“El nacionalismo se cura viajando” es una frase que suena bastante bien, que incluso parece que tenga bastante lógica. Sin embargo, no parece que sea cierta: nunca ha habido más viajeros internacionales como en la actualidad y el nacionalismo sigue gozando de buena salud. Sin embargo, viajando y aprendiendo sobre otros países se aprende mucho y una de las cosas es a valorar lo que tenemos en casa. Y es que una cosa es ser conscientes de los graves defectos que tenemos en España y otra exagerarlos bien porque se desconoce cómo están las cosas ahí fuera bien por otros motivos espurios.
España tiene un grave problema con la corrupción y es algo de lo que lamentarnos pero hay quien utiliza ese dato para criticar la objetividad de la justicia española, su trabajo e incluso la falta de separación de poderes. Es cierto que nuestra justicia es lenta y que habría que cambiar la Constitución, o aplicarla de otra forma, para que no fueran tan permeables las fronteras entre el poder ejecutivo y el judicial pero no podemos negar que tiene cierto mérito que en España jueces y policías actúen contra tantos miembros del partido del gobierno a pesar de todos los intentos de los encausados por evitarlo utilizando todo tipo de trucos e influencias. Y ha pasado incluso contra gobiernos con mayoría absoluta y no sólo actuales, ya hace décadas se condenó al partido del gobierno por financiación ilegal y se enjuició a exministros y hasta al director general de la Guardia Civil. Es una vergüenza por supuesto pero el que haya ocurrido y siga ocurriendo también es una muestra de independencia del poder judicial que no es nada común en la mayoría del mundo, donde seguro que también hay muchos políticos delincuentes. Y no hablo de China, Rusia o las dictaduras islámicas, incluso en países más avanzados no es habitual. Algo como sentar en el banquillo a la hermana del rey, ¿pasaría en Reino Unido por ejemplo? Y han tardado pero ya hay varios directivos de las cajas de ahorros en la cárcel.
Por ejemplo, es común minusvalorar el turismo como actividad económica desde que es tan importante en nuestro país. Es un error, primero porque de donde surge la riqueza de un país no lo define, segundo porque tener tanto éxito en el turismo, conseguir que visitantes vuelvan una y otra vez, tiene mucho mérito y tercero, porque es simplificar demasiado nuestra economía: España tiene mucho más. Lo primero se explica fácil con un ejemplo: Noruega y Arabia Saudí viven básicamente de extraer fuentes de energía de sus subsuelos y no se parecen en nada. Lo segundo es sencillo de explicar: muchas naciones tienen buen clima pero no hay tantas que tengan estabilidad política, una divisa confiable, buenos transportes, alcohol barato –cierto- pero también la Alhambra o la Sagrada Familia con colas diarias, excelente gastronomía, establecimientos hoteleros de altísimo nivel (cualquiera que haya viajado al extranjero sabe esto), etc. y eso dice mucho de nuestro país. Por último, claro que tenemos mucho más que turismo (y el turismo en sí engloba muchas más industrias que lo hacen posible) y la prueba es que fabricamos de forma tan aceptable una cierta variedad de productos y los sabemos vender tan bien que nos hemos convertido en una potencia exportadora (de hecho, exportamos el triple que hace 20 años). Hacemos buenos coches, nuestro sector agropecuario es excelente, tenemos una notable industria química y farmacéutica… Y por muy mal que nos puedan caer nuestras multinacionales, cualquier país las querría y además son de muy variados sectores: financiero, energético, telecomunicaciones, textil… ¿Cuánto porcentaje de nuestro estado del bienestar está financiado gracias a la actividad económica, directa e indirecta, que originan Santander, Inditex, Telefónica, Repsol etc.?
Se dice que es en los problemas cuando se forja el carácter de las personas, en su forma de afrontarlos y resolverlos. En mi opinión la crisis puso a prueba a España y a los españoles y estamos pasando con buena nota estos años, dudo mucho que otros países pudieran haber convivido con unas tasas de paro tan enormes y que no se disparase la criminalidad y se mantuviera el estado del bienestar. Es muy fácil, y hasta comprensible, criticar los recortes que ha habido pero habiendo sido tan intensa la crisis que por ejemplo sigamos teniendo una de las mejores sanidades públicas del mundo y que además la pueda disfrutar todo aquel que reside en España, es envidiable. Y sin copagos cuando en países más ricos que el nuestro es lo habitual. Por supuesto es muy caro mantener eso; y si hubiéramos sufrido un rescate total en verano de 2012 seguro que se hubiera visto muy damnificada pero salimos del hoyo. Puede que fuéramos culpables de haber hecho el agujero tan profundo pero salir de él y continuar siendo solidarios, eso tiene mucho mérito. Por ejemplo, llevamos varias décadas seguidas siendo el país del mundo líder en trasplantes y, quizás es algo que la gente no sepa, todo trasplantado debe tomar inmunosupresores durante toda su vida, medicamentos que si no estuvieran subvencionados costarían cientos de euros cada mes.
Los españoles estamos progresando a pesar de nuestros políticos, y tenemos muchos defectos y nuestro país también, por supuesto, como todos. Hay mucho que resolver del presente, mucho que planificar para mejorar el futuro. Y está bien ser críticos pero debemos tener el suficiente criterio tanto para no creernos ni la versión del gobierno de turno afirmando que todo va bien ni la de cierta oposición que exagera tanto que parece que vivamos en un país tercermundista. Yo no soy optimista mirando hacia el futuro y soy consciente que si tenemos una buena calidad de vida media en España es gracias a nuestro excesivo endeudamiento público y a la acción de BCE pero otros países también han vivido un proceso similar, no han pasado una crisis tan profunda y en ellos no se vive tan bien. No nos quitemos mérito.