Artículos de opinion
Lakshmi Niwas Mittal nació pobre en 1950 en una aldea sin energía eléctrica de la región de Rajastán, en la India y su formación académica se reduce a una licenciatura en comercio y contabilidad. Su familia se trasladó siendo él niño a Calcuta donde su padre abrió un pequeño taller metalúrgico que es el germen de lo que hoy es la mayor productora de acero a nivel mundial: Arcelor-Mittal. Algo de clarividencia debió tener su padre ya que puso a su primogénito Lakshmi, el nombre de la diosa hindú de la riqueza y le trasmitió la idea tradicional de que un hijo debe conseguir más riqueza que su padre, algo que alimentó –y probablemente aún lo hace pensando en sus descendientes- su ambición. Posee una fortuna –la 67ª del mundo según Forbes- de unos 16 mil millones de $. Tiene dos hijos: El mayor de ellos, un varón llamado Aditya, tiene responsabilidades ejecutivas dentro de la empresa, destino que no parece ser el de su hija, en cuya boda (conocida entonces -2004- como la más cara de la historia) el magnate gastó más de 60 millones de dólares, con actuación en directo de la famosa cantante Kylie Minogue incluida.
Sus ideas tradicionalistas no han sido un obstáculo para que se haya dejado influir por su esposa Usha, una de las claves de su éxito empresarial. Fue ella la que animó al joven Mittal de 26 años a abrir una “división internacional” de la empresa familiar en Indonesia a partir de la cual desarrolló su imperio. Dicen que su éxito viene de ser pionero en el desarrollo de mini-acerías integradas y el uso de hierro de reducción directa como un sustituto de la chatarra de acero y la habilidad para comprar empresas casi quebradas y reflotarlas pero yo diría que lo que le ha llevado a donde ha llegado es que sabe utilizar casi todas las herramientas que el capitalismo global le ha ofrecido: busca la mejor fiscalidad, usa la bolsa y las emisiones de deuda como fuente de financiación, no le tiembla el pulso para despedir trabajadores y reducir costes laborales, tampoco en luchar con opas a priori imposibles para hacerse con empresas más grandes “vendiéndolas” como fusiones, pacta con políticos de todos los colores bordeando lo legal y no tiene problemas con el sistema político de los países donde invierte. “Tiene el gusto por el riesgo propio de alguien que viene de un país en desarrollo”, dice de él el director ejecutivo de la banca de inversión de HSBC –banco al que en gran parte debe el empresario su éxito- Jeremy Fletcher que reconoce de Mital que “mide el riesgo de manera distinta”.
Ese riesgo también lo han asumido sus empleados que le han acusado en ocasiones de ser tratados como esclavos y trabajar en condiciones muy peligrosas, especialmente en las minas de Europa del este. Tampoco se le conoce ninguna inquietud ecológica y ha tenido problemas con algunas de sus fábricas por ese motivo. Todo esto ha llevado a Mittal a convertirse en un personaje muy polémico que ha tenido muchos roces en muchos países, cuyos políticos a veces le han torpedeado y otras le han beneficiado, disparando en estos casos los rumores de sobornos. El que más fama tuvo fue el que implicó al entonces primer ministro de Reino Unido Tony Blair –a cuyo partido el magnate había donado 5 millones de euros-, al que se acusó de presionar a Rumanía con la promesa de la entrada en la UE a cambio de favorecer a Mittal en la compra de una acerera estatal. Hay que recordar que hace años que el lugar de residencia de Mittal es Londres, donde compró una vivienda a Bernie Ecclestone a la que llaman “Taj Mittal”, ya que costó 130 millones de euros en 2003 y está elaborada con el mármol de la misma cantera que la del Taj Mahal de la India. Esa es otra de las mayores críticas que recibe: su poca sensibilidad social ya que a pesar de algunas donaciones filantrópicas (por ejemplo financia el equipo olímpico de la India), usa y abusa de los paraísos fiscales (las finanzas de su familia se dirigen desde las Antillas Holandesas) y no le importó gastarse lo que se gastó en la boda de su hija justo después de clausurar una planta en Cork (Irlanda), despedir a 400 obreros y dejar detrás deudas de más de 57 millones de euros (la única factoría que había cerrado en toda su vida hasta entonces, no sin afirmar que había cumplido con todas sus obligaciones legales y morales).
