El 19 de Octubre de 1987 fue el “Black Monday”, la mayor caída porcentual de Wall Street en un día. Aquél Lunes negro el Dow Jones bajó un 22.6% contagiando al resto de bolsas mundiales. A finales de octubre, los mercados bursátiles de Hong Kong, Australia, España, Reino Unido, Estados Unidos y Canadá habían caído un 45,5%, 41,8%, 31%, 26,45%, 22,68% y 22,5% respectivamente. El mercado neozelandés se vio especialmente afectado, cayendo un 60% desde su pico de 1987.
Los acontecimientos del Lunes Negro sirvieron para subrayar el concepto de “globalización”, que era todavía bastante nuevo en ese momento, demostrando el grado sin precedentes en que los mercados financieros de todo el mundo se habían entrelazado e interconectado tecnológicamente. El lunes negro condujo a una serie de reformas notables, incluyendo la posibilidad de suspender las negociaciones en caso de ventas rápidas del mercado. Además, la respuesta de la Reserva Federal sentó un precedente para que el banco central utilizara la “liquidez” para poner freno a las crisis financieras.
¿Qué ocurrió?
Como ocurre siempre con las grandes crisis financieras, los expertos han sacado muchas conclusiones a posteriori de lo sucedido pero ninguno avisó de lo que iba a ocurrir.
En los siete primeros meses del año 87 la bolsa americana había subido cerca de un 40%, los inversores internacionales se habían vuelto cada vez más activos en los mercados de EE. UU. Además, un nuevo producto de las empresas de inversión estadounidenses, conocido como “seguro de cartera”, se había vuelto muy popular. Era un producto que utilizaba futuros y opciones sobre índices bursátiles para asegurar a los inversores institucionales que no tenían que preocuparse si los precios de mercado parecían irrazonablemente altos. El seguro de cartera les permitiría salir con un daño mínimo si los mercados empezaran a caer. Simplemente venderían un número cada vez mayor de contratos de futuros, un proceso conocido como cobertura dinámica. Y se produjo una tormenta perfecta entre los modernos productos financieros que sujetaban la bolsa. Para salvar a un producto había que vender otro que a su vez forzaba a otro a ser vendido en un momento de pánico en el que nadie quería comprar nada. Hay quienes culpan también a una reacción en cadena entre los programas informáticos que simplemente hicieron algo más rápido lo que habría ocurrido de otra manera. Ya sabéis, si algo falla lo mejor es echarle la culpa al ordenador.
Aquí, un inversor veterano de Salomon Brothers lo cuenta muy bien, recordando la diferencia entre una recesión económica y una caída bursátil.
Recuerda una cosa. Las caídas nunca son causadas por bajos ingresos o un menor crecimiento económico. Esas cosas causan recesiones, pero no provocan un crach bursátil. Una cosa, sólo una, puede causar un crash: la venta forzada.
37 años ya del primer evento económico realmente global y posiblemente el momento en el que la economía y la bolsa siguieron caminos distintos.
Para terminar os dejo una foto que publicó el The Guardian cuando se cumplieron 25 años del Black Monday, que muestra de qué depende muchas veces la economía mundial.
2 comentarios
De todo esto, yo me quedo con que la FED puso liquidez para salvar el Casino…
Y cuando cayeron en que eso de ganancias privadas y perdidas publicas es un verdadero chollo, se tomo ese camino glorioso que nos esta llevando donde nos esta llevando…
Que es ni mas ni menos, que los políticos hipotecan absolutamente todo lo que tenemos, lo privado incluido y solo queda que los usureros ejecuten las hipotecas cuando los bobiernos no pueden hacer frente a los pagos…
Y lo anecdótico es que en realidad nos endeudamos más y más en gran parte para salvar nuestros propios usureros… Los políticos regalan un dinero a los mercados, para sanearlos porque son imprescindibles y hay que mantenerlos a flote a toda costa y luego esos mercados nos prestan ese dinero con intereses.
Y a veces nos prestan, para que tengamos de donde regalarles :-)