Siendo hoy 11 de septiembre he tenido la tentación tanto de escribir sobre las Torres gemelas como sobre Cataluña. Pero la he vencido y me he decidido por entrevistar aMarcos Pérez, un asesor de inversiones que es tremendamente crítico con la industria financiera.
D- La primera pregunta es obvia ¿Por qué esa actitud tan crítica?
M- Cuando pasé de la Física a las inversiones, esperaba encontrarme una industria dedicada a ayudar al cliente, protegiendo y rentabilizando su ahorro.
Pero lo que me encontré es una industria que se aprovecha de la incultura y los sesgos de sus clientes para esquilmarlo a base de comisiones abusivas —que pueden reducir hasta más de la mitad la rentabilidad a largo plazo de sus inversiones— y de colocarle productos que la mayoría de las veces no le convienen.
Como advierte John Bogle, la industria de la inversión es la única en la que cuanto más pagues por lo que quieres, menos probable es que lo consigas.
D- Estudiaste originalmente Física. ¿Cómo un astrofísico termina trabajando en Bolsa?
M- Era algo muy habitual a finales de los años ’90 y principios de los 2000. La industria financiera buscaba entonces perfiles más matemáticos para modelar y empaquetar un montón de nuevos productos financieros que bancos y gestoras producían y colocaban como caramelos. Casi de casualidad, un amigo y colega de la carrera me habló de esta salida profesional y nos lanzamos juntos.
D- ¿Qué te atrajo tanto de las finanzas como para cambiar tan radicalmente de campo?
M- Fundamentalmente, la posibilidad de contribuir con alguna aportación creativa. Nos parecía un campo con muchas posibilidades porque aún quedaba mucho por hacer desde un punto de vista científico.
Y las salidas profesionales, claro. En aquella época, principios de los años 2000, un buen ‘quant’ (analista cuantitativo) se podía permitir el lujo de decidir hasta dónde y en qué quería trabajar dentro de la industria.
Por aquel entonces no conocía la realidad de la industria y su afición por exprimir a los clientes —que al final somos todos— como si fueran vacas desechables de una granja de fast food. Me pareció muy honesto y digno trabajar con la intención de ayudar a que los clientes pudieran invertir sus ahorros de la mejor manera posible. Una motivación que, aunque escasea en la industria, siempre me ha acompañado y espero no perder nunca.
D- Y sin embargo, ahora eres muy crítico con el uso de las matemáticas por parte de la industria, con todos los derivados y productos sofisticados que vende. ¿Cómo un “quant” termina renegando de las ecuaciones y optando por lo que llamas “estrategias botijo”?