Hace 11 meses publiqué aquí un artículo titulado Ibex 2012, por entonces cotizaba en 7700 y hacía unas pocas sesiones que acababa de perforar el soporte de los 8000. Días antes la inmensa mayoría de medios económicos generalistas y analistas apostaban porque no se perderían los 8000 “No es previsible que vivamos un desplome bursátil que hunda los precios” decía uno de los más leídos en España cuando cotizaba en 8500, y al perforarse los 8000 el consenso era que se recuperarían pronto hablando de oportunidad histórica de compra cuando no de ser “salvajemente alcistas” que decía otro. Menos de 2 meses después cotizaba por debajo de 6000. En mi análisis destacaba por un lado la hipocresía de los medios que piden responsabilidades a todo el mundo cuando detectan errores pero tienen en nómina a personajes que hacen perder dinero a sus lectores y por otro insistía en que el análisis mayoritario que se hacía del Ibex era incorrecto:
el mayor error de los que recomiendan una y otra vez comprar grandes valores del Ibex es que olvidan la crisis de la deuda soberana. No se puede valorar una compañía sin tener en cuenta el país al que pertenece y mucho menos si ese país genera tantas dudas respecto a su solvencia que ha necesitado el auxilio de BCE en varias ocasiones desde el verano pasado.