¿Qué hará el BCE en las próximas reuniones? ¿Cómo afectará a las hipotecas?

por Carlos Lopez

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El Banco Central Europeo (BCE) cerró el año con un movimiento esperado por los mercados: recortar los tipos de interés en 25 puntos básicos, llevándolos al 3%. Sin embargo, este aparente consenso es solo el preludio de una discusión más profunda sobre el futuro de la política monetaria en la eurozona, en un contexto marcado por la incertidumbre económica y política global.

Un camino hacia la neutralidad

El recorte se enmarca en un esfuerzo por alcanzar un tipo de interés “neutral”, que los analistas sitúan en torno al 2%. Según Konstantin Veit, gestor de fondos en Pimco, “un precio terminal de los tipos cercano al 1,75% para el segundo semestre de 2025 resulta coherente con un escenario de aterrizaje suave”. Sin embargo, no todos comparten la misma previsión. Los estrategas de BlackRock advierten que podría ser necesaria una política monetaria más flexible para contrarrestar riesgos económicos persistentes.

Christine Lagarde, presidenta del BCE, reconoció que el Consejo discutió la posibilidad de un recorte más agresivo de 50 puntos básicos, aunque finalmente prevaleció un enfoque más conservador. “El umbral para recortes mayores sigue siendo alto”, subrayan en Fidelity, anticipando que las reducciones continuarán de manera gradual en 2024.

Riesgos globales y tensiones locales

A nivel global, la política económica de Estados Unidos, con la administración entrante de Donald Trump, introduce nuevas incertidumbres. Michael Brown, de Pepperstone, advierte que los aranceles propuestos por Trump podrían impactar en las exportaciones de la eurozona, aunque la Comisión Europea busca mitigar tensiones con medidas como el incremento de las compras de gas natural licuado (GNL) estadounidense, una estrategia similar a la utilizada durante su mandato previo.

En el plano interno, la inestabilidad política en Francia y Alemania añade presión. Las proyecciones del BCE no han considerado este factor, algo que los expertos califican de “excesivamente optimista”. ING Economics destaca que el deterioro en la confianza empresarial y el estancamiento en el consumo son señales de alerta para los próximos años.

El lastre del sector manufacturero y la energía

Uno de los principales desafíos estructurales de la eurozona es el deterioro de su competitividad industrial. Aunque los precios de la energía han disminuido desde los máximos de la crisis, las empresas europeas siguen enfrentándose a costes significativamente más altos que sus competidores en Estados Unidos. Schroders subraya que esto, combinado con un crecimiento salarial más rápido y una menor productividad, ha reducido los márgenes de beneficio de las compañías, dificultando la recuperación del sector.

Un panorama incierto hacia 2025

El BCE proyecta que la inflación no alcanzará el objetivo del 2% hasta 2026. Sin embargo, los analistas consideran estas previsiones demasiado optimistas en un entorno de estanflación incipiente, marcada por la combinación de una inflación elevada y un crecimiento económico anémico. Mientras tanto, las tensiones geopolíticas y comerciales, junto con los problemas estructurales de la eurozona, podrían prolongar el camino hacia una estabilización económica.

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