Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (BCE) dejo claro en la conferencia de prensa que siguió a la reunión de marzo que “Sabremos mucho más en junio”. Esta afirmación ha sido interpretada por los mercados y analistas como un indicio de que ese mes podría ser el momento elegido para iniciar los recortes en los tipos de interés. Pero, ¿qué tres condiciones deben cumplirse previamente?
Primero, las proyecciones de inflación a largo plazo deben mantenerse estables, esperando que el IPC se sitúe en el 2% a partir del tercer trimestre de 2025. En segundo término, es necesario que el crecimiento de los salarios nominales se modere hasta aproximadamente un 4%. Y, en tercer lugar, la inflación real debería oscilar en torno al 2,5% durante algunos meses, dado que un recorte de tipos con una inflación real cercana al 3% podría comprometer la credibilidad del banco central.
Lagarde ha sugerido sutilmente la posibilidad de una reducción de tipos en junio, aunque las proyecciones macroeconómicas actuales del BCE sugieren un margen limitado para una secuencia extendida de bajadas de tipos. Con previsiones que sitúan la inflación en 2,3% para 2024, decreciendo gradualmente hasta el 1,9% en 2026, y un crecimiento del PIB que se estabiliza en torno al 1,6% para 2026, el panorama no parece propicio para recortes agresivos.
Los análisis sugieren que, aunque la inflación subyacente se modere y las perspectivas económicas a corto plazo se ajusten a la baja, el BCE se muestra reticente a reducir los tipos de interés de inmediato, dada la continua incertidumbre en torno a los salarios y la inflación, particularmente en el sector servicios.
Con un intervalo más amplio entre las reuniones de abril y junio, el BCE tendrá la oportunidad de analizar nuevos datos y adaptar sus estrategias. Por lo tanto, se mantiene la previsión de un primer recorte de tipos en junio, seguido de ajustes graduales hasta alcanzar una tasa de depósito del 2,5% para el primer semestre de 2025.