Vivimos en un mundo muy injusto desde el momento en que nacemos ya que nuestra infancia está marcada por un ambiente familiar del que no somos responsables. Es mucho más difícil ser honrado y pacífico si tu padre es un ladrón violento que si es un plácido profesor universitario por poner un ejemplo. Por eso yo tengo una sensibilidad especial hacia las injusticias que suceden sin que el que las sufra tenga alguna responsabilidad. Eso no es fácil, menos o más, todos podemos dirigir nuestro destino incluso contra unos condicionantes adversos y seguramente no haya nadie que tenga un 0% de responsabilidad en lo que le pase. Pero entre los que menos responsabilidad tienen de sufrir lo que sufren están los que nacen en algunas zonas del planeta. Un bebé que nace en Suiza de una familia suiza es como si naciera con un boleto de lotería premiado, un español también es un privilegiado… especialmente si lo comparamos con alguien que nace en Chad o en Bangladesh. Incluso dentro de un mismo país un factor como la raza o la religión de los padres puede variar totalmente las posibilidades de una persona como ocurre en países con una gran desigualdad como la India o Qatar.
Es por eso que desde hace muchos años siento una empatía especial hacia los inmigrantes que llegan a España huyendo de sus países. Soy consciente que todos los que argumentan que el tráfico ilegal de personas es injusto para la población receptora tienen razón: disfrutan de una sanidad, una educación, unos servicios sociales… por los que no han cotizado y a los que no deberían tener derecho, Es cierto, las fronteras deberían servir para algo y todos los que vengan de fuera y disfruten de las ventajas de los que son españoles por nacimiento debería asumir un coste. Lo sé, sé que debemos luchar contra la emigración ilegal –y la UE ayudarnos en ello- y que lo ideal sería que sólo vinieran turistas y contratados para labores específicas pero basta ponerse en el lugar de una de esas personas para comprender que una cosa son las leyes y otra el factor humano. Alguien que ha nacido en un entorno en el que no tiene posibilidades de progresar y que es consciente que en otro sitio sí puede hacerlo, ¿debe resignarse? Porque yo no lo haría, lucharía por mejorar mi condición heredada como hemos hecho la mayoría de españoles las últimas generaciones al menos hasta esta crisis. Nosotros hemos tenido la posibilidad de hacerlo gracias a haber nacido en un país en desarrollo perteneciente al primer mundo, muchos chinos y brasileños por ejemplo también llevan algunas generaciones consiguiéndolo pero sigue habiendo lugares en el planeta en el que progresar es una labor prácticamente imposible porque ni siquiera el acceso a la educación está asegurado. De hecho, yo tengo una hija que recogí con 15 meses de un orfanato de China, su vida hubiera sido radicalmente diferente si los adoptantes hubieran sido unos millonarios suizos… o si no hubiera sido nadie y se hubiera criado como huérfana en una de las regiones más pobres de China. Creo es la mejor prueba de la nula responsabilidad que tienen los niños en el rumbo que determina sus vidas. Según maduran, más culpables son de todo lo que les pase por supuesto pero el entorno es determinante.