Gracias a este gráfico de Javier G. Echegaray podemos ver la composición de la riqueza de los hogares españoles. No incluye joyas o automóviles pero se puede comprobar cómo la vivienda es nuestro principal patrimonio
Y precisamente la bajada de valor de la vivienda determina el por qué de este otro gráfico que nos retrocede a 2003:
Sobre el papel los hogares españoles están en un nivel de riqueza similar al que tenían hace 13 años aunque, como vimos no hace mucho, de las 18.346.000 de viviendas principales (residenciales, ocupadas y no vacacionales) existentes en nuestro país a la inmensa mayoría de ellas (mínimo 13 millones porque hay 5.199.800 hipotecas pero puede que una misma vivienda tenga más de una) que ya están pagadas la variación del precio de venta apenas les importa. Incluso entre los hipotecados, una vez que los precios han dejado de bajar y el tiempo corre a favor, tampoco les influye demasiado que los precios bajen si no tienen interés en vender.
Sin embargo, al valor patrimonial que tiene una familia puede determinar no sólo su posibilidad de obtener créditos sino sobre todo, la autoconfianza para asumir otros gastos que pueden ayudar a la economía global: compra de coches, viajes, salidas a cenar etc. ¿Podremos encontrar el punto medio entre los que en 2007 creían que por tener una casa -de la que debían la mayor parte- cuyo precio subía cada mes no ahorraban nada y se lo gastaban todo, y los que en 2012 incluso con la casa pagada y un trabajo fijo, decidieron un consumo casi de subsistencia por miedo al futuro más cercano? Para conseguirlo son importantes las expectativas. Sin confianza en el futuro pocos bienes duraderos –los que más pesan en la economía- se adquirirán y hay 4 factores en contra:
1) La evolución de los precios. A pesar de todo lo que lo ha intentado Draghi e incluso con el buen rebote del crudo –cumpliendo por una vez el guión de misprevisiones para este año- no se esperan subidas significativas y eso frena al consumidor. Es como el que en diciembre no compra algo –a no ser que sea para regalar en Navidad- porque sabe que lo conseguirá mejor en las rebajas de enero… y así muchos van retrasando sus decisiones de adquirir un auto nuevo o de cambiar el renqueante frigorífico por ejemplo.
2) La incertidumbre económica. Si hay un convencimiento general de que la crisis no ha terminado o de que puede agravarse, eso invita a la prudencia. Y es muy difícil trasmitir a la población un mensaje optimista porque, como pasa siempre, tarda tiempo en traspasar a la ciudadanía la mejora de las cifras macro. Si además hay miedo a que el lío político que hay montado en España pueda ayudar a una vuelta a la recesión, el corto plazo se torna sombrío.
3) La dependencia del crédito. Como podemos comprobar gracias a esta imagen del profesor Combarro a pesar de que algo se ha mejorado respecto a 2007, no tenemos un nivel de ahorro suficiente como para impulsar de forma importante el consumo
… a no ser que recurramos al crédito. Y para ello necesitamos una banca saneada que tenga claro que el porcentaje de nuevos préstamos que concederá que no sean devueltos (la morosidad) sea menor que el actual (10%). Y aquí tenemos la pescadilla que se muerde la cola, incluso si las entidades financieras estuvieran saneadas y lo bastante bien capitalizadas como para impulsar su cartera crediticia, necesitan confianza en el futuro del país para arriesgarse a prestar, es decir, de nuevo volvemos a la necesidad de buenas expectativas.
4)El endeudamiento. Por suerte, empresas y familias se han des-apalancado mucho estos años (por eso en el gráfico anterior se puede ver cómo, aunque al comienzo de la crisis la primera reacción fue ahorrar, ese ahorro cayó para ir abonando deudas, especialmente por el cierre del grifo del crédito por la banca) y ya no es tan grave. En este gráfico de Perpe podemos apreciar cómo la deuda privada ha bajado a la par que subía la pública (aunque aquí están incluidas todas y no sólo las reconocidas por Eurostat y parece que la tendencia se ha frenado por la subida del PIB):
No obstante, las deudas antiguas pesan a la hora de plantear deudas nuevas tanto para el que las solicita como para el que las financia…
Aparte de los políticos haciendo promesas, el único que está realmente intentando mejorar las expectativas es el BCE que está dando un aviso muy claro: “gastad porque si no lo hacéis el dinero no os rentará nada, incluso acabaréis pagando al banco por vuestros depósitos ya que voy a seguir con mi política ultra-expansiva mucho tiempo”. Otro lunes veremos más sobre esto.