El joven finlandés Petri Luukkainen escribe, protagoniza y dirige este documental ¿autobiográfico? de 2013 que se traduce como “Mis cosas” y que pretende reflexionar sobre la sociedad de consumo. Lo presenta como un experimento durante un año para averiguar qué es lo que realmente le hace feliz. Lo primero que hace es vaciar completamente su casa –incluso la cama- y quedarse desnudo y cada vez que quiere algo –sólo una cosa al día- va al trastero donde tiene todo guardado, empezando, como es lógico en la fría Helsinki, por recuperar un abrigo para tapar su desnudez.
Sin poder comprar nada excepto comida (que sin refrigerador conserva en el alféizar de la ventana, ventajas del frío de su país) los primeros días los pasa aburrido en la casa donde se supone vive sus vacaciones; va rescatando su ropa, necesaria para ir a trabajar –donde sí usa objetos pero no para uso personal como el teléfono- aunque sea sin ropa interior. Una vez recuperada la manta y el colchón va apreciando todos esos objetos como nunca lo había hecho pero a la vez se da cuenta que con 7 objetos tiene bastante y decide no usar su prerrogativa de una cosa al día. El día 18 se arrepiente y coge 11 cosas de golpe incluyendo calzoncillos, calcetines, toalla e incluso una bicicleta.
Así va funcionando, deja pasar días sin rescatar ninguna de sus cosas y luego de golpe recupera la nevera, la escobilla, el portátil, un plato, una cacerola… y tras casi 4 meses sin usarlo, hasta recupera su teléfono móvil y una mesa y las sillas y un reloj despertador y cortinas para que no le despierte muy temprano la luz del sol al llegar el buen tiempo… hasta que, a los 5 meses de empezar el experimento, incluso vuelve a hacer uso de su coche. A los 7 meses recupera sofá, cama, lavadora (descubre que es más ecológico usarla que lavar a mano) y más elementos de decoración y limpieza. Tiene una cita con una mujer y eso le lleva a utilizar muchas cosas para arreglarse. Cuando acaba el año, él se convence que sólo son imprescindibles unos 100 objetos y que otros 100 son necesarios para algo de alegría y comodidad, entiende que las cosas son una responsabilidad y una carga y por eso es importante que cada uno decida qué clase de carga quiere
El documental tiene muchos minutos-basura y acaba mezclando en él una historia de amor; además el experimento es difícilmente creíble y a la vez un poco tramposo. Poco creíble porque se supone que desde el primer día necesitaría elementos de limpieza corporal como el jabón o el gel o incluso el cepillo de dientes y tramposo porque ya tiene el objeto principal que es una casa que además se supone que posee calefacción central y agua y electricidad algo que se consigue con cosas como radiadores, grifos, bombillas… Por otra parte, está muy bien no comprar nada para uno mismo –si se vive solo y no se tiene pareja, claro- pero ¿pasarse un año sin regalar nada a nadie? Y hay algún detalle más algo feo como robar el wifi –cuando recupera el portátil- a los vecinos al no poseer router propio a la vez que se pasa meses comprando comida cocinada al no tener utensilios de cocina y semanas encargando a un amigo que le lave la ropa.
Lo mejor del documental no es su desarrollo sino la idea porque lleva a la reflexión al espectador. Yo no necesitaría hacer ese experimento para saber qué objetos en mi vida merecen la pena y cuales son accesorios y prescindibles y supongo vosotros tampoco así que ¿tenemos demasiadas cosas, nos apegamos demasiado a ellas? El debate, para los pocos que hoy estaremos por aquí (si mis datos no están mal es festivo en Cataluña,Baleares, Cantabria, Castilla-La Mancha, Comunidad Valenciana, Navarra, País Vasco y La Rioja), está abierto.