En un momento en el que se empieza a poner en duda el liderazgo económico y político de EEUU, el capital extranjero está fluyendo hacia activos estadounidenses como nunca antes en la historia moderna, alimentando lo que algunos expertos describen como una burbuja peligrosa en los mercados financieros de Estados Unidos.
Ruchir Sharma, presidente de Rockefeller International, advirtió en un artículo publicado en el Financial Times que este fenómeno está elevando el riesgo de una corrección masiva. Sharma señala que la confianza desmedida en que EE. UU. continuará superando a otras economías ha llevado a inversores internacionales a concentrar sus portafolios de forma abrumadora en mercados estadounidenses.
Hoy en día, Estados Unidos representa casi el 70% del principal índice bursátil global, un salto extraordinario desde el 30% en la década de 1980. Esta hegemonía no solo se limita a las empresas: el dólar estadounidense se encuentra en su nivel más alto en 50 años tras el fin de los tipos de cambio fijos. Este dominio está respaldada por tres factores clave: el liderazgo tecnológico, la fortaleza de sus instituciones y el dinamismo económico.
A pesar de estas fortalezas, Sharma advierte que la confianza ha alcanzado un nivel peligroso, describiendo la situación como la antesala de la “madre de todas las burbujas”.
El peso de EE. UU. en los mercados bursátiles globales contrasta marcadamente con su participación del 27% en la economía mundial. Esta desconexión se ha intensificado por un fenómeno global: los inversores en Asia y Europa priorizan el mercado estadounidense como el destino más seguro, relegando a otros mercados.
En Singapur, por ejemplo, la inversión en empresas como Nvidia domina las recomendaciones de los asesores financieros. En India, asesores en Mumbai aconsejan a sus clientes mirar hacia los mercados ya caros de EE. UU., ignorando oportunidades locales más asequibles.
Aunque las acciones de EE. UU. alcanzaron niveles sobrevalorados durante la burbuja tecnológica del 2000, la situación actual presenta un desajuste aún mayor. Desde 2009, el mercado estadounidense ha superado a sus pares globales en una proporción de más de cuatro a uno, incluso descontando la influencia de los gigantes tecnológicos.
A diferencia de épocas como los años 20 o el auge de las puntocom, cuando un mercado en alza en EE. UU. impulsaba el crecimiento en otros países, hoy ocurre lo contrario. El auge estadounidense está “absorbiendo” capital de otros mercados, debilitando monedas locales, encareciendo las tasas de interés y ralentizando el crecimiento económico en regiones emergentes.
A medida que el capital extranjero fluye hacia activos estadounidenses a un ritmo anualizado de 1 billón de dólares en 2023—casi el doble del volumen en la Eurozona—, Sharma subraya que los precios están siendo impulsados más por el sentimiento que por los fundamentos económicos.
El economista concluye con una advertencia severa: cuando el sentimiento lleva a los mercados a extremos tan exagerados, una corrección es casi inevitable. Aunque el momento exacto de un ajuste sigue siendo incierto, la historia muestra que ninguna burbuja es eterna.