La rentabilidad del bono francés a diez años ha superado este jueves a la de su equivalente griego, un hecho sin precedentes que refleja la creciente incertidumbre política en Francia. Según los datos de mercado, el rendimiento del bono galo fluctuaba entre el 2,964% y el 3,025%, mientras que el de Grecia se movía en una horquilla ligeramente inferior, del 2,973% al 3,008%.
En comparación, el bono español a diez años se situaba en el 2,88%, destacando la estabilidad relativa de su deuda, mientras que el ‘bund’ alemán, referencia europea, mantenía su rendimiento en torno al 2,15%.
El fenómeno ha llamado la atención no solo por el contraste con Grecia, un país que hasta hace poco era sinónimo de crisis financiera en la eurozona, sino también por el impacto en la imagen internacional de Francia, que enfrenta tensiones políticas internas.
Tensiones políticas y presupuesto en el aire
La raíz de esta situación parece estar en la inestabilidad política del Gobierno liderado por Michel Barnier. La incapacidad para alcanzar consensos en torno al presupuesto y la amenaza constante de una moción de censura han generado incertidumbre. La izquierda y la extrema derecha, encabezadas por el Nuevo Frente Popular y el partido de Marine Le Pen, respectivamente, podrían unir fuerzas para reunir los 289 votos necesarios y forzar la caída del Ejecutivo.
El Gobierno de Barnier todavía cuenta con la controvertida herramienta del artículo 49.3 de la Constitución francesa, que permite aprobar presupuestos sin necesidad de una votación parlamentaria. Sin embargo, cada vez que se emplea esta medida, se intensifican las tensiones políticas, ya que habilita automáticamente mociones de censura que podrían ser letales para el Ejecutivo.
Reacciones del Gobierno y advertencias del ministro de Finanzas
El ministro de Finanzas, Antoine Armand, ha restado importancia a la comparación con Grecia, afirmando que “Francia no es Grecia”. En declaraciones a BFMTV, Armand subrayó la fortaleza de la economía francesa, su mercado laboral, su capacidad de atracción de inversiones y su peso demográfico como pilares sólidos.
Sin embargo, admitió que el diferencial en los rendimientos es un recordatorio de que Francia debe “hacer su trabajo”. Aludiendo a los ajustes realizados en países como España o Italia durante sus respectivas crisis, el ministro destacó la necesidad de tomar medidas presupuestarias para recuperar el control financiero. “Si hacemos este esfuerzo, mañana podremos invertir y hacer negocios”, declaró, aludiendo al objetivo de reducir el déficit al 5% en 2025 y al 3% en el futuro cercano.
Un contexto europeo de riesgos y comparaciones
El contraste entre Francia y Grecia, más allá de lo financiero, pone de manifiesto los retos que enfrenta la segunda mayor economía de la eurozona para mantener la confianza de los mercados. Mientras Grecia ha hecho esfuerzos relevantes para reducir su deuda tras años de crisis, Francia lucha con la percepción de un gobierno paralizado y un panorama político fragmentado.
La imagen en los mercados: el avión francés pierde altura
Armand describió la situación con una metáfora reveladora: “Francia es como un avión que corre el riesgo de perder el control en pleno vuelo”. La solución, argumentó, pasa por un presupuesto responsable que evite que el país se quede rezagado frente a sus vecinos europeos.