El tipo de cambio euro-dólar ha alcanzado este jueves su nivel más bajo desde noviembre de 2022, situándose en 1,0314 dólares por euro, lo que supone una caída del 0,36% respecto al cierre anterior. Esta tendencia refleja una clara divergencia en las políticas monetarias que se espera adopten el Banco Central Europeo (BCE) y la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) en los próximos meses.
Desde el pasado 4 de noviembre, el euro ha perdido más de un 5% de su valor frente al dólar. Si ampliamos el horizonte temporal hasta agosto de 2024, cuando el euro se situaba en 1,12 dólares, la depreciación asciende a casi un 8%. Este debilitamiento responde principalmente a las señales emitidas por ambos bancos centrales respecto a sus estrategias de tipos de interés para 2025.
La presidenta del BCE, Christine Lagarde, señaló en su discurso de Año Nuevo que el organismo ha logrado avances importantes en la reducción de la inflación y que 2025 será probablemente el año en que se alcance la meta del 2%. Esta declaración refuerza las expectativas de que el BCE podría iniciar recortes en los tipos de interés a lo largo de 2025, en un intento por estimular la economía de la eurozona, que ha mostrado signos de debilitamiento en los últimos trimestres.
Por otro lado, el panorama en Estados Unidos es distinto. El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, fue claro en su mensaje del 18 de diciembre: los recortes de tipos en EE. UU. serán más lentos de lo previsto inicialmentedebido a lecturas recientes de inflación más elevadas y a expectativas de que los precios continúen por encima de los objetivos del banco central estadounidense.
“La ralentización de los recortes para el año que viene refleja tanto las lecturas de inflación más altas de este año como las expectativas de que esta tendencia persista”, afirmó Powell.
La caída del euro frente al dólar tiene implicaciones económicas significativas. Una moneda más débil puede ser positiva para las exportaciones de la zona euro, ya que hace que sus bienes y servicios sean más competitivos en el mercado internacional. Sin embargo, también tiene un efecto negativo en las importaciones, especialmente en bienes denominados en dólares, como el petróleo y otras materias primas, lo que podría añadir presiones inflacionarias adicionales en Europa.
Además, los inversores tienden a refugiarse en el dólar estadounidense en tiempos de incertidumbre, lo que refuerza aún más su valor y añade presión sobre otras divisas, incluido el euro.
A medida que avanzamos hacia 2025, los analistas anticipan que el BCE comenzará a reducir los tipos de interés antes que la Reserva Federal, lo que podría mantener la presión a la baja sobre el euro durante varios meses más. No obstante, esta situación dependerá en gran medida de los datos macroeconómicos tanto en Europa como en Estados Unidos, así como de factores externos como la evolución de los precios de la energía y la estabilidad geopolítica global.
Por ahora, el mercado está atento a los próximos movimientos de Lagarde y Powell, sabiendo que cualquier declaración o ajuste en sus estrategias podría provocar nuevas oscilaciones en el tipo de cambio.
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