Las hipotecas a largo plazo son una opción que se ha vuelto más restringida en los últimos años, especialmente para los solicitantes de mayor edad. Actualmente, los bancos en España tienden a ofrecer hipotecas con un plazo máximo de 30 años, una práctica que se ha consolidado debido al endurecimiento de las políticas de riesgo. Esta restricción se vuelve aún más severa para las personas de avanzada edad, quienes se enfrentan a dificultades adicionales para obtener financiación, ya que su margen de tiempo para amortizar el préstamo es limitado.
Uno de los factores clave que influye en la concesión de hipotecas es la edad del solicitante. Las entidades bancarias suelen fijar un límite máximo de 75 años para haber terminado de pagar el préstamo. Esto significa que si una persona de 60 años desea contratar una hipoteca, solo tendrá 15 años como máximo para devolverla. Como resultado, el plazo de amortización más corto eleva las cuotas mensuales, lo que exige un mayor nivel de ingresos para cumplir con los requisitos del banco. Además, estas mayores cuotas pueden hacer que la hipoteca sea menos accesible para aquellos con ingresos más bajos o un historial financiero menos sólido.
Aunque la situación es más complicada para las personas mayores, los jóvenes tampoco lo tienen fácil. Según explica Simone Colombelli, director de Hipotecas en iAhorro, los solicitantes de entre 40 y 50 años son los que suelen conseguir las mejores condiciones en una hipoteca. A esta edad, las personas han alcanzado su mayor estabilidad financiera, con mayores ingresos y una mayor capacidad de ahorro acumulada, factores que son muy valorados por los bancos. Esto les permite obtener mejores condiciones que los usuarios más jóvenes, de entre 20 y 30 años, quienes suelen tener menor capacidad económica y menos ahorro disponible.
Para los mayores de 58 años, la posibilidad de acceder a una hipoteca se complica aún más, sobre todo si no pueden comprometerse a un plazo de amortización inferior a los 20 años. Algunos bancos ofrecen préstamos a 15 años para este perfil, pero a partir de los 70 años las opciones son extremadamente limitadas. En muchos casos, los bancos exigen garantías adicionales, como un aval o un segundo titular, que suele ser un hijo u otro familiar que pueda hacerse cargo del pago en caso de fallecimiento del titular principal.
Un aspecto que empeora con la edad es el coste de los productos vinculados, como los seguros de vida, que suelen ser obligatorios en muchas hipotecas. Estos seguros aumentan de precio conforme avanza la edad del asegurado, lo que encarece aún más el coste total de la hipoteca. Este gasto adicional puede suponer una carga financiera significativa, especialmente para quienes ya tienen unas cuotas elevadas por un plazo de amortización corto.
A pesar de estas barreras, los bancos priorizan el perfil financiero del solicitante a la hora de conceder una hipoteca. La solvencia económica, ya sea en activo o como pensionista, y la posibilidad de contar con un segundo titular son factores determinantes para acceder a mejores condiciones de financiación. En resumen, la edad no es el único factor, pero sí uno que limita drásticamente las opciones a medida que el tiempo avanza.
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