Este jueves, el Banco Central Europeo (BCE) enfrenta una decisión que podría marcar un giro en su estrategia monetaria: un posible recorte de los tipos de interés en 50 puntos básicos. Aunque la mayoría de los analistas descarta este movimiento, algunos consideran que no es una opción completamente descartable. La incertidumbre recae en si el BCE priorizará el control de la inflación o enfocará sus esfuerzos en estimular el crecimiento económico en una eurozona marcada por tensiones internas y externas.
Según JP Morgan, la única entidad que abiertamente respalda la posibilidad de un recorte de tal magnitud, la medida podría interpretarse como un cambio audaz hacia una política más expansiva. Sin embargo, expertos como Ipek Ozkardeskaya, de Swissquote Bank, ven más probable un enfoque más moderado. “Un recorte de 25 puntos básicos, acompañado de un cambio en la narrativa del BCE hacia el crecimiento, parece más factible”, afirma. En este escenario, el impacto en el euro sería limitado.
Más allá de la decisión inmediata, los analistas están centrados en el tipo terminal, es decir, el nivel final de los tipos de interés en este ciclo de relajación. Mientras entidades como UBS, Santander o TD Securities predicen que el BCE podría llegar al 2% para mediados de 2024, otros, como Société Générale, proyectan un suelo ligeramente superior del 2,25%. Por el contrario, bancos como JP Morgan, ING y Goldman Sachs estiman un nivel terminal en torno al 1,75%, y aún más optimistas, Citi y Deutsche Bank anticipan tipos en el 1,5%.
Este rango de previsiones refleja la incertidumbre que rodea a las futuras acciones del BCE, especialmente en un entorno donde la inflación sigue siendo elevada pero las dinámicas de crecimiento muestran signos de enfriamiento.
Konstantin Veit, gestor de carteras de Pimco, coincide en que el BCE probablemente optará por un recorte de 25 puntos básicos en su reunión. Para él, el 1,75% podría ser el tipo terminal en 2025, alineándose con las estimaciones de un tipo de interés neutral para la zona euro. Veit destaca que la clave para controlar la inflación pasa por la moderación de los costes laborales unitarios, un indicador que sigue presionado por la subida de precios en el sector servicios desde el inicio de la guerra en Ucrania.
En palabras de Veit, “el BCE podría optar por una estrategia de recortes graduales para mantener margen de maniobra frente a posibles presiones inflacionarias futuras, asegurándose a la vez de estimular la actividad económica”. Esto abre la puerta a un equilibrio delicado: evitar un endurecimiento que asfixie el crecimiento, mientras se sostiene el esfuerzo por llevar la inflación al objetivo del 2%.
Con la eurozona aún navegando las secuelas económicas de la pandemia y la guerra en Ucrania, la reunión del BCE de este jueves pone a prueba su capacidad para equilibrar intereses divergentes. Los mercados y las economías nacionales estarán atentos no solo al nivel del recorte, sino al lenguaje y las proyecciones que acompañen la decisión. Un cambio en la narrativa podría ser tan importante como la medida misma.
Este jueves, el Banco Central Europeo (BCE) enfrenta una decisión que podría marcar un giro en su estrategia monetaria: un posible recorte de los tipos de interés en 50 puntos básicos. Aunque la mayoría de los analistas descarta este movimiento, algunos consideran que no es una opción completamente descartable. La incertidumbre recae en si el BCE priorizará el control de la inflación o enfocará sus esfuerzos en estimular el crecimiento económico en una eurozona marcada por tensiones internas y externas.
Según JP Morgan, la única entidad que abiertamente respalda la posibilidad de un recorte de tal magnitud, la medida podría interpretarse como un cambio audaz hacia una política más expansiva. Sin embargo, expertos como Ipek Ozkardeskaya, de Swissquote Bank, ven más probable un enfoque más moderado. “Un recorte de 25 puntos básicos, acompañado de un cambio en la narrativa del BCE hacia el crecimiento, parece más factible”, afirma. En este escenario, el impacto en el euro sería limitado.
Más allá de la decisión inmediata, los analistas están centrados en el tipo terminal, es decir, el nivel final de los tipos de interés en este ciclo de relajación. Mientras entidades como UBS, Santander o TD Securities predicen que el BCE podría llegar al 2% para mediados de 2024, otros, como Société Générale, proyectan un suelo ligeramente superior del 2,25%. Por el contrario, bancos como JP Morgan, ING y Goldman Sachs estiman un nivel terminal en torno al 1,75%, y aún más optimistas, Citi y Deutsche Bank anticipan tipos en el 1,5%.
Este rango de previsiones refleja la incertidumbre que rodea a las futuras acciones del BCE, especialmente en un entorno donde la inflación sigue siendo elevada pero las dinámicas de crecimiento muestran signos de enfriamiento.
Konstantin Veit, gestor de carteras de Pimco, coincide en que el BCE probablemente optará por un recorte de 25 puntos básicos en su reunión. Para él, el 1,75% podría ser el tipo terminal en 2025, alineándose con las estimaciones de un tipo de interés neutral para la zona euro. Veit destaca que la clave para controlar la inflación pasa por la moderación de los costes laborales unitarios, un indicador que sigue presionado por la subida de precios en el sector servicios desde el inicio de la guerra en Ucrania.
En palabras de Veit, “el BCE podría optar por una estrategia de recortes graduales para mantener margen de maniobra frente a posibles presiones inflacionarias futuras, asegurándose a la vez de estimular la actividad económica”. Esto abre la puerta a un equilibrio delicado: evitar un endurecimiento que asfixie el crecimiento, mientras se sostiene el esfuerzo por llevar la inflación al objetivo del 2%.
Con la eurozona aún navegando las secuelas económicas de la pandemia y la guerra en Ucrania, la reunión del BCE de este jueves pone a prueba su capacidad para equilibrar intereses divergentes. Los mercados y las economías nacionales estarán atentos no solo al nivel del recorte, sino al lenguaje y las proyecciones que acompañen la decisión. Un cambio en la narrativa podría ser tan importante como la medida misma.
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