Salvada la incertidumbre de las elecciones USA volvemos a la actualidad nacional y europea. Por un lado en España tenemos por fin un gobierno que no está en funciones pero es dudoso que realmente pueda ser “funcional” con un Parlamento en contra y con los dos principales partidos españoles inmersos en una reestructuración; la del PP se supone que no será polémica ya que se hará lo que diga Rajoy y me parece que consistirá sobre todo en un intento de lavado de cara para intentar diferenciarse lo más posible del “PP de la Gürtel” en su intento propagandístico de situar aquellos hechos, y otros más recientes, como ajenos a la nueva dirección que salga del Congreso. La del PSOE será menos estética y mucho más difícil ya que el partido está muy dividido, no sólo por la polémica abstención que hizo presidente de nuevo a Rajoy, también sobre la política de pactos con UP y con el tema catalán y el famoso referéndum, ya convocado. Será difícil volver a cohesionar el partido pero es evidente que si su intención es ser alternativa de gobierno al PP, su estrategia en esta legislatura será colaborar lo menos posible con el gobierno actual y eso se traducirá en un ejecutivo débil. Si a eso unimos que Europa nos obliga a nuevos recortes (mi idea para evitarlos es que se tomen otras medidas como por ejemplo que se legalice de una vez la marihuana como han hecho en muchos estados USA con mucho éxito económico y sin efectos nocivos aparentes) y a que el crecimiento económico en 2017 se apunta menor al actual, no parece que vaya a ser muy plácida la vida política española los próximos meses.
Pero antes de todo eso, tenemos en menos de un mes una cita electoral que nos puede afectar mucho. El 4 de diciembre en Italia se votará una pequeña reforma constitucional (básicamente se reforma el Senado), algo que en principio no parece muy importante y sin embargo lo es ya que Renzi declaró que dimitiría si perdía la votación. Esa promesa ha propiciado un enorme interés a esta convocatoria puesto que muchos italianos, incluso algunos que estuvieran a favor o en contra de lo que se vota, podrían intentar utilizar sus votos para intentar que se mantenga o se vaya el primer ministro. Y las encuestas dicen que la cosa está muy equilibrada. ¡Sólo nos faltaba una crisis política en la tercera economía eurozonera que además lleva meses afectada por una grave crisis bancaria!
No olvidemos lo que pasó hace escasas fechas con el tratado comercial CETA entre la UE y Canadá: con razón o sin ella se echó atrás porque el representante político de una región (ni siquiera de un país) se opuso. Es decir, Valonia pudo con la voluntad de toda la UE -28 países con gobiernos democráticos- que no pudo firmar un tratado internacional con una gran democracia como Canadá. Lo curioso es que el acuerdo no sólo fue apoyado por todos los países, incluida Bélgica, también por partidos políticos de la oposición ya que había conseguido convencer tanto a derechistas finlandeses como a comunistas griegos. Al final se solucionó, sí, a cambio seguramente de algunas contrapartidas inconfesables. Y aun así, faltan ratificaciones varias en parlamentos. Repito, no entro en si el CETA es bueno o malo (menudo mamotreto para poder opinar con criterio sobre él) sino que la UE es una pantomima, que no es capaz de firmar un tratado con otra potencia económica ni siquiera con un consenso casi unánime porque no tiene una mínima unión política. Y de nuevo tenemos el problema de que la Unión es tan fuerte como su miembro más débil y que un solo país puede tambalearlo todo: ahora puede ser Italia, el próximo año puede que sea la Francia de Le Pen, el caso es que tenemos un problema político que nos sitúa en desventaja respecto a otras áreas económicas.
La UE (con el 6,9% de la población total), genera el 23,8% del PIB del mundo. EEUU (con el 4,4%), el 22,2% China (con el 18,7%), el 13,4%. Es decir, nuestras cifras siguen siendo magníficas. Pero hay tantas diferencias entre unos países y otros, tan poca voluntad de unificar leyes o servicios sociales, tanta dependencia de lo que haga el BCE (al fin y al cabo, un cargo que nadie ha votado pero del que dependemos todos) que se impone una reforma… o una vuelta atrás. Ahora de nada sirve especular sobre qué hubiera pasado si no se hubiera creado el Euro sino si mantenemos el proyecto de la Eurozona tal y como está, lo reformamos o pensamos en revertirlo. Y son temas que van a estar en el candelero los próximos meses. En mi opinión, deshacer la Euroona es demasiado caro y arriesgado pero el porcentaje de población que opta por ello cada vez es mayor y solo hace falta que sean mayoría en un país para que todo se resquebraje.
En cuanto a los mercados, más sombras que luces. Los índices bursátiles no se han movido demasiado pero en general han bajado, el dólar sigue fortaleciéndose -y eso es positivo para Europa ya que debilita al € -aunque al Ibex, muy flojo desde que ganó Trump, no le haya afectado- porque se da por hecha la subida de la FED en diciembre por un IPC que se supone al alza por la subida de aranceles prevista; y la rentabilidad de la deuda, también por ese motivo, no deja de subir empezando a temerse un estallido de la burbuja de tipos ultrabajos a los que se han emitido tantos y tantos bonos que se acumulan en las carteras de inversión del sector financiero. Es un peligro del que llevamos advirtiendo mucho tiempo pero en mi opinión es un poco exagerado dar por hecho que BCE –de la FED tengo más dudas- vaya a cambiar su política por la victoria de Trump y sobre todo muy prematuro. De hecho, aquí se puede apreciar la evolución de la rentabilidad del bono a 10 años USA y sí, es enorme el gran rebote desde los mínimos veraniegos pero al fin y al cabo está como hace un año. Quizás lo exagerado no es la actual subida sino la anterior bajada.
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