Dicen que su principal virtud es la concentración. En una entrevista con Tim Bouquet explicó: “Hubo un tiempo en que jugaba al golf. Había empezado a jugar todos los días. Entonces, un buen día iba conduciendo de camino al club de golf me preocupó que me estuviera convirtiendo en un adicto, que me estuviera descentrando. Di media vuelta y me volví a casa. No he vuelto a coger un palo desde entonces”. Pero para un hombre que se hizo famoso por comprar empresas a bajo precio por todo el mundo desafiando la inestabilidad política del país o los conflictos laborales que sus duros ajustes podían provocar, creo que la palabra que mejor le define es ambición. Ha invertido en los sitios a priori más arriesgados: desde Trinidad hasta Kazajstán. En 1995, en un congreso acerero en Hamburgo ante un auditorio de ejecutivos del sector, el empresario indio afirmó que su objetivo era producir 20 millones de toneladas. Todos le tomaron por un presuntuoso ya que el por entonces mayor fabricante del mundo, Nippon Steel, estaba produciendo 27 millones de toneladas. Hoy produce más de 90.
Mittal hizo su primera adquisición en 1989, el arrendamiento financiero de la Compañía de Hierro y Acero de Trinidad y Tobago. Algunas de sus principales adquisiciones los años siguientes fueron Thyssen Duisburg (Alemania) en 1997, Inland Steel (EE.UU.) en 1998, Unimetal (Francia) en 1999, Sidex (Rumania) y Annaba (Argelia) en 2001, Nova Hut (República Checa) en 2003, BH del Acero (Bosnia), los Balcanes Acero (Macedonia), PHS (Polonia) e Iscor (Sudáfrica) en 2004, Hunan Valin (China) y Kryvorizhstal (Ucrania) y 3 filiales de Stelco Inc. (Canadá) en 2005… Aunque gran parte del negocio de Mittal está en las pequeñas fábricas y explotaciones en lugares remotos, su gran salto a la fama ocurrió cuando compró International Steel Group en 2004. ¡Una compañía india adquiría la mayor acerera de los EUA! Todo un símbolo del traslado de poder global. El máximo ejecutivo de ISG lo explica así: “Cada vez que queríamos comprar una empresa en el extranjero, me encontraba con que él se me había adelantado. Con semejante visión de futuro, era indiscutible que tenía que fusionar mi empresa con la suya”. Hoy Ross se sienta en el consejo de la empresa de la que la familia Mittal posee el 43%.
Una multinacional que consumó su mayor adquisición en 2006 con una opa hostil por la europea Arcelor, que se había formado por el acuerdo de varias compañías, entre ellas la española Aceralia. La operación se cerró en 25.000 millones de euros (un 50% por encima de la primera oferta) y –según su padre- fue dirigida por Aditya Mittal. Las negociaciones involucraron a seis multimillonarios, varios gobiernos (Francia, Luxemburgo, España, Alemania y Rusia entre otros), varios bancos de inversión -se dijo que cobraron en su conjunto 127 millones de euros en concepto de honorarios- y por supuesto centenares de abogados. Se habló de ello en la prensa, en las salas de los consejos de administración y en las sesiones parlamentarias de Bruselas, París y Luxemburgo. A pesar del extra-precio que pagó por Arcelor un par de años antes del comienzo de la mayor recesión mundial en tres cuartos de siglo y del desplome bursátil –del 80%- del precio de sus acciones en 2008-2009 que redujo a la mitad su patrimonio hasta solo 16.000 millones de dólares, lo que lo ubica en el puesto 113 de las personas más millonarias del mundo en el ranking Forbes (llegó a ser el sexto).
Resumiendo, un empresario de una economía emergente que ha aprovechado con inteligencia, pocos escrúpulos y sin miedo al riesgo las facilidades que los países menos ricos dan a las inversiones extranjeras, en el sentido más amplio del término (desde bajos costes salariales a nula reglamentación sobre contaminación pasando por la facilidad para ganarse favores políticos) no por ello sin renunciar a invertir en países desarrollados. Además, ha sabido aglutinar, empezando por pequeñas acerías, en una sola marca otras grandes empresas del ramo para reducir la competencia llegando al primer puesto mundial, utilizando para ello todas las ventajas financieras que bancos y mercados bursátiles y de capitales ofrecen a una multinacional. Su carácter reservado y su tradicionalismo –al fin y al cabo su compañía conserva el carácter de empresa familiar, con su hijo de sucesor y su mujer cuidando del patrimonio familiar- lejos de ser un obstáculo, han sido una virtud en el mundo de las finanzas globales. Mittal no deja de ser un indio que vive en Reino Unido, cuyo hijo ha estudiado en Estados Unidos, al que le gusta ver películas de James Bond y que es copropietario de un equipo de fútbol británico; es decir, parece un símbolo del sueño de las economías emergentes: mantener las tradiciones propias pero con la calidad de vida y los gustos de un rico de un país desarrollado…cueste lo que cueste conseguirlo.