Las tierras raras son un grupo de 17 elementos químicos de la tabla periódica, como el neodimio, el disprosio y el terbio. Aunque no son especialmente raros en términos de abundancia, su extracción y procesamiento son complicados debido a su dispersión en la corteza terrestre y el huella ambiental asociado.
Se usan principalmente en tecnologías avanzadas y dispositivos esenciales para la transición energética, como los imanes de alta potencia en turbinas eólicas y motores de vehículos eléctricos, así como en productos electrónicoscomo teléfonos inteligentes, pantallas, láseres y sistemas de defensa. Son vitales para el desarrollo de energías limpias y tecnologías modernas.
La carrera global por los elementos de tierras raras se ha intensificado, y el epicentro del desajuste se encuentra en Myanmar. En medio de una prolongada guerra civil, la toma de un importante centro minero por parte del Ejército Independiente Kachin (KIA) ha generado graves interrupciones en la cadena de suministro, lo que ha disparado los precios mundiales de estos elementos críticos.
El 18 de octubre, el KIA capturó Pang War, la mina más grande de tierras raras de Myanmar. A raíz de esta ofensiva, los informes locales confirman que las operaciones mineras se encuentran prácticamente paralizadas, especialmente después de que China decidiera imponer un embargo comercial en respuesta. Este embargo ha implicado el cierre de fronteras y la suspensión de suministros vitales como combustible, productos químicos y alimentos, afectando duramente a las comunidades mineras de la región.
Myanmar representa aproximadamente el 50% del suministro global de tierras raras pesadas, como el disprosio y el terbio, esenciales en tecnologías limpias y de alta tecnología. En 2023, el país exportó 50,000 toneladas de óxidos de tierras raras (REOs) a China, cifra que supera con creces la cuota de extracción de 19,000 toneladas que China se ha impuesto a sí misma. Esta dependencia no es menor: sin las exportaciones de Myanmar, China vería comprometida su capacidad de procesamiento, ya que el país asiático controla el 90% de esta industria a nivel global.
No obstante, el conflicto ha dejado a los actores globales en vilo. Las restricciones ambientales dentro de China y la suspensión de las operaciones en Myanmar podrían generar un déficit relevante en la oferta, según un análisis de Huatai Securities citado en medios chinos.
El precio de las tierras raras ya ha mostrado una tendencia al alza desde que se conoció la toma de Pang War. Las tensiones geopolíticas no se limitan solo al sudeste asiático; hay rumores de que Beijing podría endurecer aún más las exportaciones de estos minerales clave, especialmente en un contexto de crecientes fricciones comerciales con Estados Unidos y Europa. La reciente elección presidencial estadounidense también podría ser un catalizador para decisiones estratégicas en China.
Si Beijing opta por restricciones más severas, es probable que los precios de las tierras raras continúen en aumento, ejerciendo presión sobre las industrias tecnológicas y de energía renovable que dependen de estos materiales para fabricar turbinas eólicas, vehículos eléctricos (EV) y componentes electrónicos avanzados. En un informe de Global Witness, se destacó cómo la transición hacia energías limpias ha impulsado la demanda de tierras raras, exponiendo además la explotación ambiental y los daños sufridos por las comunidades locales en Myanmar.
La hegemonía china sobre las tierras raras no es accidental. Desde hace años, Beijing ha estructurado su dominio en esta industria, controlando no solo las minas, sino también las plantas de procesamiento necesarias para transformar estos elementos en materiales de alto valor. Pero esta dependencia ha tenido consecuencias: la falta de regulación y las condiciones precarias en las minas de Myanmar han dejado una huella ecológica preocupante, afectando vastas áreas del estado de Kachin, en la frontera con China.
La situación actual evidencia una paradoja global: mientras las naciones buscan acelerar la transición hacia tecnologías sostenibles, se enfrentan a una crisis de suministro impulsada por conflictos y tensiones geopolíticas. Los precios en alza podrían retrasar proyectos clave de infraestructura verde y encarecer dispositivos electrónicos, mientras las empresas buscan alternativas para diversificar su acceso a estos materiales estratégicos.
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Desde hace años, Beijing ha estructurado su dominio en esta industria
Es lo que tiene planificar a largo plazo.
Ahí lo dejo
O séase todo esto verde no es tan verde, porque destroza las ecosistemas en muchos paises...
mas de lo mismo que deslocalizar la industria a otros sitios y proclamarte verde...
Porque claro, consumir menos t.onterias y despegarse del internet para que no gaste tanta energía, eso para los urbanitas es el fin del mundo....
Y ya es hora de dar datos de cuanta energía se gasta cuando se comparte frenéticamente el video viral de turno, que no es que aporte algo útil que digamos...