Por una vivienda, los españoles “hipotecarán su existencia para conseguirlo”

En los últimos meses, el problema de la vivienda en España vuelto a saltar al escenario político debido a la dificultad creciente por acceder a una propiedad o incluso afrontar el coste del alquiler. Esta situación ha llevado a muchos a compartir piso o a renunciar a independizarse. Según expertos como Gonzalo Bernardos y Santiago Niño Becerra, la situación no parece mejorar. Ambos economistas, habituales en los medios, también comparten sus reflexiones en redes sociales, como Niño Becerra, quien ha lanzado una reciente reflexión sobre la vivienda a través de X (antes Twitter).

Niño Becerra clasifica la vivienda, la alimentación y el vestido como elementos esenciales, dado su carácter básico y la necesidad de la gente de conseguirlos “como sea”. Destaca que mientras los ingresos se han estancado, la alimentación y la ropa han sido más accesibles gracias a las marcas blancas y lowcost, algo que no ocurre con la vivienda. Según el economista, lo que ocurre con el negocio de la vivienda es que este se basa “en la escasez, tras el retroceso, en mayor o menor medida, de los Estados en el suministro de este elemento básico”, lo que ha derivado en que el hecho de que “alguien tenga que destinar el 40% de sus ingresos, o más” para la compra de un piso se haya convertido en un “negocio económico”. “Las personas, necesitadas imperiosamente de un techo, hipotecarán su existencia para conseguirlo” , algo que condicionará sus gastos y, como consecuencia, llevando a “un escenario de renta estancada”.

A diferencia de los sectores de la alimentación y la ropa, que ofrecen beneficios a empresas y distribuidores, la construcción de viviendas, debido a su largo proceso y las garantías exigidas, no resulta tan atractiva para la iniciativa privada, excepto en el caso de propiedades de alto precio, dirigidas a un nicho muy específico.

Para solucionar esta crisis, Niño Becerra propone dos posibles caminos: que se descubra un proceso de automatización en la construcción que reduzca drásticamente los costes y tiempos, atrayendo a la iniciativa privada, o que los Estados asuman un papel activo en la construcción de viviendas públicas. De no hacerse, advierte que el resultado será el regreso al barraquismo y al hacinamiento.