Artículos de opinion
Hace un mes os conté por aquí que la economía rusa estaba muy fuerte y que el FMI preveía un crecimiento del 2,6% para este año, pues bien, como es lógico no va a ser así y el FMI los ha actualizado, sus previsiones ahora es que va a crecer un 3.2% superando con creces el crecimiento esperado para otras economías avanzadas, incluyendo a EE. UU. (2,7%), Alemania (0,2%), el Reino Unido (0,5%) y Japón (0,9%).
El aumento en la tasa de crecimiento se ha vinculado a los efectos de una “alta inversión” y un “consumo privado robusto”, impulsado por el crecimiento salarial en un mercado laboral saludable.
El pronóstico es una llamada de atención para los países occidentales que han esperado asfixiar la economía rusa con sanciones para hacer insostenible su guerra en Ucrania. Un crecimiento a ese nivel respaldaría las afirmaciones de Vladimir Putin de que la economía de Rusia ha resistido los efectos más graves de las sanciones y restricciones comerciales occidentales.
Mientras tanto, a medida que las empresas extranjeras abandonan Rusia en medio de la guerra, Moscú ha estado acumulando fondos de empresas en fuga, incautando 387 millones de dólares a mediados de marzo.
En su comercio energético, las exportaciones sostenidas de petróleo y materias primas a mercados importantes como India y China, junto con eludir el tope de precios del petróleo de los países del G-7, han permitido mantener fuertes exportaciones energéticas.
La resistencia de Rusia frente a las sanciones occidentales se debe en gran medida a su alianza ilimitada con China. El volumen comercial entre los dos países se disparó a un récord de 240 mil millones de dólares el año pasado, impulsado en parte por el apetito de Pekín por las materias primas esenciales rusas que han sido descontadas ante la renuencia de Occidente a comerciar con Moscú.