Más allá de cualquier indicador económico, el Euríbor se ve influenciado por las palabras de los diversos miembros del BCE, especialmente de su presidenta Christine Lagarde, quien destacó este viernes la importancia de la flexibilidad al ajustar los tipos de interés en medio de la incertidumbre económica global. En un foro del Fondo Monetario Internacional (FMI), celebrado en Washington y liderado por su directora Kristalina Georgieva, Lagarde subrayó que es clave estar preparados para adaptarse a las circunstancias cambiantes.
Lagarde señaló que para garantizar estabilidad, los bancos centrales deben adoptar una postura de “estabilidad sin rigidez”, lo que permite reaccionar rápidamente a los cambios económicos. En su discurso, la presidenta del BCE abordó el reto de evaluar el huella de las políticas monetarias, particularmente en un contexto donde la transmisión de estas políticas ha sido más incierta.
En los últimos años, instituciones como el BCE han tenido que lidiar con crisis sin precedentes, como la pandemia, la guerra en Europa y el shock energético. Estos eventos, según Lagarde, han transformado la economía y exigen un análisis profundo para comprender su verdadero alcance.
El pasado 12 de septiembre, el BCE redujo su tipo de interés de referencia al 3,5 %, marcando su segundo recorte en lo que va del año. Lagarde mencionó que en la reunión de octubre se decidirá si se producen nuevas bajadas, dependiendo de los datos económicos que se reciban. Este enfoque es similar al adoptado por Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal (Fed) de EE. UU., que recientemente anunció un recorte de medio punto en los tipos de interés.
A pesar de la incertidumbre, Lagarde defendió que las políticas monetarias han mantenido controladas las expectativas de inflación y que se espera que esta vuelva al 2 % en la segunda mitad de 2024. Sin embargo, advirtió que la digitalización y la volatilidad inflacionaria seguirán siendo retos a enfrentar.