Las actas de la reunión del Banco Central Europeo (BCE) del 12 de septiembre, publicadas recientemente, revelan que los responsables de la política monetaria están considerando con cautela futuros recortes de los tipos de interés. A pesar de las crecientes preocupaciones sobre el crecimiento económico en la zona euro, los riesgos de inflación han quedado en segundo plano. Este cambio de enfoque es relevante, especialmente cuando se considera el contexto de la economía europea, que ha estado lidiando con diversos desafíos en los últimos meses.
Los analistas e inversores anticipan con confianza una nueva reducción de tipos en la próxima reunión del BCE, programada para el 26 de septiembre, y los futuros del mercado también apuntan a otro recorte en diciembre. Sin embargo, el consejo de gobierno del BCE, que incluye a 26 miembros, ha adoptado una postura más reservada, subrayando que no se realizarán movimientos prematuros. Christine Lagarde, presidenta del BCE, ha indicado que la débil demanda de crédito en la eurozona seguirá siendo un factor determinante, previendo que esta tendencia persistirá hasta 2025.
Las actas subrayan que el crecimiento del crédito ha permanecido estancado, con tasas cercanas a cero en julio. En particular, el crédito a empresas ha mostrado un ligero descenso, mientras que el crédito a los hogares experimentó un ligero aumento. Esto refleja, según el BCE, unas condiciones de financiación que siguen siendo restrictivas y que probablemente continuarán afectando el crecimiento del crédito en los próximos años. “Es un signo preocupante que la dinamización del crédito esté tan limitada, ya que este es un motor clave para el crecimiento económico”, afirmó un economista del BCE.
En el análisis de Carsten Brzeski, director global de macroeconomía en ING, se destaca la inusual publicación de las actas, una semana antes de la próxima reunión. Esto limita la información sobre las futuras decisiones del BCE y señala la rápida evolución del pensamiento dentro del organismo. “La diferencia en la evaluación de la situación económica en solo unas semanas es notable”, señaló Brzeski.
A pesar de la ralentización del crecimiento, la tasa de desempleo en la Eurozona se mantiene en mínimos históricos. Sin embargo, la contracción del Producto Interno Bruto (PIB) indica un desenlace complicado para la economía europea. Durante el verano, la aversión al riesgo entre los inversores ha llevado a un desempeño superior de los sectores defensivos en comparación con los cíclicos, lo que refleja una preferencia por acciones que suelen ser más estables en tiempos de incertidumbre económica.
Con respecto a las expectativas de inflación, el BCE mantiene proyecciones que son coherentes con las evaluaciones realizadas en junio. Se prevé que la inflación aumente en la última parte de 2024, en parte debido a la disminución de los precios de la energía que dejarán de incluirse en las tasas anuales. Sin embargo, se espera que la inflación se estabilice en torno al 2% hacia la segunda mitad del próximo año, respaldada por un proceso de desinflación y el endurecimiento de la política monetaria anterior que se traducirá gradualmente en precios más estables para los consumidores.
El cuadro macroeconómico elaborado por el BCE indica que, aunque la mayoría de los indicadores de expectativas de inflación a largo plazo se mantienen en torno al 2%, también se reconoce que algunos indicadores del mercado han retrocedido más cerca de ese umbral desde la última reunión. Esta situación refleja la complejidad del entorno económico actual, donde las políticas del BCE deben equilibrar el crecimiento y la inflación.