Es el título de una serie de 2008 elaborada por la BBC cuyo principal argumento es que la economía es el motor de la Historia y la última crisis es una muestra más de lo difícil que es controlarla. Los bancos financiaron el Renacimiento, las bolsas decidieron guerras y construyeron imperios, desastres económicos provocaron revoluciones… la historia de las finanzas es la clave para entender la crisis actual. Como consta de 6 episodios que recomiendo visualizar, no voy a resumirla, solamente voy a citar algunas ideas que creo demuestran que no hay nada nuevo bajo el sol en el tema de las finanzas y “los mercados”.
Por ejemplo, relata cómo nace la bolsa en Holanda ante la necesidad de unir capitales para financiar exploraciones comerciales marítimas. De ahí a ofrecer a accionistas minoritarios una fracción del capital (acción) a cambio de una parte proporcional de los beneficios (dividendo) fue un paso, y de ahí a que existiera un mercado de valores en el que esos títulos se pudieran negociar antes de que las mercancías llegaran, bien por expectativas de que el viaje fuera bien o mal o por simple necesidad de liquidez, otro paso. Lo fundamental es que el precio ya no lo decidía el valor del barco sino la demanda y oferta de las acciones. Además, empezaba la información privilegiada…si algún barco era hundido quien se enteraba antes vendía. También explica que la psicología de masas está en la explicación de las burbujas bursátiles, los inversores se comportan como en una manada…siguen al líder hacia una dirección y de repente un brusco sonido genera una estampida en la dirección contraria.
Muy de actualidad es el capítulo de la deuda. Cuenta de Bill Gross, entonces jefe de Pimco, la mayor gestora de bonos del mundo, que tiene más poder que gobiernos. ¿Por qué? Porque los estados suelen gastar más de lo que recaudan y necesitan de la emisión de deuda. El mundo entero depende de que exista confianza en los compradores de la deuda emitida por los estados, si Bill Gross decidiera vender toda su cartera de bonos norteamericanos porque declarara no confiar en ellos, posiblemente hundiría al país más poderoso de la Tierra. Los medios comentan mucho de las acciones pero el mercado de renta fija es más grande que el de renta variable y mucho más importante para los países. Fondos de pensiones, tipos de interés de las hipotecas…todo depende de ello. Bill Gross declara que a lo que más teme el inversor en renta fija es a la inflación (Keynes profetizó que los bonos morirían por efecto de la inflación), ya que de poco sirve que te ofrezcan un 10% de interés si el dinero vale un 20% menos. (eso lo dijo en 2008, quizás en 2012 pusiera en primer lugar una posible quiebra soberana y ahora que quiebren los bancos centrales).
No es algo nuevo, los créditos hacia algunos gobernantes y su negación a otros han decidido guerras desde la Antigüedad, si bien lo de emitir papel empezó con el Renacimiento en Italia. Entonces los soldados profesionales eran mercenarios que se ofrecían al mejor postor, y para pagarlos se recurría muchas veces a la deuda. Fue entonces cuando los créditos de un millonario a un estado pasaron a ser completados con emisiones de bonos que podían comprar los ciudadanos y vendérselos y revendérselos a otros. El problema es que todas las ciudades italianas acabaron haciendo lo mismo y… no todas ganaban las guerras. Así se llegó al caso extremo de Venecia: tras varias derrotas militares, el que poseía bonos emitidos por esta ciudad sólo los podía revender por el 10% de su valor. Quizás fue la primera gran crisis de deuda pública.
