Cuando se comparan datos macroeconómicos de diferentes países hay que estandarizar para no mezclar cifras que, llamándose igual, puedan significar cosas distintas. Ya hemos hablado de que no tiene mucho sentido comparar el volumen de deuda pública de un país respecto de otro porque es menos grave que alguien deba un millón de euros si tiene un salario anual de medio millón y propiedades que si debe 100 mil € y gana 20 mil y no posee nada, por eso es más adecuado usar el ratio deuda/PIB. Con la tasa de paro ocurre algo similar, no es lo mismo un empleo en Europa que en los EUA ya que lo que significa no es similar puesto que allí puede que un trabajo ni siquiera implique tener seguro médico. Salvando eso, la tasa de paro tiene un “defecto” y es que sólo contabiliza a las personas que están en búsqueda activa de empleo lo cual está muy bien pero eso implica que en un país donde las mujeres no están en el mercado laboral, por ejemplo, la tasa de paro sea más baja que en otro donde sí. De hecho, uno de los motivos por el que Hitler rebajó la tasa de paro en Alemania fue porque impulsó que las mujeres dejaran de trabajar y se convirtieran en madres y cuidadoras de sus hijos.
Así pues, lo más correcto para comparar el mercado laboral entre dos países sería mirar la tasa de ocupación, o porcentaje de personas -dentro de un mismo rango de edad- trabajando. Visto así, la bajísima tasa de paro de los EUA (3,5%) no parece tan baja ni la de la Eurozona (7,5%) tan alta:
Por supuesto la tasa de paro en los EUA es muy baja, la menor en 50 años, demostrando que es falso que la automatización cree desempleo (sólo reconversión: del sector industrial al de servicios como en su día se pasó de trabajar en el campo a las fábricas) y algo de lo que seguro presumirá el Trump candidato a renovar la presidencia este noviembre, así como de la evolución durante su mandato de Wall Street.
Para mi el mayor problema de aquel país es la desigualdad… de oportunidades. Como he dicho alguna vez el que haya gente muy muy rica y otra que no, no me parece un problema mientras todo sea legal, y además en un país donde la bolsa lleva al alza más de 10 años y los precios de las propiedades no dejan de subir, es lógico que los que disponen de capital mejoren mucho más que los que sólo tienen rentas del trabajo. Para que esto no pasara debería haber algún crash bursátil pero eso no mejoraría (seguramente pasaría lo contrario) la vida de los más pobres aunque redujera la desigualdad. Lo grave es que no dispongan de educación pública gratuita de calidad y asistencia sanitaria universal como en Europa, y además sin tener nuestro “estado del bienestar” su nivel de deuda es enorme.
Nosotros tenemos esa excusa: gastamos más de lo que ingresamos pero ofrecemos muchos más servicios sociales, pensiones públicas, mejor sanidad y educación pública… Un país que no ofrece eso y que debe tanto dinero no parece bien gestionado aunque claro, el ser la primera economía del mundo y tener la divisa de referencia global le permite endeudarse barato sin riesgo a encontrarse sin compradores. Trump tiene la gran ventaja –en el corto plazo- de que su país tiene capacidad para disparar su déficit y no tener problemas por ello, más allí que la (poca) gente (que vota) suele votar mucho con el bolsillo (y es común que los presidentes renueven un segundo mandato, ya lo hicieron antes Obama, Bush hijo y Clinton), por lo que Trump tiene unas altas expectativas de salir re-elegido, incluso si volviera a perder por voto popular.
Otro tema es si las herramientas que use para asegurarse la re-elección pueden ser dañinas para el resto del mundo porque en 2019 ya hemos visto cómo lo que normalmente es una negociación discreta entre dos países para llegar a un acuerdo comercial, ha pasado a ser un aluvión público de amenazas y desmentidos que, además de disparar la volatilidad en los mercados, ha dado la impresión al votante norteamericano de que China ha cedido más de lo que realmente ha cedido. Como tantos faroles sobre aranceles le han dado tan buen resultado y parece que la siguiente víctima es la UE, esperemos que no perjudique nuestras buenas –y fructíferas para ambos- relaciones económicas para intentar conseguir más votos en noviembre. Y no digamos ya si monta un conflicto bélico con Irán –directamente o a través de Israel- ahora que son autosuficientes en petróleo. Desde luego las elecciones presidenciales norteamericanas serán claves en la evolución económica y bursátil de 2020.