Rusia y Bitcoin: cómo una criptomoneda podría salvar una economía al borde del colapso

En un giro que mezcla desesperación económica y astucia geopolítica, Vladimir Putin está considerando seriamente adoptar Bitcoin como la moneda oficial para el comercio internacional de petróleo, gas natural y otros recursos clave. Esta medida, que parece sacada de una novela distópica, surge en un contexto donde las sanciones occidentales han asfixiado la economía rusa y desplomado el valor del rublo.

A pesar de que el uso de criptomonedas está prohibido en Rusia para transacciones cotidianas, su uso en actividades ilícitas, como el ransomware, el narcotráfico y la compra de armas, parece operar con cierta permisividad estatal. Sin embargo, la idea de utilizar Bitcoin en el comercio exterior muestra una apuesta mucho más estratégica y urgente: rescatar la economía rusa del abismo financiero.

El rublo, que en 2022 tenía un valor de 1.8 centavos de dólar, ha caído a menos de una décima parte de un centavo. Esto implica una inflación acumulada de más del 100% en solo dos años, un reflejo claro de la fragilidad económica rusa. Mientras tanto, Bitcoin ha mostrado una tendencia ascendente impresionante, triplicando su valor en un año, desde los 30,000$ a los cerca de 100,000$ actuales. Para el Kremlin, la criptomoneda representa una opción más sólida que el yuan chino o la rupia india, a pesar de sus conocidas fluctuaciones.

El interés de Putin en Bitcoin no solo es financiero; es también un pulso directo al sistema monetario global liderado por el dólar estadounidense y el euro. Al aceptar pagos en Bitcoin, Rusia podría eludir las sanciones financieras internacionales, que dependen en gran medida de bancos y sistemas de pago controlados por Occidente.

El ascenso meteórico de Bitcoin el año pasado ha despertado teorías sobre si la demanda rusa ha influido directamente en esta subida o si, por el contrario, el valor de la criptomoneda simplemente ha atraído a un Kremlin necesitado de opciones financieras viables. En cualquier caso, los traders de Bitcoin están atentos: si Rusia oficializa el uso de Bitcoin en su comercio energético, la demanda podría dispararse aún más.

Mientras tanto, Corea del Norte ha vuelto a reclamar su título como el mayor ladrón de criptomonedas del mundo, con un reciente ataque que sustrajo $300 millones de un banco japonés. Aunque la nación enfrenta apagones frecuentes y una economía paralizada, su capacidad para realizar complejos ciberataques sigue sorprendiendo a expertos. Las conexiones entre Rusia y Corea del Norte en materia de cibercrimen y cooperación militar es bien conocida.

A nivel global, el potencial de Bitcoin como moneda de reserva sigue siendo polémica. Incluso en Estados Unidos, algunos sectores políticos han sugerido su adopción como activo de reserva oficial, un movimiento que podría reconfigurar el orden financiero mundial. Sin embargo, los riesgos tecnológicos persisten, con amenazas como la computación cuántica y el desarrollo de inteligencia artificial capaces de romper los sistemas de cifrado que protegen las transacciones de Bitcoin.

En el complejo ajedrez geopolítico actual, el uso de Bitcoin por parte de Rusia podría acelerar una nueva era de transacciones internacionales descentralizadas, donde el control financiero tradicional pierde relevancia. Sin embargo, esta estrategia también podría alimentar una mayor inestabilidad financiera y un aumento en las actividades ilícitas relacionadas con las criptomonedas.

En un mundo donde los algoritmos deciden el valor de las monedas y las sanciones se eluden con códigos encriptados, Bitcoin no es solo una criptomoneda: es un símbolo de resistencia económica y un campo de batalla geopolítico.