El concepto solidaridad es uno de los que provoca más paradojas porque es muy difícil ver posturas personales al respecto que sean coherentes. Es difícil encontrar a un rico que defienda la progresividad en los impuestos que quizás si apoyaba cuando era pobre o a un alemán que esté a favor de ayudar más a Grecia cuando lo mismo nació en Aklemania del Este y no hace tanto se vió beneficiado por la solidaridad territorial o personas que defienden la solidaridad entre ricos y pobres de un mismo país pero no entre territorios ricos y pobres de un mismo país o el colmo, los que creen que los gobiernos deben ser solidaridarios con el dinero de todos pero ellos no lo son con el suyo. Son temas muy polémicos en los que no se puede ser dogmático y sin embargo hay un tipo de solidaridad que para mi no alberga ninguna duda sobre su bondad: la solidaridad que beneficia a personas que ni siquiera existen aún.
Sea por nuestras creencias, por nuestro sentido grupal o por amor a nuestros descendientes, lo cierto es que en general la Humanidad suele pensar en el futuro incluso más allá del tiempo vital de la actual generación Sí, es cierto que tampoco es nuestra mayor preocupación pero tenemos presente el futuro aunque no estemos incluidos en él. Este pensar en generaciones posteriores nos ha permitido desarrollarnos mucho más rápidamente ya que los conocimientos –y no sólo científicos- se han almacenado –primero oralmente pero mucho mejor desde que se inventó la escritura- y se han compartido y no ha hecho falta aprenderlos cada vez.
Y en la actualidad millones de personas se preocupan por el deterioro ecológico del planeta, el calentamiento global y, en general, por peligros que no afectarán seguramente a su tiempo vital. Otras muchas luchan por mejorar la Humanidad –según su criterio- aunque sepan que es casi seguro que nunca verán por sus propios ojos su objetivo realizado como los que luchan por acabar con el hambre en el mundo o por llevar una misión espacial tripulada a Júpiter. En general, las personas que se sacrifican por un bien nada egoísta y que puede nunca vean, son admiradas y suelen englobar a personas de todas las ideologías y condiciones: ecologistas, monjas, científicos… de derechas, de izquierdas, da igual. Y repito, es algo que en general está muy bien visto.
Sin embargo, cuando en economía alguien lucha contra el exceso de deuda porque cree que esa deuda está hipotecando el futuro de los que vendrán después, muchas personas no sólo no admiran a quien defiende esta postura sino que le atacan. Hay una gran contradicción porque es fácil entender que si nuestra generación consume todo el petróleo, acaba con todas las ballenas o llena de basura radiactiva los mares, perjudicaremos a los que vengan después pero sin embargo es difícil para muchos comprender que si vamos consumiendo en la actualidad los ingresos que se obtendrán dentro de unos años (la deuda no es más que eso, traer dinero del futuro), también fastidiaremos a nuestros descendientes. Si una persona sin hijos dijera que como él no va a dejar a nadie le da igual si el planeta se convierte en un estercolero 30 años después de su muerte le llamaríamos insensible pero si alguien defiende aumentar la deuda para vivir mejor ahora porque ya la pagarán dentro de 30 años viviendo peor, ¿acaso no lo es también?
Esta imagen es demoledora: es la evolución del volumen del mercado de crédito y deuda y como bien dice el que hizo el gráfico, una congelación de su aumento en 2008 “casi destruye el mundo” (o al menos el sistema financiero global)
Así de dependiente es el sistema actual del crédito y la deuda y desde luego no es nada tranquilizador. Por eso yo acuso de insolidarios a los que creen que no hay que reducir la deuda, acuso a este gobierno que sigue aumentando la deuda pública porque no es capaz de gastar menos de lo que ingresa y acuso a la mayoría de la oposición parlamentaria que quiere aumentarla aún más sin pensar en el futuro y a la mayoría de parlamentos autonómicos y a la mayoría de corporaciones locales y a todos los economistas españoles y extranjeros que se empeñan en decir que ya se reducirá la deuda con más inflación porque eso es igual que decir: ya te robaremos de tus ahorros a ti o a tus hijos para poder pagar nuestro excesivo gasto actual. Exactamente lo mismo que llevan haciendo años con las subidas impositivas: sustraer dinero al ciudadano para costear su mala gestión.
Ser solidario es intentar dejar un mundo mejor al que venga detrás y eso implica que las deudas, sean ecológicas o económicas, deben saldarse cuanto antes.
PD – Y la deuda privada, esa que nuestros gobernantes están empeñados en aumentar dada su obsesión por el crédito, mientras no se socialice como en tantos casos ha pasado estos años, es un asunto privado pero repito, mientras no acabe engordando la deuda pública.