Un personaje similar a Bill Gross a principios del siglo XIX fue Nathan Rothschild. Su negocio principal era el oro gracias a que sus hermanos estaban posicionados en diferentes plazas europeas y ayudados por una eficiente red de información compraban y vendían aprovechando los desajustes de precios en cada sitio. Algo que recuerda a los traders actuales. Por cierto, cuando supieron que Napoleón volvía del exilio y se hacía cargo de nuevo del mando de Francia compraron mucho oro porque especulaban que se abriría una larga etapa de inestabilidad que provocaría alzas del metal. Como recibieron la noticia de la nueva y definitiva derrota de Napoleón en Waterloo 48 horas antes que los demás, cambiaron todo el oro que pudieron por bonos del gobierno británico, a la postre el vencedor, un activo mucho más seguro en tiempos de paz. Es decir, lo que no ganaron con el metal lo ganaron con los bonos (en julio de 1817 –dos años después- vendieron todo con un 40% de rentabilidad) aprovechando las virtudes básicas: buena información y reflejos, nada de empecinarse en una posición. El poder de los Rothschild fue tan grande que negando el crédito a la Confederación –los sudistas- ayudaron a decidir la Guerra Civil americana. Por supuesto, también habla de la crisis de Argentina, un país muy rico que hace 100 años se esperaba desbancara a los EUA, y al que coloca como prueba de cómo un mal manejo de las finanzas puede hundir un gran país. En 1946 Juan Domingo Perón visitó el Banco Central de Buenos Aires y declaró “Hay tanto oro que apenas se puede andar por los pasillos”. La pena es que sea un tema que sigue de actualidad.
También reflexiona sobre el giro económico mundial. Hace más de un siglo, la primera globalización impulsada por el Imperio británico se basaba en utilizar la Royal Navy para ejercer el dominio económico por todo el mundo, pero también había fuertes inversiones por todo el mundo como Argentina o el sudeste asiático. El inicio de la 1ª Guerra Mundial fue un duro golpe a la primera gran globalización y muchas inversiones internacionales quedaron muy tocadas y demostraron la poca estabilidad de los mercados financieros ante acontecimientos inesperados. Hasta finales de los años ´60 del siglo XX no se volvió a impulsar una segunda globalización basada en un comercio libre cuyos movimientos de capital estarían reguladas por el FMI y el luego llamado Banco Mundial, ambos con sede en Washington. Una de las diferencias con la anterior globalización es que en esta ocasión también había dinero asiático (los llamados “petrodólares”, precursores de la actual liquidez china) y no sólo dinero “occidental” invirtiendo en los países en desarrollo. La primera gran crisis de esta nueva era estalló en Latinoamérica: en 1982 México declaró que no podía hacer frente a las deudas y se contagió a todo el continente. Ya no era el tiempo de la “Royal Navy” y la forma para obligar a devolver los créditos venía condicionada por la disciplina fiscal decidida por el FMI y el Banco Mundial. Pasaron de reguladores a policías al servicio del capital, y ahí es donde nacieron los movimientos antiglobalización.
Antes se hacía el chiste “mercados emergentes es donde ocurren emergencias” pero en la actualidad –y tras el último gran susto de la “crisis asiática” de 1997- parece al contrario, sobre todo en el caso chino. China se ha “hongkonizado” y se ha convertido en receptor de inversión extranjera pero también en comprador de deuda occidental. El flujo del dinero ahora va de este a oeste, China y Japón son los banqueros de los EUA. Igual que la I Guerra Mundial cortó la primera globalización, es posible que un cisne negro pueda volver a romper la actual, lo que nos recuerda lo inestable de todo. Es importante que eso no se le olvide a nadie porque en 4 milenios de evolución económica no parece que hayamos avanzado tanto. La falta de pago de las hipotecas subprime era predecible pero no su contagio mundial, lo que convierte la actual globalización en motor de crecimiento pero también en factor de riesgo. Además, queremos un mundo predecible en lo económico, con riesgos calculados y sin incertidumbres pero cada vez que se inventa un nuevo seguro para afrontarlo (como son los futuros, las opciones, los IRS…), éste se convierte en un instrumento más de especulación.
PD – Si a alguien le gusta el tema y prefiere un libro de contenido similar, recomiendo éste que ofrece Google Books: La historia del dinero: de la piedra arenisca al ciberespacio