Si los hipotecados tenían un nubarrón de cara a la reunión de este jueves del BCE era el precio del petroleo y la energía que se habían disparado a raíz del conflicto en Oriente medio.
Afortunadamente hoy, los futuros del petróleo han experimentado una caída significativa, alejándose de la barrera psicológica de los 80 dólares por barril, una cota que el crudo Brent —referente en Europa— había superado la semana pasada. Este retroceso se debe a una combinación de factores, como las crecientes dudas sobre la demanda de China y los recortes en las previsiones de consumo mundial de petróleo, realizados recientemente por la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).
A las 19:25 hora peninsular española, el Brent bajaba un 1,76%, situándose en 77,65 dólares (71,25 euros) por barril, mientras que su homólogo estadounidense, el West Texas Intermediate (WTI), caía un 2,05%, hasta los 74,01 dólares(67,91 euros). Estas cifras reflejan un retroceso marcado respecto a los máximos recientes, y sugieren una mayor incertidumbre en los mercados de energía.
Uno de los motivos de este descenso es la respuesta decepcionante de los inversores ante los estímulos económicos anunciados por China el pasado fin de semana. A pesar de los esfuerzos del gobierno chino por impulsar su economía, los mercados siguen preocupados por el lento crecimiento y la disminución de la demanda energética en el país asiático, que es uno de los mayores consumidores de petróleo a nivel mundial.
Además, la OPEP ha recortado sus previsiones de demanda para 2024 y 2025, citando a China como un factor clave en esta decisión. Según las estimaciones del cartel, el crecimiento en el consumo de crudo por parte de China se desacelerará, pasando de 640.000 barriles diarios a 580.000. Este descenso se refleja también en las importaciones chinas de petróleo, que han caído casi un 3% interanual en los primeros nueve meses del año, hasta los 10,99 millones de barriles diarios. Esta tendencia puede atribuirse tanto a la desaceleración económica postpandémica como al crecimiento en la adopción de vehículos eléctricos en el país, lo que está reduciendo la demanda de combustibles fósiles.
Otro factor que está influyendo en los mercados petroleros es la creciente tensión en Oriente Medio. En particular, los inversores están vigilando de cerca las posibles represalias de Israel contra Irán tras el ataque con misiles del 1 de octubre. Si estas tensiones escalan y afectan infraestructuras clave como las refinerías o terminales exportadoras iraníes, la oferta de petróleo podría verse gravemente comprometida, generando más inestabilidad en los precios.
Es importante recordar que, hasta el 27 de septiembre, el Brent cotizaba en torno a los 72 dólares (66,07 euros), lo que representaba un descenso del 7,8% respecto a los niveles actuales. Este declive se explica en gran medida por las preocupaciones sobre el crecimiento económico global, que continúa siendo débil, y por un exceso de oferta de crudo que ha superado la demanda en las últimas semanas.
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