo los ministros de Finanzas del G20, la directora del FMI ha señalado la oportunidad de este foro de cambiar su enfoque desde la lucha contra sucesivas crisis a una agenda a medio plazo en apoyo de un crecimiento fuerte, sostenible, equilibrado e inclusivo.
En este sentido, para la economista búlgara los banqueros centrales están, “con razón”, centrados en terminar la tarea de llevar la inflación nuevamente al objetivo, por lo que, dados los progresos registrados, deberán considerar cuidadosamente la cuestión de cuándo y cuánto reducir las tasas de interés este año.
Sin embargo, Georgieva ha advertido de que, como la inflación subyacente sigue siendo elevada en muchos países y persisten los riesgos al alza, las autoridades deben seguir cuidadosamente la evolución de la inflación subyacente y evitar una flexibilización “demasiado pronto o demasiado rápida”.
“Ahora que la inflación se está enfriando y las economías están en mejores condiciones para absorber una postura fiscal más estricta, ha llegado el momento de renovar la atención para reconstruir las reservas contra futuras perturbaciones, frenar el aumento de la deuda pública y crear espacio para nuevas prioridades de gasto”, ha defendido Georgieva.
Para la directora del FMI, el ajuste debería realizarse a un ritmo cuidadosamente calibrado para que los beneficios sean duraderos, aunque ha subrayado que esperar podría forzar un doloroso ajuste más adelante.
“Encontrar el equilibrio adecuado es complicado”, ha admitido Georgieva, dado que las tasas de interés más altas y los costes del servicio de la deuda ejercen presión sobre los presupuestos, dejando menos espacio para que los países brinden servicios esenciales e inviertan en personas e infraestructura.