Parece que no tiene mucha relación pero al Euríbor no le gusta que suban demasiado que te suban el sueldo. El Banco Central Europeo (BCE) se encuentra en una encrucijada inesperada tras la publicación de un sorprendente dato de crecimiento salarial en la eurozona. Mientras la inflación daba señales de moderación y los mercados asumían un horizonte de recortes de tipos para 2025, el aumento interanual del 5,42% en los salarios negociados ha sacudido las proyecciones. Este incremento, el mayor registrado desde 1993, complica los planes de política monetaria del BCE y reaviva el debate entre los miembros de su Consejo de Gobierno.
El BCE ha reducido los tipos de interés tres veces este año, situando la tasa de depósito en el 3,25%. Sin embargo, los inversores han reaccionado rápidamente al dato salarial, ajustando sus expectativas: los swaps ahora anticipan un tipo del 1,88% para octubre de 2025, frente al 1,66% previsto previamente. Este cambio refleja una reducción implícita de 22 puntos básicos en las bajadas proyectadas, una señal de que el mercado teme que las presiones inflacionarias no desaparezcan tan rápido como se esperaba.
El incremento de los salarios negociados en la eurozona se explica en gran parte por Alemania, donde estos crecieron un 8,8% interanual en el tercer trimestre, frente al 3,1% del trimestre anterior. Incluso excluyendo pagos únicos, los salarios subieron un 5,6%, subrayando la fortaleza del mercado laboral alemán. Estos aumentos, a menudo impulsados por bonus no recurrentes, distorsionan el panorama a corto plazo, pero también apuntan a desafíos estructurales en la contención de la inflación.
Para el BCE, el principal problema no es tanto la inflación general, sino la subyacente, que excluye energía y alimentos. Un aumento sostenido de los salarios puede alimentar esta inflación a través de dos canales: mayores costes para las empresas y un incremento en el consumo. Ambos factores complican la tarea del BCE de estabilizar los precios al 2%, objetivo que podría mantenerse fuera de alcance si los salarios siguen creciendo a este ritmo.
Christine Lagarde, presidenta del BCE, ha advertido previamente sobre los efectos de segunda ronda, en los que un crecimiento salarial sostenido podría desembocar en una espiral inflacionaria difícil de controlar. Si este escenario se materializa, el BCE podría verse obligado a mantener los tipos de interés altos durante más tiempo, retrasando cualquier alivio para empresas y hogares.
Algunos consideran que el dato salarial refleja un rebote del gato muerto —una anomalía temporal impulsada por bonus excepcionales—, otros temen que el BCE deba replantear su estrategia. El reciente acuerdo salarial de IG Metall, el mayor sindicato industrial de Alemania, contempla incrementos más moderados del 2% en 2025 y del 3,1% en 2026. Este pacto podría influir positivamente en las previsiones de crecimiento salarial, pero aún es pronto para garantizar un alivio.
Por otro lado, los beneficios de los salarios más altos no pueden ignorarse: contribuyen a recuperar el poder adquisitivo perdido durante la crisis inflacionaria y a estimular la economía interna. No obstante, equilibrar estos efectos positivos con la necesidad de controlar la inflación será uno de los mayores desafíos para el BCE en los próximos años.
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