El Banco Central Europeo (BCE) se prepara para seguir reduciendo los tipos de interés, siempre y cuando las previsiones de inflación se ajusten a los objetivos fijados por la institución. Así lo ha confirmado Luis de Guindos, vicepresidente del BCE, en una entrevista al medio finlandés Helsingin Sanomat. Según el economista español, la trayectoria es clara: “Si se confirman nuestras previsiones, seguiremos haciendo menos restrictiva nuestra política monetaria”.
De Guindos destacó que uno de los principales elementos que determinarán las futuras decisiones del BCE es la inflación de los servicios, que actualmente se encuentra en el 4%. Este componente está estrechamente relacionado con la evolución de los salarios, que podrían desacelerar la subida de precios en este sector. “Si la inflación de los servicios empieza a desacelerarse, creemos que la inflación convergerá constantemente hacia el objetivo”, explicó.
En septiembre, las proyecciones del BCE situaban la inflación general en un 2,5% para 2024, con una caída gradual al 2,2% en 2025 y al 1,9% en 2026. Estas cifras, junto con las actualizaciones que se presentarán en diciembre, serán fundamentales para definir el ritmo de las próximas decisiones de política monetaria.
De Guindos enfatizó que la incertidumbre actual dificulta hacer predicciones exactas sobre cuántos recortes adicionales se llevarán a cabo o cuál será su magnitud. Sin embargo, reiteró que el BCE mantiene un enfoque de evaluación reunión a reunión, basado en la evolución de los datos económicos.
En octubre, el BCE redujo los tipos de interés en un cuarto de punto, situando el precio del dinero en el 3,25%. Fue el tercer recorte del año y el segundo consecutivo, tras la rebaja de septiembre. Este movimiento refleja una estrategia clara para suavizar las condiciones monetarias, después de un ciclo de fuertes subidas de tipos iniciado en 2022 para frenar una inflación descontrolada.
La clave de estas decisiones radica en acercar la inflación al objetivo del 2% a medio plazo, un objetivo que parece más alcanzable según las tendencias actuales. De confirmarse este escenario, los hogares y empresas podrían beneficiarse de una política monetaria más flexible, lo que incentivaría el consumo y la inversión en una economía europea que todavía busca consolidar su recuperación tras los años de crisis inflacionaria.
No obstante, la moderación de los tipos debe gestionarse con cuidado para evitar reavivar presiones inflacionarias. La reunión de diciembre del BCE será importante, ya que se actualizarán las previsiones macroeconómicas que marcarán el rumbo de las futuras decisiones.
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