El Banco Central Europeo (BCE) se prepara para anunciar mañana un recorte de 0,25 puntos porcentuales en los tipos de interés, una medida ampliamente esperada por los mercados financieros. Con esta decisión, los tipos pasarían del 3,5% al 3,25%, en respuesta al debilitamiento del crecimiento económico en la eurozona y a una inflación que ha resultado inferior a lo previsto. Este sería el primer paso de una serie de recortes que podrían prolongarse hasta 2025, según las predicciones de importantes gestoras internacionales.
El contexto económico actual ha puesto al BCE en una situación delicada. Erick Muller, director de Estrategia de Muzinich & Co., anticipa que el recorte de mañana será solo el primero de varios, con otros recortes similares en diciembre y enero. De acuerdo con Muller, los tipos de interés podrían alcanzar un 2% a mediados de 2025, una cifra que algunos expertos consideran adecuada para estabilizar la economía sin generar un resurgimiento inflacionario.
Sin embargo, esta trayectoria no siempre estuvo tan clara. Hace apenas unas semanas, ni los mercados ni los responsables políticos esperaban una acción tan temprana. Como señala Tomasz Wieladek, economista jefe de Europa en T. Rowe Price, fueron los recientes datos económicos —especialmente los PMI de septiembre y la inflación de los servicios— lo que cambió las perspectivas. Esta debilidad macroeconómica ha forzado al BCE a adelantar decisiones, que en un principio se pensaban para fin de año.
Konstantin Veit, gestor de carteras en PIMCO, coincide en que la reciente fragilidad económica ha sido un factor determinante. Aunque en un principio se esperaba que el BCE esperara hasta diciembre para efectuar un recorte, el panorama más sombrío ha llevado al Consejo de Gobierno a actuar de manera más rápida.
La caída de la inflación por debajo del objetivo del 2%, algo que no ocurría desde hace más de tres años, ha sido el principal argumento detrás de esta nueva política monetaria. Steven Bell, economista jefe de Columbia Threadneedle Investments, destaca que la situación en Italia y Francia, con presupuestos restrictivos y una economía débil, ha facilitado esta medida, creando las condiciones ideales para que el BCE inicie su ciclo de relajación.
No obstante, algunos analistas advierten sobre los riesgos en ambos frentes: la incertidumbre geopolítica y los precios del petróleo al alza, como consecuencia del conflicto en Oriente Medio, podrían afectar la inflación. En paralelo, el debilitamiento económico de la eurozona podría llevar a una recesión más profunda, lo que requeriría medidas aún más agresivas por parte del BCE. Felix Feather, economista de abrdn, subraya que este doble riesgo obliga al banco a mantener una política flexible y dependiente de los datos.
Desde Bank of America, por su parte, se muestran en desacuerdo con el mercado en cuanto a la profundidad del ciclo de recortes. Argumentan que el mercado subestima las diferencias entre la economía estadounidense y la europea, lo que podría llevar a ajustes inesperados en las políticas monetarias de ambas regiones.
Con todo, Christine Lagarde, presidenta del BCE, se enfrenta a un panorama complicado. A pesar de los signos de desinflación, el banco no puede permitirse una victoria prematura. Las políticas del BCE seguirán dependiendo de los datos, con una expectativa de nuevos recortes en los próximos meses, pero siempre bajo la premisa de una cautela extrema.
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