El gobernador del Banco de Francia y miembro del Consejo de Gobierno del BCE, François Villeroy de Galhau, ha subrayado la necesidad de que el Banco Central Europeo mantenga una política monetaria flexible en un contexto de desaceleración económica y menor inflación. Durante un evento en París, Galhau explicó que, si bien es importante seguir reduciendo el carácter restrictivo de las políticas monetarias, el ritmo de estas decisiones debe ser pragmático y ágil.
Estas declaraciones llegan justo un día después de que Eurostat anunciara que la inflación en la eurozona se moderó en septiembre hasta el 1,7%, por debajo del objetivo del 2% que el BCE considera clave para garantizar la estabilidad de los precios. A esto se sumó la decisión del BCE de reducir los tipos de interés en 25 puntos básicos, dejándolos en el 3,25%. Este recorte se enmarca en los esfuerzos del banco central para apoyar a la economía en un entorno de crecimiento debilitado, especialmente en países como Alemania y Francia, que han mostrado señales claras de ralentización.
“No es la primera bajada de tipos y no será la última”, advirtió Villeroy, dejando la puerta abierta a futuros recortes de tipos de interés. Según el funcionario, el BCE evaluará las decisiones futuras basándose en los datos económicos disponibles, más allá de la volatilidad de los indicadores mensuales. La evaluación incluirá tanto los indicadores adelantados como las previsiones económicas, garantizando que la política monetaria siga siendo adaptable a las circunstancias cambiantes.
Por otro lado, Madis Müller, gobernador del banco central de Estonia, también aportó su visión en relación a la evolución de la inflación. Aunque Müller reconoció que la inflación está bajo control, destacó que aún persisten riesgos, particularmente relacionados con los sectores de servicios y salarios. Sin embargo, describió el proceso de desinflacióncomo “robusto” y coincidió con Villeroy en que ya no es necesario mantener una política tan restrictiva para contener los precios.
Pese a las preocupaciones por el crecimiento, Müller se mostró optimista al descartar un escenario de recesión para la eurozona, afirmando que lo que se está experimentando es una “ralentización del crecimiento”, pero no una contracción profunda de la actividad económica. Este análisis es consistente con la visión del BCE de que, aunque el crecimiento se ha moderado, la inflación está siguiendo una tendencia hacia el objetivo del 2%, lo que permitiría cierta relajación de la política monetaria en el futuro cercano.
En resumen, el BCE parece estar preparado para ajustar sus decisiones a medida que evolucionen las condiciones económicas, adoptando una postura que combina flexibilidad y prudencia en un contexto de incertidumbre internacional.