El presidente electo Donald Trump ha sugerido que podría tener derecho a opinar sobre la política monetaria de la Reserva Federal, una institución tradicionalmente independiente del poder político. “Creo que tengo el derecho de decir: ‘Creo que [las tasas de interés] deberían subir o bajar un poco’”, declaró recientemente en el Economic Club de Chicago. Si bien Trump reconoció que no debería ordenar directamente los cambios, insistió en su capacidad para hacer comentarios al respecto.
Sin embargo, la cuestión de si un presidente puede o debe influir en las decisiones de la Fed es un debate clásico en Estados Unidos, con implicaciones serias para la estabilidad económica y la percepción global del país. Algunos van más lejos, como el senador Mike Lee afirmando en que la Fed debería estar bajo el control directo del presidente, citando la Constitución como justificación.
La Reserva Federal (como muchos Bancos Centrales) fue diseñada como un organismo independiente para evitar que las decisiones de política monetaria se vean afectadas por el ciclo político. Esto se considera esencial para mantener la confianza de los mercados y evitar decisiones inflacionarias a corto plazo que podrían ser dañinas a largo plazo. Pero cualquier sugerencia de interferencia presidencial despierta temores en los mercados financieros, el mercado no tolera bien ningún intento de interferencia en la independencia de la Fed porque ya sabemos lo que hacen los presidentes cuando tienen acceso al botón de “imprimir dinero”
Por el momento, las opciones de Trump para influir directamente en los tipos de interés son limitadas. Aunque pueda expresar su descontento si le parecen demasiado altos, el control directo es un asunto diferente. La Fed, bajo el liderazgo de Jerome Powell, ha mantenido los tipos relativamente altos en los últimos años para combatir la inflación post-pandemia, aunque recientemente ha comenzado a reducirlos a medida que la inflación ha caído.
La política monetaria es solo una parte del rompecabezas económico. Si Trump implementa otras propuestas como aranceles generalizados o políticas de deportación masivas, esto podría presionar al alza la inflación, lo que llevaría a la Reserva Federal a aumentar nuevamente las tasas de interés. A priori, el programa económico de Trump parece muy inflacionario.
Incluso si Trump quisiera reemplazar al presidente de la Fed, la ley no se lo pone fácil. Aunque nombró a Jerome Powell durante su primera presidencia, criticó duramente sus decisiones y exploró si podía despedirlo, algo que nunca ocurrió. El mandato de Powell expira en 2026, y legalmente solo puede ser despedido por mala conducta o incompetencia, no por diferencias de política.
Trump tendrá la oportunidad de nombrar un nuevo presidente de la Fed en 2026, y en ese momento, podría elegir a alguien más alineado con su visión económica. Pero cualquier intento de someter a la Fed a presiones políticas podría resultar en conflictos legales y choques con el Congreso, que tendría que aprobar cualquier cambio estructural a la institución.