Cuando hay un conflicto importante entre un equipo de gobierno de un municipio y el que hay en la diputación a la que pertenece y peor aún si la discordancia es con los que mandan en la autonomía, el que acaba perdiendo es el habitante del pueblo porque verá que en otros ayuntamientos se llegan a acuerdos para mejorar la vida de los ciudadanos y en el suyo eso no pasa por la incompetencia de los políticos en ponerse de acuerdo. Eso está pasando con todos los que residimos en Cataluña. Los hechos acaecidos han sido tan graves que, una vez acabe el 155, la desconfianza entre la Generalitat y el gobierno central irá en perjuicio de los catalanes, piensen como piensen respecto a la independencia, durante mucho tiempo. Y lo peor es que no parece que esto vaya a cambiar. Desde que el 6 de septiembre el govern decidió ignorar no sólo la Constitución española, también el estatut catalán, todos hemos perdido y quien crea que los problemas de Cataluña van a mejorar otras áreas de España por un efecto de vasos comunicantes “equilibratorios” creo se equivoca porque el efecto arrastre de una región que es casi una quinta parte del PIB español, es lo bastante grande como para afectar a las cifras de todo el país.
Ahora es evidente para la mayoría (para mi lo fue en cuanto tomó la decisión) que Rajoy se equivocó creyendo que bastaba con convocar elecciones rápidas para resolver el problema pero su derrota –la de su gobierno y la de su partido, que ya en las encuestas para las generales está viendo como Ciudadanos le sopla en el cogote- no es tampoco una victoria para los que desean ver una Cataluña separada de España (por más que sus políticos sigan perorando sobre la “construcción de la República”) porque ha quedado evidenciado tanto que la Justicia llevará a prisión al que pretenda hacer eso desde un cargo ejecutivo –y ni AmnistíaInternacional lo va a criticar- como que no hay suficiente apoyo ni social ni económico ni diplomático para esa aventura. La estrategia de los impulsores del procès siempre fue forzar una negociación con Madrid y conseguir apoyo de la UE a sus reclamaciones y en ambas han fracasado y aunque algunos siguen prometiendo que el apoyo internacional llegará antes o después, nada parece justificar la validez de esa profecía. Y el nuevo govern además seguirá atado financieramente a las decisiones que tome el gobierno central. Pero ojo, que ese es un arma de doble filo porque si a Montoro se le ocurriera negarle el FLA a Cataluña, al final estaría provocando un impago de un emisor respaldado por el estado español lo que llevaría a una crisis de deuda soberana que complicaría la vida al Tesoro, así que Montoro puede apretar pero nunca ahogar. El mercado lo sabe y de ahí que la prima de riesgo esté en mínimos de tantos años a pesar del follón.