Pymes y autónomos. Esta crisis está siendo brutal para ellos. Pensemos tan sólo en los 180 mil bares que hay en España, esas 180 mil familias que se quedan sin ingresos y en sus empleados. Y sumemos los restaurantes, y los empleados de los hoteles y hostales, la mayoría del pequeño comercio… y encima pensemos que es probable que el turismo internacional ni en verano vaya a venir a España si el miedo al virus persiste… son muchas tragedias que, desde un punto de vista económico, será difícil que pueda compensarse con los ingresos y el consumo de todos los españoles que no van a perder su trabajo. Por eso ya comenté el viernes que los paquetes de ayuda de todos los gobiernos son necesarios e imprescindibles aunque destrocen nuestras cuentas públicas. Ya habrá tiempo de arreglarlo después, y es lo que hay que exigir a nuestros gobernantes: que cuando volvamos al crecimiento podamos tener un colchón para afrontar situaciones como la actual, que hagamos los deberes como por ejemplo lleva haciendo Alemania los últimos años.
Y por desgracia, como ya pasó tras la última crisis, el estado puede que acabe rescatando a muchas entidades privadas. Y no hablamos de financiar o avalar a pymes y autónomos como ya se ha anunciado, hablamos de grandes empresas de nuevo. Y en todas partes. Puede parecer injusto pero tiene un sentido tanto económico como social, por ejemplo la quiebra de Iberia podría agravar mucho la recesión, llevar al paro a miles de españoles, provocar un agujero en las cuentas públicas por reducción de ingresos y aumento de gastos e incluso provocar una crisis financiera por los bancos que tienen créditos o participaciones en ella. Ante esa perspectiva, el estado va a actuar. Mucho más si el implicado en un posible rescate es una entidad financiera por el pánico que podría provocar.
Pero no debemos dejar que vuelva a pasar lo que ha pasado estos años, por ejemplo en España con las cajas de ahorro. Y no digo que al final hubiera que nacionalizarlas y sanearlas porque eran de responsabilidad pública al ser de ayuntamientos, diputaciones y comunidades autónomas, sino cómo empezó: dándoles dinero a cambio de nada e iniciándose con ello la bola que nos va a acabar costando 40 mil millones de dinero público (más 20 mil millones que tuvieron que apoquinar el resto de bancos y que muchos olvidan casi siempre) si no es más dada la delicada situación de Bankia y las pérdidas de la Sareb. Si el estado presta dinero de todos a unas empresas porque su caída tendría un peor coste económico y social, debe ser con condiciones ventajosas para el estado. En mi opinión lo mejor es adquirir participaciones (cambiar dinero por propiedad) a cambio de dedicar los beneficios futuros a sanear la empresa, no puede ocurrir que empiecen a repartir dividendos. Veamos por ejemplo en los EUA el caso de Boeing que ha estado años dedicando miles de millones a comprar acciones propias y presumir de lo bien que iba la empresa porque subía mucho en bolsa, en lugar de crear un fondo de liquidez para emergencias y ahora solicita ayuda a su gobierno. Si se la dan debe ser a cambio de que no haga eso.
Para estados ya muy endeudados como el nuestro algunos podrían pensar que quizás la mejor opción sería la japonesa, que fuera el banco central el que comprara directamente acciones. Yo esto lo veo como mecanismo para frenar los desplomes bursátiles pero no me parece una solución ya que el dinero de BCE se iría no a la empresa sino a otros accionistas que venderían en mercado esas acciones, y además sería muy difícil imponer condiciones que creo necesarias. Para mi lo mejor es que la compañía en problemas vendiera su autocartera a precio cero y/o ampliara capital que se quedaría íntegramente el estado y que esa participación le diera poderes especiales temporales hasta que todo ese capital no sea devuelto. Si como parece el shock es temporal es posible que incluso el erario obtenga beneficios. Quizás el mejor ejemplo lo tenemos en la operación que llevó a cabo el Tesoro de los EUA adquiriendo acciones de Citigroup en 2008 y vendiéndolas a finales de 2010 con un beneficio total bruto de 12 mil millones de dólares.
Puede parecer una visión muy optimista pero si tenemos en cuenta que las actuales cotizaciones de la bolsa española están muy por debajo del valor en libros, y lo que está pasando es que este año –y sólo este año en principio- los resultados serán muy malos, es cuestión sólo de tiempo que vuelvan a ser buenos. Los bancos van a seguir siendo un buen negocio, y con tantas ayudas no parece que la morosidad se vaya a disparar de momento, las aerolíneas están en problemas pero pocos dudan del valor de los aviones y de la enorme probabilidad de que según pasen los meses se restablezca el tráfico aéreo… y así caso por caso. Otro tema es que una empresa puntual pueda estar mal gestionada, por eso es importante que el paquete accionarial que caiga bajo el control del estado otorgue a éste capacidades especiales.
Tampoco es plan de que una empresa que no solicite ayuda de dinero público resulte perjudicada en su competencia por otra que sí las recibe, y por eso hay que propiciar fusiones dentro del mismo sector. No tiene sentido por ejemplo que el estado se quede con un banco cuando puede subvencionar –por ejemplo con ayudas fiscales o un crédito- que otro que no haya pedido ayudas, se lo quede. Siempre hay que mirar por lo que más rentable, económica y socialmente, resulte al erario porque no puede volver a ocurrir lo del rescate de las cajas. Estoy convencido que incluso haciéndolo mejor pérdidas habría habido, pero no creo sea el caso actual. Creo que esta posible ayuda puntual, que como todas las que se están dando y prometiendo, aumentará nuestra deuda pública, podrían acabar con un coste reducido, sobre todo si BCE se compromete a que el coste de financiar esa deuda se mantenga bajo.
Puede que no nos quede otra que romper temporalmente toda prudencia a la hora del gasto público, pero eso no significa que no podamos convertir parte de ese gasto en una inversión productiva, tanto económica como socialmente.