La economía de la zona euro está mostrando signos de agotamiento y los analistas empiezan a ajustar rápidamente sus expectativas sobre la política monetaria del Banco Central Europeo (BCE). Lo que hasta hace poco parecía improbable se está convirtiendo en una realidad inevitable: la necesidad de bajar los tipos de interés con mayor celeridad para sostener el crecimiento y evitar una crisis económica más profunda.
Según el último informe de Deutsche Bank, el tipo terminal del BCE —la tasa más baja alcanzada tras un ciclo de recortes— se situará entre el 1% y el 1,75%, notablemente por debajo de la anterior previsión de 2,25%. “Estamos reduciendo nuestra previsión central desde el 2,25% hasta el 1,50%, aunque no se descarta que llegue a un nivel más bajo”, indican los economistas del banco alemán. Esta revisión refleja la creciente preocupación por la desaceleración económica y el riesgo de nuevos choques, como el posible huella de los aranceles de Estados Unidos sobre las exportaciones europeas.
Los factores que condicionarán este escenario son múltiples y complejos. En primer lugar, la evolución de la economía alemana, que sigue enfrentando un shock de confianza y una reducción de la inversión. A esto se suma la situación económica global, con China debilitada y una desaceleración sincronizada de las economías más importantes. Los precios del petróleo, que han caído con fuerza desde el verano, también están empujando la inflación a la baja más rápido de lo previsto, lo que obliga al BCE a replantearse su política monetaria.
A esta incertidumbre se suma la amenaza de un nuevo ciclo de proteccionismo estadounidense. La administración de Donald Trump, quien podría regresar al poder en 2025, ha vuelto a poner sobre la mesa la posibilidad de imponer aranceles a las importaciones europeas. “La perspectiva de mayores aranceles de EE.UU. amenaza con un nuevo choque de términos de intercambio”, advierte el informe de Deutsche Bank. Un arancel del 10% sería manejable, pero uno del 50-60% sobre China podría resultar devastador, ya sea por su huella directo en la demanda china o por la devaluación del yuan que incentivaría a los exportadores chinos a inundar los mercados europeos con productos baratos.
En este contexto, las perspectivas de crecimiento son cada vez más sombrías. UBS, otro importante actor financiero, también ha revisado sus proyecciones de crecimiento para la zona euro a la baja, situando la expansión del PIB en un modesto 0,7% para 2024 y 1% en 2025. “Esperamos que el BCE recorte los tipos más de lo previsto, quizá en bloques de 50 puntos básicos, si los datos continúan deteriorándose”, afirman los analistas Dean Turner y Matthew Gilman.
Las políticas fiscales de los países europeos añaden otro nivel de complejidad. La austeridad fiscal en Francia y las dificultades económicas de Alemania están limitando la capacidad de la zona euro para reaccionar de forma contundente. “La mayor cantidad de ahorro público, sumada a un alto nivel de ahorro privado, podría lastrar la recuperación económica”, señala Deutsche Bank. Al mismo tiempo, los gobiernos de las principales economías europeas están lidiando con sus propios retos internos.
Christine Lagarde, presidenta del BCE, no ha dudado en apuntar a Trump como un riesgo para la economía europea. Durante su última conferencia de prensa, subrayó los peligros que supondrían aranceles punitivos para las exportaciones europeas. “El huella de los aranceles en el crecimiento y la inflación es incierto, pero puede ser desinflacionista y afectar el superávit por cuenta corriente de la zona euro”, añade el informe de UBS.
El debate sobre la respuesta del BCE está también marcado por la diferencia de enfoques dentro del propio Consejo de Gobierno. Los “halcones”, que tradicionalmente abogan por mantener tipos más altos, han comenzado a cambiar de postura. Gilles Moëc, economista jefe de AXA, destaca que “los recortes de tipos del BCE tendrán que acelerarse para evitar un colapso económico en Europa”.
El tiempo apremia, y el BCE parece ser la única institución con capacidad de reacción rápida. Por ello, los mercados ya se preparan para nuevas rebajas de tipos, que podrían ser más contundentes de lo esperado. “Si los datos continúan decepcionando, vemos probable un recorte de 50 puntos básicos en la próxima reunión”, concluye Michiel Tukker, economista de ING, señalando que los riesgos para el crecimiento pesan más que las preocupaciones inflacionarias en este momento.
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