En una semana que parecía marcada por la guerra comercial y sus efectos evidentes en los mercados y los previsibles en la economía, y que hizo vivir un fin de viernes en Wall Street muy preocupante, las aguas se calmaron hasta que el miércoles se volvió a disparar la volatilidad al salir una exclusiva de la BBC afirmando que Boris Johnson iba a utilizar una “suspensión técnica” (bastante habitual por otra parte) para parar la actividad parlamentaria durante 23 días laborables. Y la Reina aceptó la petición del Primer Ministro provocando una fuerte crisis política en el país ya que el Parlamento vuelve de vacaciones el 3 de septiembre, parará el 9 o el 12 y no volverá hasta el 15 de octubre, siendo el 30 la fecha final del Bréxit, perjudicando con ello que pueda intentar evitar el Bréxit duro que B.J. pretende si no consigue una renegociación del acuerdo que la UE firmó con May tras más de dos años de conversaciones, algo que nadie contempla.
En teoría el nuevo primer ministro británico pretende culminar el proceso de salida de la UE en dos meses lo que supone la peor opción ya que eso supondría una ruptura sin acuerdo. Hay un consenso en esto, incluso en el lado británico. Tanto las encuestas como las votaciones en el Parlamento que se han hecho arrojan una mayoría cercana al 70%: no se desea un Bréxit duro. Quizás Boris Johnson está jugando esa baza para buscar alguna ventaja de la UE pero hasta el momento, y además parece ya imposible en unas pocas semanas, la UE no está dispuesta a cambiar una coma del documento de cientos de páginas que tardaron más de dos años en elaborar y aprobar con May. Y el tiempo se está acabando.
¿Cómo evitar un Bréxit duro que ni quiere la UE ni quiere la población ni el parlamento británico y encima en tan pocos días? Sólo con una férrea voluntad política ya que lo que tengan que hacer lo deberán hacer en unos 20 días laborales que quedan de sesiones del Parlamento. Resulta que mientras B.J. quiera seguir adelante con la ruptura a las bravas, la única opción que queda es una moción de censura para quitarle de en medio aprovechando que la mayoría del partido conservador más sus aliados unionistas irlandeses es de tan sólo 1 escaño. Basta con la desafección de algunos parlamentarios conservadores para votar por un nuevo primer ministro que se comprometa a convocar elecciones y así conseguir una prórroga con la UE que dilate el proceso de negociaciones para un Bréxit suave. Incluso si en esas nuevas elecciones consiguiera una mayoría el partido laborista, ya ha anunciado que estaría dispuesto a convocar un segundo referendo en el que haría campaña por el “Bremain”.
Pero para conseguir el apoyo de algún diputado conservador europeísta, que los hay, el candidato debería ser una figura de consenso y Corbyn, el líder laborista, se empeña en que sólo votará por él mismo como candidato, y eso sería como pretender que diputados del PSOE expulsen a Sánchez de la presidencia para poner en su lugar a Casado… aunque sólo fuera para una presidencia corta un candidato menos significado políticamente sería una mejor opción y garantizaría el apoyo necesario. Pobres británicos, nos quejamos de nuestros políticos pero en un momento de emergencia nacional, May se demostró inútil, Johnson pretende saltarse la mayoría parlamentaria para llevar al país a una situación límite que provocará incluso desabastecimiento de productos y al líder de la oposición le interesa más su ambición personal inmediata (como le pasó a Sánchez que cuando ganó la moción de censura se disparó en las encuestas, es lógico pensar que ser primer ministro unas semanas le daría muchas opciones de victoria en las próximas elecciones) que hacer un servicio a su patria…
Desde luego un Bréxit sin acuerdo (recordemos que la mayor caída en un día de la historia del Ibex ocurrió tras la victoria del Bréxit de 2016) es un riesgo para los mercados enorme, más cuando en horas empieza septiembre que según la estacionalidad es el peor mes bursátil del año y el que para mí es el mejor para tomar posiciones alcistas cara al tirón habitual del último trimestre si bien un mal agosto (que al final, gracias a la semana actual, no ha sido tan malo) ha podido adelantarlo todo… Por desgracia la inversión no es una ciencia exacta. En cualquier caso, más allá del corto plazo (estos días también se ha salvado de momento la posibilidad de unas elecciones en Italia) es vital para las bolsas que las esperadas bajadas de tipos de septiembre tengan efecto alcista porque si las extraordinarias medidas de los bancos centrales no son capaces de animarlas, entonces puede que tampoco puedan hacerlo con el clima económico. Y dado que con los tipos negativos ya se están consumiendo los últimos cartuchos de munición, sería muy problemático que no surtieran efecto. Y como imagen, algo que explica por qué el aumento de la desigualdad en el mundo no significa que el mundo viva peor.
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