El tono del BCE cada vez se está volviendo más “hawkish” (a favor de mantener una política más restrictiva), no se fían de que la inflación esté controlada y no quieren repetir errores del pasado.
En un discurso pronunciado hoy, la presidenta del BCE, Christine Lagarde, ha señalado que, a pesar de los avances relevantes en los tres criterios del marco manejado por la institución (perspectivas de inflación, inflación subyacente y transmisión de la política monetaria), el BCE aún “no está suficientemente seguro” de que la eurozona se encuentre en una senda sostenible hacia el objetivo de inflación.
En este sentido, la francesa ha señalado que, si bien hace ya tiempo que las tasas de inflación observadas vienen situándose en niveles prácticamente acordes con las expectativas y las proyecciones apuntan a que la inflación volverá a situarse en el 2% a mediados de 2025, además de una mejora en su composición, con la expectativa de una tasa subyacente más baja a medio plazo, “al mismo tiempo, las presiones inflacionistas internas siguen siendo fuertes”.
De tal modo, Lagarde ha advertido de que la tasa de variación de los precios de los servicios sigue siendo persistente y oscilando en torno al 4%, tras cobrar cierto impulso en febrero, lo que refleja fundamentalmente el sólido crecimiento de los salarios y las tensiones en el mercado de trabajo, que hasta ahora se ha mostrado resistente a la desaceleración de la economía, reduciendo de forma automática la productividad del trabajo e impulsando al alza los costes laborales unitarios.
En esta coyuntura, Lagarde considera difícil evaluar si las presiones sobre los precios reflejan simplemente el desfase de la evolución de los salarios y de los precios de los servicios, y el carácter procíclico de la productividad, o si apuntan a presiones inflacionistas aún persistentes.
“Aunque hemos logrado avances relevantes en los tres criterios de nuestro marco, aún no estamos suficientemente seguros de que nos encontremos en una senda sostenible hacia nuestro objetivo de inflación”, ha advertido.
De esta manera, la francesa ha indicado que, para tener la confianza necesaria para comenzar la reversión de la orientación restrictiva de la política monetaria, el Consejo de Gobierno necesita confirmar progresos en el proceso de desinflación a través de la evolución de los salarios, así como de los márgenes de beneficios y del crecimiento de la productividad.
Sin embargo, considerando los retrasos de la disponibilidad de estos datos, “no podemos esperar hasta tener toda la información pertinente, puesto que podría conllevar el riesgo de retrasar demasiado el ajuste de la política”, por lo que Lagarde ha apuntado que “en los próximos meses” el BCE dispondrá de dos elementos importantes de evidencia que podrían mejorar su nivel de confianza en grado suficiente para introducir un primer cambio de la orientación de su política.
En primer lugar, en los próximos meses habrá más datos para confirmar si los salarios están creciendo de manera compatible con que la inflación alcance el objetivo de forma sostenible antes de mediados de 2025, tal como sugiere la información más reciente, aunque no será hasta finales de mayo cuando habrá datos sobre el crecimiento de los salarios negociados en el primer trimestre de 2024.
En segundo lugar, Lagarde ha recordado que en junio el BCE contará con nuevas proyecciones macroeconómicas que confirmarán si la senda de inflación prevista en marzo sigue siendo válida.
Dichas proyecciones de junio también proporcionarán, implícitamente, más información sobre la trayectoria de la inflación subyacente y permitirán una visión más clara de la fortaleza de la recuperación y de la posible la evolución del mercado laboral y, por tanto, de las consecuencias para los salarios, los beneficios y la productividad.
Asimismo, los datos de inflación que se irán conociendo proporcionarán un margen más amplio para evaluar si siguen siendo acordes en líneas generales con las proyecciones y de ser así, brindar mayor seguridad sobre el ajuste de los modelos a la dinámica de la inflación, por lo que ante un grado suficiente de alineación entre la senda de la inflación subyacente y las proyecciones, y suponiendo que la transmisión siga siendo intensa, el BCE podría así pasar a la “fase de reversión” del ciclo de política monetaria.
Sin embargo, Lagarde ha advertido que, a partir de ese momento, las presiones inflacionistas internas todavía serán visibles, asumiendo una tasa de inflación de los servicios que continuará siendo elevada durante la mayor parte de este año, lo que hará necesario “confirmar de forma continuada” que los nuevos datos respaldan las perspectivas de inflación.
De este modo, las decisiones del Consejo de Gobierno tendrán que continuar dependiendo de los datos y seguir un enfoque en el que se adoptarán en cada reunión, en respuesta a la nueva información disponible.
“Ello implica que, incluso tras la primera bajada de tipos, no podamos comprometernos de antemano con una senda concreta de tipos”, ha advertido Lagarde.
Asimismo, la presidenta del BCE ha subrayado que el marco de política monetaria seguirá siendo importante para procesar los nuevos datos y calibrar la orientación adecuada, asumiendo al mismo tiempo, que el peso relativo asignado a los tres criterios tendrá que examinarse de forma periódica.
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