La victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos no solo ha sacudido el panorama político estadounidense, sino que también ha encendido las alarmas económicas en Europa. Los analistas ya anticipan repercusiones significativas para la política monetaria europea, comenzando con una posible aceleración de los recortes de tipos de interés por parte del Banco Central Europeo (BCE) lo cual implicaría una bajada del Euríbor y de las hipotecas.
Gilles Moëc, economista jefe de AXA Investment Managers, destaca que los resultados electorales dan un mandato firme a los republicanos. Aún más, si logran asegurarse un “barrido completo” dominando la Casa Blanca, el Senado y manteniendo su control sobre la Cámara de Representantes, Trump tendría un terreno más fértil para impulsar su agresiva agenda económica. Esto podría incluir tanto aranceles comerciales elevados como políticas restrictivas en materia de inmigración, con repercusiones inmediatas en el comercio internacional y la estabilidad económica global.
La agenda de Trump no se limita a las relaciones exteriores. Según Moëc, los conservadores fiscales del Partido Republicano podrían buscar mitigar los costos de los proyectos de Trump, sobre todo si las propuestas de gasto se tornan demasiado ambiciosas. Sin embargo, el mismo Trump tiene opciones para compensar esas restricciones: podría enfocarse en aranceles más elevados, una herramienta que no requiere la aprobación legislativa y que además genera ingresos adicionales. Esto es algo que preocupa a Europa, dado que la tensión comercial suele traducirse en una inflación más alta y en un entorno económico más volátil.
De hecho, un escenario de tasas de interés en aumento y un dólar más fuerte ya ha comenzado a perfilarse en los mercados financieros, lo que podría ejercer presión sobre los bonos europeos. “Hay bastante contagio de los rendimientos a largo plazo de Estados Unidos sobre los europeos”, advierte Moëc. Esto complicaría aún más el equilibrio fiscal en Europa, donde el BCE se ve como la única entidad capaz de actuar con rapidez para contrarrestar esos efectos. La previsión es clara: recortes más acelerados de los tipos de interés para intentar mitigar la presión externa y sostener el crecimiento.
Este posible “Trump trade” – como lo denominan en los círculos financieros – también trae riesgos asociados para el comercio europeo. Por ejemplo, los aranceles del 10% a productos europeos podrían ser manejables, pero si Trump reintroduce medidas como un arancel del 60% sobre productos chinos, se desencadenaría una ola de competencia y posibles devaluaciones del yuan. Esto podría empujar a las exportaciones europeas a una posición más frágil, exacerbando la incertidumbre económica.
Por otro lado, el mercado de la energía se mantiene bajo escrutinio. La inestabilidad en Oriente Medio, que ya ha mostrado signos de resurgimiento, añade una capa más de complejidad. Si las tensiones geopolíticas escalan, la volatilidad de los precios de la energía podría entorpecer cualquier recuperación o estabilidad que Europa busque mantener en este nuevo entorno económico global.
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